domingo, 2 de julio de 2017

HALF VALENCIA 113: Un poeta campeón, un horno con ruedas y muchas risas


Dicen que los esfuerzos se pagan, y es que meterse la pechada de hacer dos medios Ironman en una semana no iba a pasar desapercibido para mi maltrecho cuerpo. Confiado en poder estirar una semana más el ritmo de carreras, pusimos rumbo a Valencia parte del equipo de “Apaleados Team” En concreto, don Pablo Gutiérrez, alias el “triatleta-poeta”, Segio Bolado, alias “cadena-limpia” y un servidor, alias “el-globero-playero”, más que nada por las pintas con las que me paseé por la playa de la Malvarrosa el Viernes, cuando llegamos a Valencia.

Resumen de nuestro viaje en la "Tostadora"

Tras un viaje de los que unen, sudando juntos en la tostadora de Pablo (por favor, arregla ya ese aire acondicionado), mientras sonaba de fondo Andrés Suárez, desembarcamos en el hostal La Barraca. El nombre lo dice todo… pero ¿qué podemos pedir por 20 euros/noche, en primera línea de playa, a 200 metros de boxes y en un fin de semana de Junio en Valencia? Tuvimos que hacer encaje de bolillos para caber los tres con nuestras tres bicis y las maletas en la habitación. Sillas y mesas “al palco”, cabras a la bañera, Sergio al armario… un “Tetris” en toda regla para hacernos hueco y dejar libres las “súper” camas donde pasaríamos dos noches y supuestamente tendríamos que descansar para correr un Medio Ironman. ¡Ahh! ¿que habíamos ido a Valencia a correr un Triatlón? Ya ni me acordaba.

Optimizando espacio en la Barraca, de donde sin beber, sales con resaca

Voy a romper un poco con la típica crónica aburrida y pesada en la que solo hablo de ritmos, rivales, tiempos y competición. Porque a veces las historias hay que contarlas de otra forma (en realidad soy un interesado, sabiendo que en Valencia salió una mala carrera, trato de irme por las ramas… “¡qué pájaro este Pelayo!” jejeje).

Si el viernes cuando llegamos hicimos bien el ridículo por la playa de la Malvarrosa, con Sergio yendo a la playa en playeras y calcetines blancos, yo con una bolsa de Carrefour y Pablo… bueno, Pablo es el único que se salva; el Sábado no fue menos. Decían que había olas. JA JA JA. Ya solo faltó que nos avisaran de peligro de hipotermia si tocábamos el agua. Con nuestros trajes trampa puestos (gracias Fer) catamos el caldo de Valencia, nadando entre boyas y disfrutando de una piscina de agua caliente. Todo apuntaba a que la natación del día siguiente sería sin neopreno ¡Cojonudo! Una cosa menos que lavar al llegar a casa (en realidad me estoy intentando convencer de que no está tan mal nadar sin neopreno, pero mis piernas, que flotan menos que un cacho de hierro, me recuerdan que quizás mejor sería llevar traje)

El show de Ximo: Público y protagonista

Tras acudir al show de Ximo, propulsor del Valencia 113 y de las demás pruebas del circuito nacional “Non-Drafting Series”, nos fuimos a nuestra gruta, La Barraca, para pegarnos una pequeña siesta antes del madrugón del Domingo de carrera.

A las 5:00 am sonaron las alarmas ¡pero si nos acabamos de acostar! Y es que nos gusta madrugar mucho y dejar los deberes hechos bien prontito. La salida prevista para las 7:30h nos obligó a ponernos en marcha tan temprano. Pablo y Sergio desayunaron el “potito” de la abuela de Sergio, más que nada porque no tenían otra cosa. Yo tiré de Triforza para ir ligerito a la carrera. La carga de hidratos de los días previos era más que suficiente para llegar con las reservas llenas.


