domingo, 5 de abril de 2020

CTO DE DUATLETAS DE ZWIFT: Primera crónica virtual

En los tiempos que corren, y en los que se nos vienen, la gente necesita refugiarse anímicamente y evadirse de la realidad. Como si de la película “La vida es Bella” (gran símil de Jaime Menéndez de Luarca) se tratase, a veces, vivir nuestro propio mundo de fantasía nos ayuda afrontar con mayor optimismo y predisposición los problemas reales que nos rodean.

El fin de semana del 4 y 5 de abril, Pedro Ramos, amigo, gran duatleta y mejor persona, decidió crear esa burbuja virtual donde cientos de deportistas pudimos refugiarnos por unas horas. Volver a sentir el gusanillo de la competición cuando sabes que, probablemente, en todo 2020 no vas a ponerte un dorsal, tiene un mérito increíble.

Cuando hemos tocado fondo como sociedad, nos hace falta muy poco para volver a sentirnos llenos e ilusionados. Y las personas que sienten ilusión, transmiten ilusión. Hoy domingo, creo que hay cientos de ellas “contagiando” a su entorno de este sentimiento, gracias a haber podido conectar durante un fin de semana con el deporte, con su gente y con el ambiente sano que se respira.


Creo que este Campeonato de Duatletas de Zwift, organizado casi sin querer, va a ser mucho más importante para el futuro de nuestro deporte de lo que podemos imaginarnos. Nos hemos reinventado, nos hemos adaptado a una situación difícil, y gracias a la tecnología, se han sentado las bases de una forma de evasión (y dolor de patas) inimaginable hace unos días. Hemos creado nuestro propio “juego”, hemos conectado aún estando a cientos (o miles de kilómetros) y nos hemos sentido más acompañados que nunca, rompiendo la soledad del confinamiento. Como en la película, todos hemos sido el niño que se divertía y divertía a los demás viviendo un mundo paralelo de ilusión, dentro de la cruda realidad.

Pero como toda prueba deportiva, por muy virtual que sea, tiene también su parte agónica, su sudor, lágrimas, gritos, nervios… También tiene sus campeones, aunque en realidad todos nos hemos sentido ganadores en la lucha contra el Coronavirus.

El formato de este primer Campeonato de Duatletas de Zwift se iba a disputar a tres rondas para los chicos, y final directa para las chicas. Llevo solo una semana metido en Zwift, pero ya me he hecho una idea de lo que se puede llegar a sufrir sobre la bicicleta. Si además se juntan los mejores duatletas/triatletas de España, os podéis imaginar lo que eso supone. Pero ¡qué feliz nos hace acabar reventados!

Para la primera ronda se eligieron tres circuitos y se repartió a los más de 300 participantes entre los tres. A mi me tocó correr el “Crit city race (A)”. Era la más corta de las tres pruebas; 8 vueltas a un circuito urbano, modo critérium. Pero que sea más corta no significa que duela menos ¡Al contrario! A la 1 de la mañana en California, me subí al rodillo. Competir de madrugada era el hándicap a pagar por vivir tan lejos. Calenté por New York (virtualmente) media hora y me uní al evento a falta de 5 min ¡ERROR! Cuando llegué ya estaban todos colocados y me tocó salir de los últimos. Salir a cola de pelotón en Zwift supone perder los grupos de cabeza. Y perder los grupos de cabeza supone decir adiós a cualquier opción de luchar por la victoria. Tras darse la salida oficial, y para “limpiar” la carrera de corredores que no formaban parte de nuestro campeonato, se decidió establecer la norma de dejar pasar 1 min sin pedalear. Aquí vino mi segundo error. Ese minuto no estaba cronometrado y yo no tenía la referencia del tiempo. Así que no me quedó otra que empezar a pedalear cuando vi que el resto se movía. Desde que das el primer pedal, hasta que el avatar comienza a moverse, suele haber un desfase de 3 o 4 segundos en los que prácticamente creí decir adiós a todas mis opciones. Comencé siendo de los 10 últimos, puesto 140 de unos 150 en total. Cerré los ojos y puse más watios en los pedales durante los primeros 2 min de los que nunca antes había puesto. Cuando volví a levantar la cabeza ya iba en un grupo cercano al puesto 100. Miré referencias y busqué gente conocida a mi alrededor. Allí estaba Gonzalo Fuentes, uno de los cabeza de serie que también debió de quedarse atascado en la salida. Fui con él y más corredores durante un par de vueltas, donde pudimos ir cogiendo pelotones que se nos iban uniendo. A falta de 5 vueltas ya estaba en el grupo del puesto 80 para atrás. Con nosotros venía Miguel, compañero del Vetusta triatlón, y Pablo Marcos, amigo del Campeonato del Mundo 70.3 de Chattanooga, en 2017. Seguimos pillando gente a una velocidad endiablada. Aunque no daba un duro por conseguir una de las 33 plazas que daban acceso a la semifinal, intenté darlo todo y probar mis límites durante los 20’ de carrera. A falta de una vuelta nuestro grupo era enorme, comprendido entre los puestos 55 y 90 aproximadamente. Llegamos al último kilómetro. Esperé en mitad de pelotón hasta los 300 metros finales para lanzar el sprint y conseguí colarme en el puesto 59, y el 23 de los españoles. ¡Clasificado! Menudo calentón. 20’ a 324 watios (4.5 w/kg) lo que suponía mi récord de potencia y nuevo FTP.

