martes, 25 de diciembre de 2018

Carrera de Nochebuena de Gijón 2018: ¡ESTAMOS DE VUELTA!


"Valora las cosas no por lo que son, sino por lo que significan"

Esta frase que un día leí a un buen amigo del gremio del atletismo es la que mejor define la sensación que he tenido hoy nada más cruzar la meta en la carrera de Nochebuena de Gijón.

Más de un año sin competir ha hecho que hoy me sintiese como un debutante, con la ilusión del no saber qué va a salir. Durante esta etapa alejado de las carreras y del ritmo frenético de entrenamientos, alimentación, etc. me he dado cuenta de lo mucho que me ha dado el deporte y de lo mucho que quiero que me vuelva a dar.

Pero no estoy de vuelta para aburriros con mi historia, ni llorar mis penas. Solo los más cercanos saben la transformación que he tenido durante este año, los altibajos y lo que me ha costado decidir ponerme un dorsal pese a no sentirme en condiciones de repetir puestos o ritmos del pasado. Pero lo hice, vencí ese muro lleno de prejuicios que supone volver a hacer una actividad que te gusta en peores condiciones que antes. Hoy estoy más feliz por haber superado esa barrera, que por cualquier victoria. Todo lo que venga de ahora en adelante es un regalo; y este, en particular, es digno de una crónica en "corriendo por lo segao".

Salida masiva en Gijón (Foto de La Nueva España)

Día de reencuentros en Gijón. Fui con Miguel hasta allí, donde nos juntamos con David y Chus. Los dos primeros ex compañeros de esquí y de fatigas en los "stages" veraniegos por los glaciares alpinos. Los prolegómenos de la carrera fueron un constante saludar y saludar. Tras cuatro meses sin correr por una lesión y con muchos (no digo cuantos pero muchos) kilos de más, llegué a esta carrera de Nochebuena. Sí es verdad que en el último mes y medio ya pude trotar regularmente, pero sin planificación, sin series, sin ritmos altos... simplemente por el hecho de hacer deporte. La defensa de la tesis doctoral también me tuvo entretenido en este periodo, por lo que salir a correr era una vía de escape ideal. La carrera de Nochebuena fue el incentivo que necesitaba para ponerme a entrenar en serio de nuevo.

Salí con la idea de rodar sobre 3:30'/km, si es que se podía, porque no tenía ni idea de mis capacidades. Pero ese desconocimiento también resulta atractivo e intrigante. Me considero una persona demasiado estratégica y que siempre he entendido y controlado mi cuerpo en competición, sabiendo hasta dónde sí y dónde no podía dar. Esta vez el escenario era completamente distinto, fui a ciegas. Y de ese desconocimiento salió un primer kilómetro a 3:20'/km. La salida masiva y los calentones que se mete la gente en esta prueba hacen que pasar el primer kilómetro a ese ritmo suponga ir por detrás del puesto 80. Pero las sensaciones eran muy buenas y a partir de ese momento me dediqué a ir poco a poco probando a subir la intensidad. Pasé los km 2, 3 y 4 en progresión y adelantando a mucha gente, y el 5º terminando a 3:07'/km, con la sensación de haber sabido sufrir lo justo y sorprendidísimo con el ritmo medio, 3:14'/km y vigesimotercer puesto.

Progresando (Foto de Adrián Fernández González)

Todavía me acuerdo se sufrir... (Foto de La Nueva España)
Aunque sea una mierda en comparación con lo que corría hace un par de años, vuelvo a la frase del principio, para mí significa mucho. Significa que mi cuerpo ha guardado, que mi cabeza tiene unas ganas de volver enormes y que si quiero puedo estar mejor que en 2015. Pero de momento vamos a ir en orden, sin saltarnos pasos, sin saltarnos etapas, porque hay mucho que cambiar todavía y disfrutando del camino.

Gracias a todos los que os habéis preocupado por mí durante este año apartado de las carreras, y gracias convencerme de que esta es mi vida y este es mi sitio.

¡Queda oficialmente abierta la veda de carreras de Navidad!