Nos podemos quedar ciegos, pero este amanecer merece la pena verlo de frente

Y con lo puesto nos fuimos a boxes mientras las luces se iban encendiendo en Valencia. Salir en manga corta a las 6 de la mañana y sentir calorcito puede ser un aviso del horno que se espera horas más tarde. Ya en boxes me fui hasta el rinconcito del fondo, y allí, tímida pero bien acompañada, estaba mi Avenger TM6, que habíamos dejado el día anterior. Un número 2 flanqueaba mi bicicleta y, justo al lado, el 1, de don Emilio Aguayo, un tipo tan normal, que podría pasar desapercibido entre los más de 1000 triatletas que allí estábamos si no fuera por el pequeño detalle de llevar el dorsal 1 y ser, entre otras cosas, Campeón de España de la modalidad y haber quedado segundo, ganando a Jammes Cunama, en el Challenge de Salou, un par de semanas antes. ¡Casi nada! Pero la naturalidad de Emilio se nota incluso momentos antes de empezar la competición. Cuando otros nos ponernos más tensos que cagando sin pestillo (frase para Pablito jeje) él está tan tranquilo, charlando, sin preocupaciones y transmitiendo serenidad, un crack.

Y en estas que estábamos metiendo aire a las ruedas, cuando oigo, justo en frente ,a alguien pegar un grito acompañado de algún juramento en hebreo. Pablo, que había ido a ayudar a Ximo a colocar una valla, se acababa de atravesar el dedo con uno de los hierros salientes y sangraba bastante. ¡Qué puñetera mala suerte! Si es que el pobre, por si no tenía suficiente con los dolores de pubis, rodilla, muelas…. Ahora le habían hecho un piercing en el dedo, a menos de media hora de la salida.

Taponó la hemorragia como pudo, pero el dolor era fuerte y su cabeza empezó a funcionar negativamente. Esto fue, creo, un punto a su favor. Con la idea de que con el dedo así no iba a hacer nada en carrera, se quitó presión, se relajó y salió al Valencia 113 sin esa losa con la que suele ir a las carreras después de haber gastado todas las balas y buenas sensaciones entrenando. Me la estoy jugando, pero creo que esa liberación de presión le hizo completar la mejor carrera de su vida, como luego vamos a ver.

Caminé junto al futuro triunfador del día hacia la arena de la Malvarrosa, con un sol saliente cegador en el horizonte. Al final se iba a nadar con neopreno, aunque creo que la temperatura estaba al límite y si nos hubieran hecho ir sin él no habría protestado nadie. Ya en la arena tuve tiempo de catar las cálidas y saladas aguas del Mediterráneo, a diferencia del Triatlón de Pamplona o Madrid, donde no pude calentar. En Valencia el problema iba a ser enfocar bien las boyas, dispuestas en rombo y camufladas por ese sol que nos cegaba por completo.


Obedientes como pocos, la rayita ni se pisa
Dorsal 2 en liza y con ganas de cerrar a lo grande este primer bloque de carreras de la temporada, centrado en la Copa de España de Triatlón de Media Distancia, me coloqué en primera línea de salida. Compartiendo esa primera línea estaba Emilio Aguayo, Pakillo, César Pereira, José Andújar, Dani González, Cardona…. Y más nombres conocidos de un nivel parecido al mío. Carrera muy abierta en categoría Élite en la que, por qué no, soñaba con colarme en el pódium.


¡Premio para el que sea capaz de apuntar de frente a la boya!
Arrancó la prueba a la hora prevista y los poco más de 50 triatletas de esta primera tanda nos tiramos a las aguas del Mediterráneo como pollos sin cabeza. Ahora lo miro y hace gracia, pero los primeros metros, con el sol de frente, salimos más torcidos que la cola de un gorrino. No levanté al cabeza hasta unos minutos después de la salida, me dediqué a seguir las burbujitas que los de delante iban dejando. Al ser pocos no hubo problema de golpes, y todos nadamos limpiamente. Tardé en orientarme bastante cuando intenté por primera vez situar la primera boya. Además de estar lejos, no se veía por el sol, así que, a pies de otros, rezando para que ellos sí fueran rectos hacia donde debíamos. Llegamos a esa primera boya con los grupos definidos y, por fin, pude situarme en carrera. Como siempre, identifiqué a Sergio nadando un poco por delante, también a Andújar y a Dani. Más o menos lo previsto, los de siempre y un buen grupo para nadar cómodo. Me mantuve atechado, guardando fuerzas, el resto de la natación. No me veía con la frescura de Madrid o Pamplona y en los intentos de salirme de la traza de mis compañeros, el sobre esfuerzo para ir al mismo ritmo era demasiado, así que volví de nuevo a mi guarida dejando que el tiempo fluyera.


