domingo, 30 de julio de 2017

TRIATLÓN OLÍMPICO DE GETXO 2017: Piedra de toque para seguir "road to Chattanooga"

"Como siempre, empiezo agradeciendo a los artífices de las fotos que ilustran esta crónica por ayudarnos a los triatletas a plasmar en imágenes nuestros recuerdos: Ana (Parando el Crono), Festak.com y Amari Erretratua ¡MIL GRACIAS!"

Volvemos a la carga en "Corriendo por lo Segao" con lo que más nos gusta, que es competir. Como he ido contando estas semanas, la preparación para el Ironman 70.3 World Championchips (Chattanooga, USA, 10 de Septiembre) consta de tres bloques de 4+4+3 semanas respectivamente, y al final de cada bloque hay una competición. Esa cuarta semana es de descarga y carrera, lo cual viene bien para coger chispa de cara a Chattanooga. Pues bien, ya hemos cubierto el primero de los tres bloques y nos ha cuadrado competir en el Triatlón Olímpico de Getxo, este pasado fin de semana.
Hacía dos años, desde Comillas 2015, que no corría un triatlón de distancia Olímpica. Desde entonces solo competí en medios Ironman, y volver a probar en una prueba más cortita iba a ser un reto y una motivación extra.


Llegué a Getxo con 4 semanas de mucha paliza y aún sin encontrar buenas sensaciones entrenando, quizás por una mala gestión por mi parte del descanso y por hacer casi todas las sesiones con bastante fatiga. Pero es ahora cuando toca estar "cansado" y sacrificar un poco las buenas sensaciones a cambio de conseguir un efecto de supercompensación cuando se acerque el objetivo real. Como digo, a Getxo llegué a medio gas, era consciente de ello pero no es excusa para no darlo todo. Mi maestro, Don Ricardo, siempre me dijo que las competiciones, si se saben descansar a posteriori, son el mejor entreno y te hacen dar un salto de calidad. Con esa misiva me desplacé al País Vaco, para mí, la Meca del Triatlón en España. No creo que haya carreras en territorio nacional con más nivel medio que en esta tierra. Además, los circuitos, sobre todo de bici, suelen ser duros. A nivel personal, me planteaba esta carrera como la mejor forma de probar cosas y mi estrategia iba a ser completamente distinta a lo que estoy acostumbrado: "Quiero que llegues a la T2 como si se acabara ahí la carrera. Me da igual que luego corras marcha atrás, quiero una natación y una bici al 200%" Esas fueron las palabras de mi entrenador, y ese era mi objetivo. Por una vez en mi vida iba a apostar todo a los dos sectores que peor se me dan y no guardar nada para el que, en teoría, es mi parcial más fuerte, la carrera a pie. Inquietante y, no os voy a engañar, motivante también, era esa estrategia, así que ¡A por ello!


La tarde del Sábado amenazaba lluvia, aunque algún claro dejaba ver el sol entre las nubes. Más de 300 triatletas fuimos colocando todo el material en boxes mientras nos daban la "buena" noticia de que la natación se iba a hacer sin neopreno... ¿Buena noticia? ¿Te has vuelto loco Pelayín? Pues no, no me he vuelto loco ni tampoco me he convertido en Michel Phelps en estas semanas, pero es probable que el Mundial de Septiembre se nade sin neopreno, y qué mejor que esta carrera, en la que vengo a "probar" cosas, para ensayar las mismas condiciones de natación. Los que me conocen saben bien lo diferente que nado con y sin neopreno, pero en Getxo me sentía confiado y, no sé por qué, con ganas de dar caña en las dos vueltas de 750 metros a un triángulo con dos boyas en el mar y una en tierra.

Mi compi de equipo, Ivan Polo, estaba a mi lado en boxes y pudimos intercambiar opiniones y comentar las estrategias de carrera de ambos antes de irnos hacia línea de salida, en la arena de la playa de Getxo. ¡Qué multitud éramos en aquel corralito! ¡Y qué nivel! Pero por encima de las grandes figuras de triatletas como el Australiano Luke Burns, o los locales Egoitz Zalakain, Gorka Bizkarra, Joanes Goitisolo... y una lista interminable de triatletas de muchísimo nivel, destacaba un color por encima del resto. El naranja de la "manada" del Triatlón Costa Quebrada, que se desplazó a Getxo casi al completo y creo que, si no era el equipo más numeroso, en buen rollo y cachondeo se llevan el primer cajón del pódium. No veáis lo que ayuda estar con gente así antes de una salida. Se te quita la tensión, los nervios y se transforman en ganas de pasarlo bien "mordiendo".


