sábado, 30 de julio de 2016

Clontarf Half Marathon (Dublín): ¡DIANA, Temple Bar y otros menesteres!

El verano va pasando y una semana después de haber comprobado que la forma no se pierde tan rápidamente, puse rumbo a Dublín para acompañar a mi amigo Pablo Ibarguren en una parte de su reto de completar 12 medias maratones en 12 países distintos en 12 meses. La delegación astur-cántabra-madrileña (Pablo, Javi, Marta, Haritz y yo) desembarcó en la capital Irlandesa con el objetivo de combinar deporte y turismo en un mismo fin de semana. La Media Maratón de Clontarf (barrio al Noreste de Dublín) fue la prueba elegida por el bueno de Pablo para cumplir con la prueba correspondiente al mes de Julio. Por mi parte, ninguna pretensión más allá de disfrutar de un fin de semana de vacaciones, pero siempre con la idea de salir a darlo todo en carrera.



El sábado por la mañana amanecimos los 5 valientes bien tempranito, y devoramos unos copos de avena en el "Cottage" antes de poner rumbo a la zona de la salida. Las nubes negras y la amenaza constante de lluvia nos acompañaron mientras nos íbamos acercando al costero barrio de Clontarf. 



El ambiente que vi al llegar no tiene nada que ver con el de las carreras en España. En Irlanda los populares son populares de verdad, y eso se notó desde el primer momento. La gente súper tranquila, nada de tensión en el ambiente y la sensación de que íbamos a dar un paseo en vez de a correr una Media Maratón. Aún así, entre los más de 2000 participantes, por estadística, alguno habría que quisiera salir a competir, digo yo. Por si acaso me puse las voladoras y el pantaloncito corto del Selaya (desentonando un poco con la mayor parte de la gente). Hice bien, porque cuando me fui a colocar en primera fila ya se veía otro panorama. Entre esos miles de corredores sí que había unos cuantos con pinta de correr.



A las 10 de la mañana y con una fina lluvia se dio la salida por el estrecho paseo marítimo de Clontarf. Me coloco con los primeros nada más salir, pero sin dar la cara porque prefiero ir conociendo al personal. El ritmo al comienzo es bastante tranquilo y para mi sorpresa, nada más pasar el primer kilómetro nos habíamos quedado 4 corredores, nada más, en cabeza. ¿Qué es esto? Estaba claro que el nivel no era muy alto, así que con 20 kilómetros por delante hice lo que nunca suelo hacer: irme solo. ¿Locura? pues no lo sé, pero cuando pasé por la pancarta del kilómetro dos y empecé a pensar que me iba a tener que meter los 19 kilómetros restantes yo solo, se me quitaron las ganas. 



Afortunadamente, mi acelerón provocó la ruptura del grupo en el que iba y la reacción de un atleta que pronto se convertiría en mi mejor aliado. El ídolo local Gary O´Hanlon, ganador de las últimas ediciones de esta carrera y atleta veterano con muy buenas marcas (2:21 en la maratón de Londres de este año, por ejemplo) era quien me iba recortando terreno, hasta que en el kilómetro 3.5, y coincidiendo con el inicio del segmento sobre la arena de algo más de tres kilómetros, se unió a mí. "Hi, I´m Gary, nice to meet you" me espetó en un perfecto inglés irlandés a la vez que me estrechaba la mano. Fue el inicio de una conversación cuanto menos curiosa. Durante todo el tramo de arena nos presentamos y nos contamos nuestra vida en prosa, en verso y de todos las maneras posibles; no sin dificultad, pues mi oído no está muy acostumbrado al acento irlandés y a veces me costaba un poco entenderle. ¡Qué majete el Gary! Fue sin duda lo mejor de la carrera, poder ir conversando con él, y escuchando batallitas de este veterano corredor. 

Cuando salimos del arenal aún nos quedaban 4 kilómetros hasta el giro de 180 grados para después volver a meta por el mismo camino. La conversación seguía, pero no tan viva como antes. He de reconocer que corriendo a algo menos de 3:30 cuesta mantener la palabra. Pero gracias a esto la primera parte de la carrera se me pasó volando y sin darme cuenta llegamos al giro para emprender la vuelta. Mismo recorrido y nuevo paso por la playa. El viento lateral era bastante molesto y hacía que mis piernas se chocaran una con otra, dándome la sensación de ir descoordinado. Los primero kilómetros tras el giro, aunque ya hablásemos, también se hicieron amenos porque nos íbamos cruzando con todos los participantes. Yo iba fijándome para saludar a mis compis de viaje. El primero en cruzarse conmigo fue Pablo, con su eterna sonrisa en la boca. Poco después Javi y a unos metros Marta. Todos llevaban buen aspecto, por lo que me alegré bastante y me dio ánimos para seguir apretando. Poco a poco Gary fue cediendo metros. No me lo esperaba, porque un tío de 2:21 en maratón debería ser capaz de correr a ritmos de 3:15 sin problema, que es cómo íbamos en ese momento, pero tendría un mal día o no sé que le pasaría. 