Los de siempre. ¡Sergio, tenemos un imán en el agua!
Tocamos la arena de la Playa de la Malvarrosa un grupo de 5 unidades,con grandes ciclistas como mi compi Sergio Bolado, Andújar o Chordá, y corrimos rumbo a la T1 por la pesada arena, cubriendo del puesto 6 al 9. Por delante habían salido Aguayo, Pakillo, Cardona, César Pereira y Fernando Santander. “No puedes perder ese tren, Pelayín” Iba pensando mientras corría como un pato mareado camino de la T1. ¡Cómo me cuesta correr después de salir del agua!


Momento clave, cagada monumental y carrera "al palco"
Entré el último del grupo a mi lugar de boxes, me quité el neopreno, más o menos rápido, me puse el dorsal y, mientras veía a mis compañeros de viaje salir con sus bicis de boxes, hice la cagada del día…. Coger el bidón de isotónico y perder 5 segundos para pegarle un trago… ¡Cinco segundos, sí, cinco puñeteros y míseros segundos en una carrera de más de 4 horas fueron una de las claves de mandar a la mierda todas las opciones! Perder ese tiempo en boxes me hizo salir acelerado, ponerme demasiado apresuradamente las zapatillas y enredarme con ellas, dejándome otros 5 segundillos irrecuperables.

Nada, que no quiere entrar la zapatilla...

Cuando pude empezar a pedalear, miré al fondo y vi el trenecito que debía haber cogido y que en ese momento me sacaba un mundo.

Camino a la perdición

Lo que sí que me saqué yo fueron los ojos durante los primeros 5 kilómetros de bici para intentar recortar el hueco. ¡QUÉ AGONÍA! ¡QUÉ CALENTÓN! A más de 350 watios y no conseguía ver más grande la figura de Dani y Bolado, que eran los que tenía inmediatamente delante. Mi intento por paliar la cagada de boxes duró hasta que las pilas dijeron basta. Cinco kilómetros y explosión. Exploté en todos los sentidos, física y mentalmente. Incapaz de contactar con ellos tiré la toalla, agaché la cabeza sobre mi Avenger y, resignado, empecé a mentalizarme de lo que se me venía encima: 80 kilómetros de bici más solo que la una y sin un ápice de fuerza. La sangría de minutos que me podían caer iba a ser antológica.

¿Cómo se gestiona esa situación? Pues intentando distraer la cabeza para que las piernas, poco a poco, vayan olvidándose del calentón y los kilómetros pasen lo más rápido posible. Mi primera idea fue disfrutar del paisaje… JAJAJAJA, iluso de mi. En medio de una autovía de dos carriles, todos para mi solito, difícilmente iba a disfrutar de las vistas. El primer tramo, hasta Náquera era todo subida y los primeros 15 km por zonas muy “rodables” y carreteras anchas.

Menos mal que tenemos grandes fotógrafos que nos alegran las carreras
Llegué al primer avituallamiento. “¡Cojonudo, porque voy un poco seco!” pensé. Con mi lengua relamiéndose y con ganas de isotónico llegué a esas maravillosas mesas llenas de bidones donde los voluntarios estaban a su bola… ¡Ni uno estaba pendiente de la carrera! Pedí isotónico y pesqué un poco de agua de milagro. El último de la mesa reaccionó a tiempo pero solo pudo darme agua…. ¡Muy bien! Kilómetro 20 y hasta el 55 no volvía a tener avituallamiento…

Sin isotónico y solo con geles y triaforza que yo llevaba conmigo, subí por las preciosas carreteras levantinas que van a parar a Náquera. Allí, un rampón de algo menos de 1 km dicta sentencia y la célula del chip recoge el tiempo de la subida. Para olvidar… dos minutos más que el año pasado… una vergüenza.