Metiéndonos en harina, con algo de retraso se dio la salida más "estresante" que recuerdo. Me puse en primera fila por la izquierda, pero no tardé en verme desbordado por ambos lados y metido en una trifulca donde volaban brazos y leñazos a diestro y siniestro.


 Me agobié bastante los primeros metros, así que me paré, nadé a braza un poco y me fui, aun más hacia la izquierda, buscando la tranquilidad a cambio de perder algo de tiempo y de nadar algún metro de más. Pero daba igual, las ostias seguían cayendo, y más cuando nos fuimos acercando a la primera boya. Me gusta entrar por dentro, muy muy pegado a ella, y normalmente no hay problema porque la mayoría de la gente elige el exterior, pero en Getxo... ¡Ay en Getxo! En Getxo todo "quisqui" quería pasar por dentro, lo que hizo que los dos giros antes de afrontar el largo hacia la arena fueran más parecidos a un asalto de boxeo que a la natación de un triatlón. A pesar de las leches, no puedo decir que me haya amilanado en el barullo, pues, al igual que el resto, yo también peleaba mi posición con rabia. Ya de vuelta hacia la orilla para completar los primeros 750 metros, pude coger mi ritmo. 


Me mantuve a la izquierda de un gran grupo, donde veía que seguían en sus trece dándose manotazos. Llegamos a la arena y justo al incorporarme veo que Iván Polo, mi compi de equipo, se está tirando al agua para empezar la segunda vuelta. Calculo que me saca unos 10 o 15 segundos, así que con el estímulo de darle caza empiezo el segundo giro, ya mucho más despejado de triatletas. Nadé lo más rápido que pude y creo que, para ser sin neopreno, no lo hice del todo mal. Si el miércoles pasado, en piscina, hice 3x100 a tope, con 30 segundos de recuperación, en 1:25/1:26/1:26 y os digo que en Getxo los últimos 500 metros de la natación los hice a 1:26 de media, no cuadran las cosas. Pero es que no sé que tienen las competiciones que me transforman en el agua. Y ya no es solo el neopreno, porque esta vez, sin él, también rendí muy por encima de lo que me imaginaba.


Gracias a un buen último largo, camino de la orilla, conseguí salir del agua el 29 de más de 300 participantes y 5 segundos por delante de Polo. Los dos Bender llegamos juntos a nuestros sitios de la T1. Allí hice un cambio más o menos decente, cogí mi nueva cabra, la Orbea Ordu, y salí en medio de un gran pelotón para afrontar los 46 kilómetros de ciclismo.


¡Qué sector! ¡Durísimo! 600 metros de desnivel positivo subiendo dos Altos por el camino. En los primeros 9 kilómetros de llano intenté quitarme de encima a todo el pelotón con el que había salido del agua. No sé a cuantos pasé en este primer tramo, pero me vino bien el calentón para llegar a la subida de Umbe con el terreno despejado y la piernas a tono. Una subida de 4 kilómetros a una media de un 5% que, con cabra y con la paliza (literal) que nos dimos nadando, hace bastante daño. Las sensaciones eran muy buenas y me veía con fuerza para apretar. Más o menos mantuve la posición en la subida, salvo cuando fui adelantado por Gorka Bizkarra, que había comprado un billete de pódium y él era el maquinista del tren. ¡Qué lijada! Ni lo intenté, porque, a veces, coger la referencia y sufrir nada más que te pasa alguien, puede ayudar mucho psicológicamente, pero con Gorka no hice ni el amago. Aún así estoy contento con la subida, a ritmo, a una media de 22 km/h, y guardando menos de lo que suelo. En la subida Gorka, por ejemplo, me metió un minuto, pero mucho menos otros rivales: Zalakaín (28"), Dani Juarros (33"), Jorge Unzueta (42"). De momento la estrategia de ir con todo en bici y nadando estaba saliendo bien.