Ya en solitario afronté el duro tramo por la arena, esta vez mucho más duro que en la ida, y no solo por la falta de compañía, sino por el viento, que en ese segmento soplaba de cara. Aun así, cada vez que giraba la cabeza veía a Gary más lejos... Fue entonces cuando se produjo la anécdota graciosa del día. El señor que habría la carrera en bicicleta y que en la ida había ido cómodamente pedaleando con el viento a favor, a la vuelta debió de entrarle la pájara y el pobre iba con una cara de desencajado y sufriendo más que nosotros. Le adelanté y le pregunté que si estaba bien, y me dijo que se le estaba haciendo larga la prueba. El problema de pasar a la bici que abría carrera es que ya no me podían marcar el circuito, pero más o menos me acordaba de la ida. Fui completando los últimos kilómetros con muy buenas sensaciones y disfrutando, hasta que a falta de unos metros para meta, y ya en el último tramo con viento a favor, el hombre de la bici pudo pasarme y llegar antes que yo, aunque sin tiempo para avisar por megafonía de que llegaba el primero, por lo que de mi victoria no se enteró ni el tato jejejeje. 



Como dije al principio, ambiente popular, y me encanta. Entré con un tiempo de 1 hora 13 min y 55 segundos, que para haber hecho 7 kilómetros de arena y habiendo pasado parte de la carrera conversando con Gary, no está mal. Gary entró un minuto después, y el tercero creo que 3 o 4 minutos más tarde.

Con Gary
Me reencontré con Haritz nada más terminar, quien tampoco se había enterado de mi llegada, y un rato después con Pablo y Javi, que entraron entre los 200 primeros. Marta decidió volver despacito y no completar la carrera, lo cual nos supuso un gran susto, porque no la veíamos aparecer y empezamos a comernos la cabeza con que pudiera haberle pasado algo.



En definitiva, una carrera chula, popular, con un ambiente increíble, y nuevos amigos irlandeses hechos ¿se puede pedir más? pues sí, y fue lo que hicimos después, turismo, gastronomía y buena fiesta.







¡Gracias por este gran fin de semana!

domingo, 3 de julio de 2016

10 km Renault Street Run de Oviedo 2016: Viviendo de rentas

Tres semanas de inactividad competitiva y de descanso activo tras el Medio de Valencia fueron suficientes para regenerar cuerpo y mente, recuperar los kilos de la “felicidad”, como yo les llamo, y volver a vestirse de corto para comprobar hasta qué punto se puede vivir de rentas.

En una preciosa mañana de verano y en la tranquila (en fechas estivales) ciudad de vetusta, se dio cita la edición de este año de los 10 kilómetros de Oviedo, patrocinada en esta ocasión por Renault, y que forma parte de un circuito a nivel nacional de esta distancia.

Volver a correr en casa siempre motiva y es un aliciente, pero hacerlo sin estar al 100% y después de haber ganado la San Silvestre y, el año pasado, esta misma prueba, hace que uno se ponga un poco de presión. Pero no, no iba a salir a los 10 kilómetros de Oviedo presionado, iba a hacerlo para disfrutar-sufriendo por las calles de mi ciudad.



Tranquilo y relajado bajé, como de costumbre, trotando desde casa hasta la calle Uría, salida y meta de la carrera. Aproximadamente 600 inscritos (más que público) listos para dar un par de vueltas a un circuito de ida y vuelta hasta el barrio ovetense de la Florida. En parrilla de salida viejos conocidos que volvían a por la corona carbayona, como Pablo Ibáñez, y  también otros rivales duros como Adrián Iglesias, Fernando Canellada, Máximo Cordero, Alfredo Begega… o “el menda” que aquí escribe y que, en la medida de lo posible, iba a intentar hacer algo decente en la prueba.

Alargué el calentamiento hasta un poco más de media hora para terminar de soltar los mocos que tengo agarrados a la garganta por el catarro de esta última semana, y con la tráquea medio limpia me coloqué en primera línea. No me gusta ser protagonista de la película al principio, pero salir bien posicionado es importante para evitar tropezones y controlar la cabeza de carrera desde el comienzo.