Seguía sin fuerza y desconectado, así que traté de mantenerme entretenido saludando a la gente que me animaba. Se notaba que lo hacían por pena que otra cosa, como si estuvieran dándome el pésame en vez de empujando, y casi tenía que animarles yo a ellos más que ellos a mi.

No me merezco este fotón (mucha foto pa tan poco rendimiento)

Después de coronar en Náquera, la carretera se torna “curvosa” y algo delicada durante unos kilómetros. No me la jugué nada, ¿para qué? Por la Sierra de la Calderona, espacio protegido y de gran valor turístico y natural, fui trazando las curvas de las lamentaciones. Cuando la parte técnica se terminó, empezó un tramo, ya casi hasta Valencia, descendente pero con carreteras amplias y óptimo para una rueda lenticular y un 53-11. El segundo requisito lo cumplía, pero las patitas protestaban cada vez que metía el 11, así que, como dice la canción que nos están metiendo este año hasta en las sopa: “Deeees-paaaaa-cito”.

De camino a la segunda transición volví a pasar por el avituallamiento, esta vez con los voluntarios más atentos, pero… ¡SIN ISOTÓNICO! Y mira que pedía a grito pelao que me indicaran qué bidones tenían sales… Pues no, no hubo manera y acabé de nuevo con un botellín de agua en la mano… Con el calor que hacía no me hazo ninguna gracia ir tan justo de sales.

Los pocos kilómetros que faltaban para terminar el suplicio ciclista eran por la autovía de entrada a la ciudad, y yo ya estaba más preocupado de no perderme por las calles de Valencia que de apretar las bielas. Fue entonces, mientras estaba inmerso en mis pensamientos, cuando por fin vi un atisbo de vida en esta carrera. Tras hacer 80 kilómetros más solo que la una, dos triatletas, que también competían en Elite, me dieron caza y pusieron fin a mi periplo en solitario. ¡A buenas horas! Llevaba toda la mañana buscando amigos y van a aparecer justo antes de llegar a la T2. Al menos me sirvieron para guiarme por los giros y bocacalles de la ciudad levantina y así no perderme.

Ya no sé si voy o vengo...
Llegué a la T2 detrás de ellos, en el puesto 11, y a dos veranos y medio del grupo que se disputaba el pódium y donde estaba metido el compi Sergio. Como mucho, y salvo petadas escandalosas de los de delante, podía optar a ser noveno. Llegué a mi sitio en boxes y vi que en los puestos de alrededor estaban todas las bicis colocadas. Impresiona ver un box de 1000 bicis completamente vacío salvo esa “esquinita” donde tienen su lugar reservado los Élite y donde las bicis se amontonaban. Me sentí un poco estúpido al intentar hacerme hueco apretado entre la bici de Emilio Aguayo y la de Dani González estando el resto del box vacío.

Con "toa" la calma
La “paleada” que llevaba encima me hizo tirarme al suelo y calzarme tranquilamente. Total, ya me sacaban 10 minutos los de delante, ¿Qué más daba unos segundos más? Solo me faltó cortarme las uñas y pintármelas, pero al menos aseguraba salir limpito y sin arena entre los dedos.

Me puse de pie, giré el dorsal, busqué la salida de boxes y empecé los 21 kilómetros más llanos, pero a la vez más perros, de cuantos triatlones de distancia Half haya hecho hasta ahora. ¡Qué pereza! 21 kilómetros por delante, 30 graditos de temperatura y subiendo, y una carrera en solitario, presumiblemente, que se antojaba complicada.

Vamos a ver si carburamos o gripamos motor

Aun así, salí a mi ritmo, a 3:30’/km, al que debería poder aguantar y para el que estoy entrenado. En el kilómetro 2 adelanté a los dos triatletas que me pasaron antes de la T2, y no iban lentos. ¡Para nada! Me costó lo suyo adelantarles, y eso que yo iba alegre.

