A veces viene muy bien una dosis de realidad. Pasar de cola
de ratón a cola de león es duro, pero a la vez mucho más productivo y
gratificante si se consigue un buen resultado. Y es que no sé en qué estaría
pensando cuando me apunté a este Duatlón de Oviedo, clasificatorio para el
campeonato de España y con dos plazas para el europeo. Lo que había en juego hoy, en Oviedo dejó claro que la parrilla de salida no iba a ser cosa de asturianos.
Tan solo 100 duatletas pudimos inscribirnos a la prueba con
más nivel que se va a disputar en España antes del campeonato de Europa. Y de
esos 100, buena representación del Vetusta, con Miguel Arbesu, Eloy Norniella, Ángel
Fernández, Pelayo Villota, David González, Adri García y yo mismo. Nada más y
nada menos que 7 “Vetustos” en competición, pero lo mejor fue ver a casi todo
el resto del equipo animando.
Recuerdo aquel año 2015, cuando un grupo de chavales nos
juntábamos bajo los colores del Bender Triatlón e íbamos a las competiciones de
Cantabria con la ilusión de un campeonato del mundo. Ese grupo transmitía
entusiasmo por todo lo que hacía. Poco a poco la gente fue perdiendo la
motivación por los duatlones y triatlones locales (yo incluido), los objetivos comunes que antes teníamos fueron divergiendo, y al final esa
llama por competir se apagó. Pero mientras duró, lo recuerdo como uno de los
mejores momentos de mi vida. Pues bien, cuando ya pensaba que esas sensaciones
eran cosa del pasado, llegó el Vetusta, con un grupo de gente de Oviedo, del
barrio, con las mismas ganas e ilusión que aquel Bender Triatlón. No fiché por
el Vetusta por lo que me dan o me dejen de dar, fiché por el Vetusta porque me
hicieron sentir de nuevo esas ganas e ilusión. Recuperar la pasión por carreras
de casa y compartirlas en equipo es lo máximo que un club me puede ofrecer. Por
eso estoy aquí, vestido de azul, y feliz de ello.
Pero volvamos a Oviedo. Mañana perfecta en este 2 de febrero
de 2020. Llegamos con tiempo al Parque San Francisco. Nos juntamos todos bajo
la dirección y organización de nuestro CEO, Marqui, para colocar los dorsales y
la bici, y a las 10 de la mañana formamos en línea de salida. Ya de entrada la
salida era estrecha. Pues si a eso le sumas una curva a los 70 metros en la que
solo cabemos de tres en tres, el tapón está asegurado. Hoy me tocó salir con el
dorsal 85 (de 100), lo que hizo que me colocara muy atrás en la salida. La
velocidad con la que empiezan la carrera, segurament iba a provocar que me quedase
descolgado nada más empezar, así que cabeza fría y a intentar ganar posiciones
poco a poco. Lo de cabeza fría me duró lo mismo que tardaron en dar el bocinazo...
Como estaba previsto, al llegar a la primera curva casi me tengo que parar. Veo
por delante que el grupo se ha estirado y cabeza de carrera me saca 100 metros
en los 200 primeros metros de carrera. Bajamos por dentro del parque, paralelos
a Toreno, y todo el mundo va rápido. Soy incapaz de remontar posiciones en la
bajada, pero al llegar al llano y comenzar a subir me caliento y empiezo a
pasar gente. Muy poco a poco, porque van rápido, pero aún así consigo progresar algo en
el grupo. Este calentón me hace ir muy por encima de mi ritmo. Veo a Celestino
a mi lado, también algo retrasado. Este es de los que queda por delante, tan mal no voy (pienso). También iban cerca Peón,
Tijero y Barroso. Sin embargo yo seguía empeñado en avanzar, porque eran muchos
corredores los que veía por delante. Al pasar por la primera vuelta empiezo a
notar que la mecha está acabándose, y al terminar la bajada de la segunda
vuelta, efectivamente, se termina la mecha, toca pólvora y ¡BOOOM! Explota la bomba. ¡Qué pelotazo!