Coronamos el puerto y nos lanzamos hacia abajo por una carretera ancha pero curveada. Había sido advertido de lo peligrosas que eran tres o cuatro curvas en esta bajada y eso me hizo ser cauto, perdiendo varias posiciones y también referencias de los de delante. Da rabia ver cómo te pasa la gente bajando. Es un hándicap que tengo y debo mejorar algún día si quiero tener opción a algo. Revisando los segmentos de Strava, en esta bajada de 2,5km me dejé 47" con el mejor tiempo, Jorge González, 27" con Jorge Unzueta y 22" con Dani Juarros, Gorka Bizkarra y Joanes Goitisolo. Con esto quiero hacer autocrítica y ver dónde se me fue el tiempo que perdí en el segmento ciclista.


Tras la bajada empezó una zona de falso llano rapidísima. No me conocía el circuito pero, sin duda, esta iba a ser la parte más rodadora. Quitando algún repecho puntual, pude ir acoplado prácticamente hasta el kilómetro 25. La desventaja que acumulé en la bajada con mis más inmediatos predecesores, la recuperé en el llano, volviendo a mejorar posiciones y sintiéndome bastante a gusto sobre la cabra. 


Pero a partir del kilómetro 25 y hasta el 34, nos esperaban 9 kilómetros de subida, no muy duros, pero con desnivel exacto para no saber nunca si es mejor ir en plato o bajar al pequeño. Como se trataba la cosa de arriesgar, no quité el plato en toda la subida e, incluso, probé a ir acoplado en muchos momentos. Me sentía bien pero ya las piernas no iban tan frescas como al principio. Eso, sumado al tráfico que me encontré subiendo y a la obligatoriedad de dejar 12 metros con el de delante, hizo que fuera muy a tirones, teniendo incluso que frenar muchas veces porque el pelotón era tan largo e iba tan estirado, que adelantar a un triatleta suponía tener que ir a por el resto, y no me quedaban piernas para tanto. Por el camino pasamos a un Mexicano que había salido de los primeros del agua. En esta subida de 9km al 3% fui a una media de 30km/h y me dejé también valiosos segundos con los de cabeza: 58" con Gorka Bizkarra, el mejor subiendo, 55" con Zalakain, 30" con Dani Juarros y 7" con Joanes Goitisolo, por ejemplo.


Y de ahí al final terreno favorable en cuanto a desnivel y desfavorable en lo personal en relación a los rivales. Tocaba echarse de nuevo abajo aunque, esta vez, con una pendiente más suave, que obligaba a dar pedales, y sin demasiadas curvas. Mantuve referencias y no perdí tanto tiempo con los de delante, pero cuando llegamos a Getxo, un par de glorietas cerraditas dieron al traste con mi progresión. Me quedé solo en la entrada a la ciudad y por desconocimiento y precaución, me tomé con calma los últimos metros.


Eso sí, la sensación era de haber dado todo, o casi todo, nadando y en bici, así que objetivo cumplido y solo quedaba "disfrutar sufriendo" a pie. La entrada en la T2 tuvo un pequeño sobresalto. Cuando me agaché para desabrochar la zapatilla se me subieron los músculos abdominales... No me preguntéis cómo, solo sé que noté la misma sensación que cuando se te sube el gemelo pero en vez de en la pierna, en la barriga. Solventé rápido el problema estirándome sobre la bici, y al bajarme de ella ya no tenía ninguna molestia.


Laaaaaarga segunda transición, teniendo que cubrir un pasillo de compensación y haciendo casi medio kilómetro con la bici en la mano. Llegué a mi sitio, me puse las zapatillas y salí a correr con la incógnita de ver cómo me sentaba el sobreesfuerzo de bici y natación. En ese momento iba en el puesto 14, había remontado 15 posiciones en bici y tenía a menos de un minutos a un numeroso grupo que abría la puerta del Top 10.


La salida de boxes entre el pasillo de gente que se agolpa para animar motiva mucho. Tanto, que se me fueron las piernas sin querer a ritmos de 3:05'/km ¡Quietooo que no llegas! Dos vueltas de 5 kilómetros y el día estaba hecho, aunque todavía había demasiado por decidir antes de dar carpetazo. En el kilómetro 1, a medio camino del paseo marítimo de Getxo, empecé a pillar a gente. Pasé al primero de los triatletas justo antes del punto de avituallamiento, así que ni agua ni nada, aunque tampoco sentía la necesidad de beber. El bidón de sales y los dos geles Activation de Keepgoing que me tomé durante la bici parecían suficiente y no me daba la sensación de ir ni con sed ni con hambre. Solo hambre de ganar posiciones.