Me puse noveno, y ya de ahí en adelante sí que había un mundo. El paso por las dársenas del puerto de Valencia era una lucha constante por buscar sombra. No importaba hacer más metros, cualquier hilo negro proyectado en el suelo y que sirviera para protegerse de ese solazo valía. Incluso cuando me encontré al padre de Sergio, éste indicó el camino de sombra .

La alegría de ritmo con la que salí en esos primeros dos kilómetros y que, como digo, debería haber sido la que llevara en toda la carrera a pie, se terminó pronto. Recuerdo la petada monumental del año pasado en este mismo triatlón, arrastrándole a 5’/km en el último tramo de carrera por haberme pasado de vueltas al principio. Y este pensamiento, unido a las malas sensaciones que empezaban a aparecer, me hicieron sacar la calculadora y activar el modo supervivencia. ¡Ufffff! ¿A dónde iba yo a 3:30’/km? Una locura a la que le calculaba, como mucho, 5 kilómetros de vida. Así que, coincidiendo con la entrada en el parque y al paso por la Ciudad de las Artes y las Ciencias, puse el piloto automático a ritmo de 3:50-4 e intenté aguantar como pude.
Lo bueno que tiene la carrera a pie de Valencia es que, al ser de ida y vuelta, si llegas a la mitad, por narices tienes que volver y sí o sí la vas a acabar.

"Caputi"
En el kilómetro 5, y mientras me entretenía tratando de recordar el lugar donde el año pasado tuve que hacer una excursión a los setos, me crucé con Fernando Santander, que se había dado la vuelta y venía de frente caminando. Una deshidratación de campeonato dio al traste con la gran carrera que estaba haciendo. Me animó a seguir empujando, tratando de convencerme de que los de delante iban muertos. ¡Anda que yo iba curioso!. Pero en realidad, si vas muerto con 10’ de ventaja, la muerte es menos dolorosa. Sabía que rascar algún puesto más iba a depender de grandes petadas.

Y yo iba justito, tan justito que el primer gel cayó en ese km 5…. En Orihuela lo estiré hasta el km 10, y aquí, ya en el 5 el cuerpo me pedía gasolina. Se la di y parece que me sirvió para mantener el ritmo, trotón, pero constante.

Ximo, el organizador, hace todos los años una clasificación que la llama “The Walking dead”, y que mide la diferencia entre la ida y la vuelta de la carrera a pie, clasificando primero el que más haya petado a la vuelta. Pues si el año pasado estuve en puestos de honor en esta clasificación, este año me negaba a ser protagonista, y por eso (además de porque no podía con los cataplines jejeje) fui tranquilo por las orillas de cauce del el río Turia.

Me pesa hasta el pelo del sobaco, que no tengo...

Al paso por el km 8 ya empecé a fijarme en quien vendría como líder, aunque no hubo sorpresas y pocos metros después me crucé con Emilio Aguayo, que volvía con una frescura que ya quisiera yo. Detrás de Aguayo apareció mi amigo Alberto Romero en bici. Iba acompañando al líder y compañero de entrenamientos, pero al verme pasar se dio la vuelta para saludarme.

Fueron unos pocos metros pero no veáis lo que me sirvieron. De hecho, lo primero que me salió del alma nada más verle fue un “Dame conversación” jajajajaja. Sí, no se me podía ocurrir un “dame agua”, “quítame el viento”, “márcame el ritmo”… tuvo que ser un “dame conversación”, porque el desgaste mental que llevaba tras más de tres horas de carrera sólo, me pedía más entretener la mente que cualquier otra cosa. Desafortunadamente el entretenimiento duró poco, porque Alberto tuvo que darse la vuelta e ir en busca de Emilio.

Seguí mi periplo en solitario, pero ya más entretenido y cruzándome con triatletas que volvían. Segundo iba Pakillo, tercero Andújar, cuarto Daniel González…. Me fui cruzando con todos y a mi me quedaba aún un kilómetro para el giro.

La única motivación fuer ver a Sergio relativamente cerca. Él cerraba el grupo que se había bajado a correr delante de mi y ya le había recortado casi toda la diferencia. Cuando di la vuelta en el kilómetro 10.5, eran algo menos de dos minutos los que me separaban de él.