Pongo el modo supervivencia, empiezo a ceder con Peón, mi referencia hasta entonces, y me empieza a pasar
gente por detrás ¡Quedan dos vueltas y media todavía! No sé cómo pude acabar
este primer segmento, pero creedme, ha sido el peor y más agónico que recuerdo en años.
Llego ciego a la transición, pero al menos no me confundo de bici
y hago el cambio en unos decentes 24 segundillos. Corro con la bici en la mano,
descalzo, por el duro suelo del Parque San Francisco, hasta salir a Santa
Susana. Sigo ciego, de hecho no puedo dar detalles de cómo me subí a la bici ni
de como fueron esos primero metros porque en mi cabeza solo había pajaritos revoloteando. Sin pensar, comienzo a pedalear detrás de
Barroso, calle Toreno abajo. El circuito de bici de 4 km al que había que dar 5
vueltas era peligrosísimo, muy técnico, muchas curvas y muchos baches. No me
imaginaba que el centro de Oviedo estuviera tan mal asfaltado. En la primera
vuelta se fue formando un grupo con gente que iba suelta por delante y otros
que enlazaron por detrás. Las subidas las hacíamos con “sobredosis” de vatios,
y las bajadas con algo de cautela. Pasamos la primera vuelta y empecé a tener
consciencia de dónde estaba.
Las piernas empezaron a funcionar y me dediqué a
salvar el pellejo, ir siempre atento a los demás para evitar accidentes y
también atento a posibles ataques. La experiencia me está ayudando a distinguir
los ataques que son de verdad de los de fogueo, y ante estos últimos lo mejor
es mantenerte a un ritmo constante, aunque cedas unos metros, porque luego siempre
hay un parón y acabas contactando de nuevo. En la vuelta dos enlazó con nosotros
mi compañero Eloy, que es una máquina en bici, y en la vuelta siguiente Castilla.
En ese momento decidí que era mejor marcar por delante los posibles cambios de
ritmo y evitar el efecto látigo de los giros de 180 grados. El ritmo del grupo
de unos 20 duatletas en el que iba era bueno. Nos cruzábamos con cabeza de
carrera prácticamente en el mismo sitio en cada vuelta.
La cuarta y quinta vuelta pasaron sin muchas complicaciones.
Llegamos a boxes todos juntos y, cómo no, me acabé bajando de los últimos. Fue
un segmento de bici exigente, a 315 vatios medios, lo cual me iba a servir de
test para ver cómo corro tras una bici dura y en fatiga. Al bajarme casi me
caigo, no por tropezar, si no por falta de chicha ¡Joder qué día!
La bajada descalzo con la bici en la mano hasta la T2 se me hizo eterna. Llego
a mi sitio, dejo la bici, me pongo rápido las zapatillas y salgo a correr en
torno al puesto 40. En realidad no me jugaba nada, pero cuando perteneces a un
club siempre salen esas fuerzas extra derivadas del “por si acaso hacemos pódium
por equipos”. Así que, más por el Vetusta que por mí mismo, empecé a correr
fuerte.
En la primer vuelta las sensaciones fueron mejorando y avancé unos 10
puestos. Pero en los duatlones sprint solo tienes 2,5 kms al final, demasiado
poco para remontar. A mitad de segunda vuelta ya me había colocado primero del
grupo de bici. Por delante un mundo hasta el siguiente, Miguel Arbesu. Sufrí un
poco los últimos metros para hacer el mejor tiempo posible por el equipo, y
entré en meta en el puesto 23, a años luz de la élite de España pero contento
con las sensaciones del final.
El esfuerzo se vio recompensado al verme entre los mejores
tiempos del segundo parcial a pie, parecido al de duatletas internacionales
como Javi, Berlanas, Cristobal… Y mucho más recompensado al ver al vetusta cuarto
por equipos. Medalla de chocolate a solo 20 segundos del pódium. Eso sí, primer
equipo asturiano en meta, lo cual, para nosotros, es un gran logro.
Bonita, dura y sufrida carrera. Es un lujo compartir calle
con los mejores duatletas del panorama nacional, pero más lujo aún es poder
presumir de tener la mejor afición apoyándonos ¡GRACIAS!
…y que dure…
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