Contento pero muerto, intenté dormir algo antes de la semifinal, a las 6:45 de la mañana en California. Iba a ser duro pasar la noche en vela, pero merecía la pena. Tras a penas una hora de siesta, vuelta a la bici. Dos semifinales, de 50 corredores y 25 plazas cada una para  acceder a la final del día siguiente. Me tocó en la semifinal 1, de nuevo encuadrado con amigos como Miguel Arbesú, o compañeros de batallas en Cantabria como Sergio Sobrino. Circuito rompepiernas, a tres vueltas con una subida dura en cada una de ellas. En total serían unos 40’ de carrera, por lo que no podía tampoco salir a los mismos watios que la primera ronda.

Aprendiendo de mis errores, esta vez me uní al evento media hora antes, de los primeros. Y me pude poner en primera fila. En el calentamiento las piernas iban solas. Las sensaciones eran buenísimas y sin fatiga. Llegó el momento de salir, y al igual que en la ronda anterior, nos quedamos parados 1 minuto antes de empezar nuestra carrera. Pero… la tecnología y la mala suerte hizo que mis pedales transmitieran una señal de potencia falsa e instantánea al ordenador (yo estaba completamente quieto) que hizo que mi avatar se moviera 15 metros hacia delante ¿Y ahora qué hago? Porque eso es descalificación. Para compensarlo, y aunque se debiera a un error tecnológico, decidí quedarme parado 3 segundos desde que dieran la salida hasta empezar a pedalear (ver video debajo). Esos 3 segundos son clave para coger grupo, pero creí que sería lo más justo para demostrar la no intencionalidad de mi problema anterior. Salí con todo, rabiado y dando watios como nunca. Por suerte, un minuto después conseguí unirme al grupo de cabeza. El pelotón era enorme, y el ritmo fuerte, por lo que no hubo tiempo para relajarse antes de la primera subida ¿Resultado? Que me espatarraron en la rampa. ¡Qué agonía! Los ataques en esta primera vuelta habían roto el grupo. Me quedé descolgado pero con la cabeza fría y mucho sufrimiento, fui remontando poco a poco y cogiendo a gente que también se había quedado suelta por delante. Conseguí contactar con el grupo de Gonzalo Fuentes y Sobrino antes de la subida de la siguiente vuelta, donde, esta vez, no que quedé. Faltaba un solo giro, y sabía que si aguantaba en ese pelotón tenía la clasificación asegurada. Sufrí como un perro para ir a su rueda, y en la tercera y última subida volví a quedarme. Tan solo 3 kms a meta. Agaché la cabeza y conseguí de nuevo contactar con el grupo, a falta de 800 metros. Un respiro de unos segundos y sprint (ver vídeo debajo), esta vez sin tanta chicha como en la ronda anterior, pero que me permitió colarme 8º de los españoles y sacar billete para la final. 317 watios medios en 41 min (4.4 w/kg), y nuevo récord para mí. Mi FTP de nuevo actualizado por segunda vez en una noche…. Si llego vivo a la final, será un milagro.