Afronté el regreso a Valencia de la misma forma que me había tomado la carrera a pie, en modo supervivencia, y no fue hasta el kilómetro 14 cuando alcancé a Sergio. Le di un pequeño empujoncito de ánimo y seguí adelante, sin referencias y apalancado en un octavo puesto al que parece que estaba destinado.

Pero antes de pasar a Sergio me llevé la mayor alegría del día, porque, cuando tu carrera está siendo un calvario, qué menos que alegrarse por la de tus amigos. Y es que, para mi sorpresa, no había llegado yo al kilómetros 13 cuando vi venir de frente a la “bala de Liencres”, al “soneto saltarín”, al “trovador de la Arnía”, al “cohete de rima asonante”, a Don Pablo Gutiérrez. ¿Ya estás aquí? Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Me daba la sensación de que mi presi iba muy muy adelante, y cuando me lo crucé confirmé que, no solo iba en un buen puesto, sino que también iba sobrado de fuerzas. El “cabrrrrrr….” de él me solmenó tal ostia (perdón por la expresión) al chocar las palmas que casi me da la vuelta y quedo mirando para el otro lado. Entre eso y que yo iba justo de fuerzas me pasé unos cuantos metros recomponiéndome del leñazo ¡Sí que va bien el Pablo! Jajaja

Y de ahí al final poco más, sobreviviendo como pude al calor y esquivando a la gente que disfrutaba del día por el paseo de la playa de la Malvarrosa. Me costó vislumbrar el arco azul de meta de A300W entre la maraña de turistas. Aunque como no me jugaba nada, tampoco me desesperé en esos metros finales en zigzag. Último arreón, espalda recta, zancada larga y al menos intentar disimular la “paliza” que llevaba encima.


¡¡META!! Octavo puesto Élite y cuarto medio Ironman en un mes y medio. Hoy pagué la fatiga acumulada de toda la primavera, sufrí lo que no está escrito en bici y no tuve mi mejor carrera, pero aun así, la sonrisa que se me dibujó cuando crucé la meta es reflejo de que en el fondo estoy contento, contento por haber superado momentos difíciles, contento por haber disfrutado del camino y, sobre todo, contento por lo que falta por venir, que es mucho y muy bueno.

Pero antes de cerrar esta crónica y echar las cortinas al primer acto de la temporada 2017, con la Copa de España de Media Distancia como objetivo principal, quiero acordarme del poeta más rápido de España. Porque el choque de palmas del kilómetro 13 con Pablo me dejó, además de un poco desencajado, con la curiosidad de saber qué podía hacer el del Bender Triatlón. Si en 2016 me dio tiempo a terminar la carrera e ir al hotel antes de que Pablito llegara a meta, este año no tuve tiempo ni de tomar el Recovery, y cuando aun estaba de “cháchara” con el resto de corredores que iban llegando, apareció “ricitos del oro” por meta proclamándose ¡SUBCAMPEÓN DE SU GRUPO DE EDAD EN EL HALF VALENCIA 113! ¡ENORME PABLO!

No íbamos a irnos de Valencia sin medalla ¿no?
Es la primera vez que sube a un pódium en triatlón y ahora que llegó a la cúspide de su carrera deportiva ya se puede retirar jajaja. Mira que no estoy acostumbrado, pero esta vez me tocó a mi sacar las fotos del pódium, ¡y orgulloso que estoy de ello! ¡Qué gran fin de semana!

Con el ganador, Don Emilio Aguayo
Bueno señores, como digo, punto y seguido a la temporada, tres semanas de desconexión y de nuevo a preparar los objetivos que vienen, que no son pocos:
- Medio Ironman de Buelna
- Ironman 70.3 World Championchips (Chattanooga, USA)
- Ibiza Half Triatlón (Final de la Copa de España de Media Distancia)

Gracias a todos los lectores valientes que han llegado hasta aquí y aguantan mis crónicas.

Muerte por indigestión del Éxito

Un abrazo a todos y ¡BUEN INICIO DE VERANO!

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