Me fui acercando al punto de giro con el reloj marcando siempre en torno a 3:15-3:20'/km. Las sensaciones era cojonudas y parecía que las piernas no se acordaban de lo que acababan de hacer. Antes de llegar al giro de 180 grados adelanté a otros cuatro triatletas y me puse noveno. Lo supe cuando conté los corredores con los que me iba cruzando. El pódium estaba muy jodido, porque Joanes Goitisolo, que iba tercero, me sacaba alrededor de dos minutos, y era el mejor de todos los rivales a pie (cómo sufrimos en Soria los dos ¿eh?). Pero por detrás aún había margen para alcanzar a la gente. Gorka (4º) y Aitor San Vicente (5º) sí que los veía a tiro. Bueno, más bien a tiro de rifle de largo alcance, que tampoco estaban tan cerca. Apreté más en el camino de vuelta marcando parciales por debajo de 3:20'/km y llegando al ecuador de la carrera a pie habiendo cazado al sexto. ¡Vamos! 


Intenté forzar más del kilómetro 5 al kilómetro 6, y conseguí llegar a la espalda de Aitor, pero ahí me quedé. Ya en el giro empecé a notar molestias en los Aquiles y en la planta de los pies. Unas molestias que me condenaron en ese lapidario sexto kilómetro. ¡Qué dolor! Mala elección de zapatillas y carrera al palco. Había optado por llevar un calzado más apretado y me habían destrozado los pies. Tuve que cambiar mi forma de correr y pasé de saltar y apoyar de antepié, a correr de talón. No quedaba más remedio que sobrevivir los más de tres kilómetros restantes.


Cada metro de ahí a meta fue un suplicio, una tortura de pies traducida en la imposibilidad de adelantar a Aitor San Vicente y en verme cada vez más y más cojo. Ahora sí que el objetivo era no lesionarme, y para lo poco que quedaba no pensaba en la retirada.


Llegué a la zona de boxes, desde donde, teóricamente quedaban 200 metros a meta, pero fueron 400 y ¡qué 400! Mirando para atrás por si venía alguien entré en meta medio andando y haciendo un parcial de 35'44" en 10,3 km de recorrido. Mantuve la posición y terminé sexto, que al final fue quinto por la descalificación de Joanes Goitisolo, que se había marcado un carrerón pero no se dio cuenta de parar en el "Penalty Box" para cumplir la sanción que le habían puesto.


Y con esto se acabó el primer test, del que pude sacar muchas conclusiones y que me sirve para, si se descansa, dar un saltito más de cara al mundial. No llegué a Getxo en mi mejor forma, de hecho, estoy 4 kg por encima de mi peso, y eso me motiva más aún, porque cuando me ponga en mis números sé que el rendimiento va a ser mucho mayor. En resumen, estoy contento con:
-          La natación que hice sin neopreno.
-          Las partes de bici que no fueron de bajada.
-          La posición agresiva y cómoda en la que me ha puesto Gonzalo tras pasar por Zero Grados Biomechanics of Cycling.
-          El ritmo que tengo de carrera a pie pese a no haber hecho series largas y llevar muy poquitos kilómetros estas semanas. El cuerpo tiene memoria.
De este triatlón no estoy contento con otras cosas como las siguientes:
-          Saber apretar más los primeros metros de natación para que no me coman.
-          Las bajadas de bici en las que parecía el coche escoba.
-          La desconexión que tengo en el último kilómetro de bici antes de boxes, donde se me escapa siempre la gente.
-          La elección de zapatillas que hice.

Pero como siempre en esta vida, de los errores se aprende y por eso tomo nota, para seguir mejorando.

Antes de terminar no me quiero olvidar de lo mejor del día en Getxo, que fue la "tercera transición" con parte de los integrantes del Costa Quebrada (sois unos cracks) incluyendo el arroz con leche de Ana, que estaba demasiado bueno y por el que voy a ir a la próxima cita, el Triatlón Valle de Buelna, con más motivación todavía. MIL GRACIAS




Buen verano y sed prudentes

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