Pasé el sábado entero sin dormir, salvo una siesta de una hora por la tarde. La final, sería a las 2:10 am aquí en California. En ella estaban grandes nombres del duatlón/triatlón español como Antonio Benito, Okamika, Pello Osoro, Emilio Martín, Gustavo Rodríguez… Yo era de la partida tras gestionar los problemas de una posible descalificación por en incidente de la semifinal. Finalmente primó la justicia y pude correr. Pero las condiciones ya no eran las mismas que el día anterior. 48 horas sin dormir y carrera de madrugada, sumado al sobre-esfuerzo de las rondas anteriores y que el circuito de la final era durísimo (subida a Alp de Zwift incluida) hicieron que mi nivel fuera nulo en esta final. Me subí al rodillo porque quería tener la oportunidad de competir con los mejores, aunque mis piernas pedían cama. Ya en el calentamiento vi que no había watios, así que me esperaba más de una hora de agonía extrema. Se dio la salida y me quedé descolgado nada más empezar. Por suerte coincidí en estos primeros 15 kms de aproximación al puerto con Miguel Arbesú. Pero una vez llegaron las rampas de Alpe de Zwift tuve que bajar el pistón y tomármelo con calma. Disfruté de la subida a un ritmo ridículo, y completé la prueba a 270 watios medios, puesto 41 de la carrera. Aunque fui de los últimos, la sonrisa por haberme sentido tan cerca de mi mundo, estando tan lejos, no me la quita nadie.


Mil gracias a todos por la ilusión transmitida.

¡Nos vemos en Watopia!

domingo, 2 de febrero de 2020

DUATLÓN DE OVIEDO: No hay día malo en un ambiente feliz


A veces viene muy bien una dosis de realidad. Pasar de cola de ratón a cola de león es duro, pero a la vez mucho más productivo y gratificante si se consigue un buen resultado. Y es que no sé en qué estaría pensando cuando me apunté a este Duatlón de Oviedo, clasificatorio para el campeonato de España y con dos plazas para el europeo. Lo que había en juego hoy, en Oviedo dejó claro que la parrilla de salida no iba a ser cosa de asturianos.

Tan solo 100 duatletas pudimos inscribirnos a la prueba con más nivel que se va a disputar en España antes del campeonato de Europa. Y de esos 100, buena representación del Vetusta, con Miguel Arbesu, Eloy Norniella, Ángel Fernández, Pelayo Villota, David González, Adri García y yo mismo. Nada más y nada menos que 7 “Vetustos” en competición, pero lo mejor fue ver a casi todo el resto del equipo animando.


Recuerdo aquel año 2015, cuando un grupo de chavales nos juntábamos bajo los colores del Bender Triatlón e íbamos a las competiciones de Cantabria con la ilusión de un campeonato del mundo. Ese grupo transmitía entusiasmo por todo lo que hacía. Poco a poco la gente fue perdiendo la motivación por los duatlones y triatlones locales (yo incluido), los objetivos comunes que antes teníamos fueron divergiendo, y al final esa llama por competir se apagó. Pero mientras duró, lo recuerdo como uno de los mejores momentos de mi vida. Pues bien, cuando ya pensaba que esas sensaciones eran cosa del pasado, llegó el Vetusta, con un grupo de gente de Oviedo, del barrio, con las mismas ganas e ilusión que aquel Bender Triatlón. No fiché por el Vetusta por lo que me dan o me dejen de dar, fiché por el Vetusta porque me hicieron sentir de nuevo esas ganas e ilusión. Recuperar la pasión por carreras de casa y compartirlas en equipo es lo máximo que un club me puede ofrecer. Por eso estoy aquí, vestido de azul, y feliz de ello.


Pero volvamos a Oviedo. Mañana perfecta en este 2 de febrero de 2020. Llegamos con tiempo al Parque San Francisco. Nos juntamos todos bajo la dirección y organización de nuestro CEO, Marqui, para colocar los dorsales y la bici, y a las 10 de la mañana formamos en línea de salida. Ya de entrada la salida era estrecha. Pues si a eso le sumas una curva a los 70 metros en la que solo cabemos de tres en tres, el tapón está asegurado. Hoy me tocó salir con el dorsal 85 (de 100), lo que hizo que me colocara muy atrás en la salida. La velocidad con la que empiezan la carrera, segurament iba a provocar que me quedase descolgado nada más empezar, así que cabeza fría y a intentar ganar posiciones poco a poco. Lo de cabeza fría me duró lo mismo que tardaron en dar el bocinazo...