Se da el pistoletazo de salida y no tarda nada en estirarse el grupo. Pablo Ibáñez nos pone en fila antes de terminar Uría y girar hacia independencia. ¡¡Puff!! ¡Qué poco acostumbradas tengo las piernas a estos ritmos! Rezando para que la musculatura se adapte rápido llegamos a la primera subida a Viaducto Marquina, en la que el ritmo se ralentiza, y yo lo agradezco. Sé que cuando enfilemos la Losa, Pablo va a poner su ritmo y, muy probablemente se va a ir. Dicho y hecho, lo que tardó en ponerse la carretera plana fue lo que tardó Iba en emprender su aventura en solitario. Por detrás me quedé yo, agazapado a la sombra de Adrián Iglesias, Alfredo Begega y Máximo Cordero. No quería perder la estela de este tren, pues en él iban dos de los vagones candidatos a los tres puestos de pódium. Poco antes del kilómetro tres y cuando le estaba cogiendo el punto a la carrera, Adrián cambió el ritmo y se fue sólo a por Pablo. Yo me quedé detrás de Begega y Máximo, aguantando como podía el intento de ambos de cerrar el hueco con Adrián. En la bajada a Viaducto Marquina, Arturo Prieto, que hacía la carrera de 5 km, nos adelanta como un obús. Me imaginé que ese cambio sería para entrar ya a meta y ni yo ni ninguno de los del grupo hizo ademán de seguirle. Al disputarse en paralelo la prueba de 5 km y la de 10km, corríamos el riesgo de cebarnos con los que iban a por la corta, y eso me pasó a mí cuando en el kilómetro 4,5 Máximo aceleró ligeramente y yo, pensando que era rival para la de 10 kilómetros, me calenté más de la cuenta y sufrí para que no se me fuera esa rueda… Pero al pasar por meta para iniciar la segunda vuelta y ver que él se mete en la de 5km me vine abajo… ¡La hemos liado! Pensé.



Me encuentro en tierra de nadie, con media carrera por delante y con un ritmo que sé que va a ir a menos… Ya no recordaba lo que era sufrir así. Decido, por tanto, bajar el pistón y dejar que Alfredo Begega vuelva a contactar conmigo para ir acompañado toda la última vuelta. La falta de series y de ritmos altos en las piernas no me daban confianza para tirar yo solo, por lo que me refugié a la estela de Begega, que me dio caza antes del kilómetro 6. ¡Cómo me hizo sufrir! Del 6 al 7 a punto estuve de tirar la toalla, pero pensar en renunciar a un pódium en Oviedo cuando lo tienes tan a tiro es como clavarte un pincho en el culo, te hace saltar más y sufrir lo indecible. Al girar en la Florida y afrontar la vuelta ya no quedaba otra… Había que lucharlo. Afortunadamente el ritmo no fue a más, e incluso nos dimos un pequeño respiro tras comprobar que el tercer y cuarto puesto iba a estar entre nosotros y que no nos seguía nadie cerca.

En un panorama similar al vivido el año pasado con Fernando Canellada, pero esta vez luchando por ser tercero en vez de primero (y gracias), enfilamos el último kilómetro situado en mitad de la Calle Uría. Ya se huele la meta, y no sé que tienen las metas en Oviedo que te anestesian del dolor y te dan la sensación de tener una marcha más. Con la idea de cambiar el ritmo a falta de 400-500 metros, fuimos recorriendo la Calle Uría, y en el mismo escenario del pasado año, junto al Filarmónica, saqué esa marchita que tenía guardada y pude despegarme de Alfredo para entrar tercero en meta y disfrutar, inesperadamente, de un pódium cimentado en las rentas de este año 2016, que, sorprendentemente, dieron bastante de sí.



33:06 fue el tiempo que tardé en completar los 10 (o un pelín más) kilómetros de recorrido, casi e mismo tiempo que el año pasado pero en un estado de forma mucho peor. Está claro que año a año la base aeróbica mejora y la capacidad de sufrimiento también, por lo que con menos haces igual o más. Los dos primeros… en otra liga. Hoy me hubiese gustado llegar en las mismas condiciones que en Navidad para estar con ellos, con Adrián (1º) e Iba (2º), pero no pudo ser, y sus cajones en el pódium se los ganaron más que merecidamente. De hecho, agradecido estoy de poder compartirlo con ellos, aunque sea mirándoles desde abajo.




Y tras este calentón vacacional va siendo hora de volver a ponerse serio… Nuevos retos nos esperan, nuevos objetivos y nuevas motivaciones. A partir de la semana que viene empieza la caña de nuevo… Algo gordo se está cocinando….

¡¡KEEP GOING!!!