Como estaba previsto, al llegar a la primera curva casi me tengo que parar. Veo por delante que el grupo se ha estirado y cabeza de carrera me saca 100 metros en los 200 primeros metros de carrera. Bajamos por dentro del parque, paralelos a Toreno, y todo el mundo va rápido. Soy incapaz de remontar posiciones en la bajada, pero al llegar al llano y comenzar a subir me caliento y empiezo a pasar gente. Muy poco a poco, porque van rápido, pero aún así consigo progresar algo en el grupo. Este calentón me hace ir muy por encima de mi ritmo. Veo a Celestino a mi lado, también algo retrasado. Este es de los que queda por delante, tan mal no voy (pienso). También iban cerca Peón, Tijero y Barroso. Sin embargo yo seguía empeñado en avanzar, porque eran muchos corredores los que veía por delante. Al pasar por la primera vuelta empiezo a notar que la mecha está acabándose, y al terminar la bajada de la segunda vuelta, efectivamente, se termina la mecha, toca pólvora y ¡BOOOM! Explota la bomba. ¡Qué pelotazo! Pongo el modo supervivencia, empiezo a ceder con Peón, mi referencia hasta entonces, y me empieza a pasar gente por detrás ¡Quedan dos vueltas y media todavía! No sé cómo pude acabar este primer segmento, pero creedme, ha sido el peor y más agónico que recuerdo en años.



Llego ciego a la transición, pero al menos no me confundo de bici y hago el cambio en unos decentes 24 segundillos. Corro con la bici en la mano, descalzo, por el duro suelo del Parque San Francisco, hasta salir a Santa Susana. Sigo ciego, de hecho no puedo dar detalles de cómo me subí a la bici ni de como fueron esos primero metros porque en mi cabeza solo había pajaritos revoloteando. Sin pensar, comienzo a pedalear detrás de Barroso, calle Toreno abajo. El circuito de bici de 4 km al que había que dar 5 vueltas era peligrosísimo, muy técnico, muchas curvas y muchos baches. No me imaginaba que el centro de Oviedo estuviera tan mal asfaltado. En la primera vuelta se fue formando un grupo con gente que iba suelta por delante y otros que enlazaron por detrás. Las subidas las hacíamos con “sobredosis” de vatios, y las bajadas con algo de cautela. Pasamos la primera vuelta y empecé a tener consciencia de dónde estaba. 


Las piernas empezaron a funcionar y me dediqué a salvar el pellejo, ir siempre atento a los demás para evitar accidentes y también atento a posibles ataques. La experiencia me está ayudando a distinguir los ataques que son de verdad de los de fogueo, y ante estos últimos lo mejor es mantenerte a un ritmo constante, aunque cedas unos metros, porque luego siempre hay un parón y acabas contactando de nuevo. En la vuelta dos enlazó con nosotros mi compañero Eloy, que es una máquina en bici, y en la vuelta siguiente Castilla. En ese momento decidí que era mejor marcar por delante los posibles cambios de ritmo y evitar el efecto látigo de los giros de 180 grados. El ritmo del grupo de unos 20 duatletas en el que iba era bueno. Nos cruzábamos con cabeza de carrera prácticamente en el mismo sitio en cada vuelta.


La cuarta y quinta vuelta pasaron sin muchas complicaciones. Llegamos a boxes todos juntos y, cómo no, me acabé bajando de los últimos. Fue un segmento de bici exigente, a 315 vatios medios, lo cual me iba a servir de test para ver cómo corro tras una bici dura y en fatiga. Al bajarme casi me caigo, no por tropezar, si no por falta de chicha ¡Joder qué día! La bajada descalzo con la bici en la mano hasta la T2 se me hizo eterna. Llego a mi sitio, dejo la bici, me pongo rápido las zapatillas y salgo a correr en torno al puesto 40. En realidad no me jugaba nada, pero cuando perteneces a un club siempre salen esas fuerzas extra derivadas del “por si acaso hacemos pódium por equipos”. Así que, más por el Vetusta que por mí mismo, empecé a correr fuerte. 


En la primer vuelta las sensaciones fueron mejorando y avancé unos 10 puestos. Pero en los duatlones sprint solo tienes 2,5 kms al final, demasiado poco para remontar. A mitad de segunda vuelta ya me había colocado primero del grupo de bici. Por delante un mundo hasta el siguiente, Miguel Arbesu. Sufrí un poco los últimos metros para hacer el mejor tiempo posible por el equipo, y entré en meta en el puesto 23, a años luz de la élite de España pero contento con las sensaciones del final.


El esfuerzo se vio recompensado al verme entre los mejores tiempos del segundo parcial a pie, parecido al de duatletas internacionales como Javi, Berlanas, Cristobal… Y mucho más recompensado al ver al vetusta cuarto por equipos. Medalla de chocolate a solo 20 segundos del pódium. Eso sí, primer equipo asturiano en meta, lo cual, para nosotros, es un gran logro.


Bonita, dura y sufrida carrera. Es un lujo compartir calle con los mejores duatletas del panorama nacional, pero más lujo aún es poder presumir de tener la mejor afición apoyándonos ¡GRACIAS!

…y que dure…