domingo, 9 de julio de 2017

CAMPEONATO DE ESPAÑA DE BIATLÓN: Oro, bronce y antidoping

Otra semana más que se va terminando. Es la segunda de un total de 10 hasta llegar al Mundial de Ironman 70.3. Cuesta mucho arrancar tras un periodo de descanso y los primeros bloques de la planificación, que suelen ser de volumen, se hacen, a veces, un poco pesados y duros. Por eso hay que buscar estímulos que nos ayuden a motivarnos en el día a día. Esta segunda semana el estímulo fue el Campeonato de España de Biatlón, que se disputó en Gijón el Sábado por la tarde. El biatlón es una disciplina deportiva dentro de la federación de Péntatlon Moderno y que, desafortunadamente, no goza de buena salud en lo que a número de participantes se refiere. Solo Asturias, Cantabria, Castilla y León y Galicia estuvieron representadas en el Campeonato de España.

La brevedad y explosividad de este tipo de carreras, en las que hay que completar 1500m a pie, 200 metros de natación y 1500 metros finales a pie, hacen que la gente rehuya de ellas y, aunque sean muy vistosas, no tiene el “efecto llamada” de un Ironman, por ejemplo, donde cruzar la línea de meta es ya un premio, y la clasificación pasa a un segundo plano.

Pues tras una temporada centrada en pruebas de más de 4 horas me planté en Gijón para pegarme el calentón del siglo y pillar algo de velocidad en una carrera de menos de 15 minutos. El mundo está lleno de contrastes y yo quise aportar mi granito de arena pasando de la media distancia al biatlón. Mi compi de equipo, Melanie, se lió la manta a la cabeza y juntos competimos también el relevo mixto, debiendo hacer cada uno un biatlón completo pero de mitad de distancia (750/100/750).


No quise condicionar los entrenamientos a esta carrera que, para nada, era un objetivo. Así que es viernes cumplí con dos horas cañeras de “cabra” y 2000 metros de piscina con alguna serie de 100m y progresivos de 25m. El mismo sábado por la mañana hice un rodaje de 50’ y por la tarde puse rumbo a Gijón con Luis Cue, el hombre más fácil de liar de cuantos pisan tierra jajaja. Pero creo que esta vez me va a agradecer haberle “liado” porque el señorito se volvió para casa con la victoria absoluta en categoría Popular ¡OLEEE!

Llegamos con tiempo para calentar y ver a viejos amigos. Jaime Garrido, Juan Ojanguren, Lucas Ojanguren… entre otros, estaban en el puerto “chico” de Gijón disfrutando de la tarde y, los dos primeros, compitiendo en mi misma categoría por una medalla nacional. Disfruté del calentamiento charlando con ellos y viendo las carreras anteriores, con un Manolo incombustible que da igual lo que le pongan: nieve, agua, hielo… él va a estar ahí dando el cayo pase lo que pase.

Con retraso fuimos llamados a línea de salida. Situación extraña la de correr una carrera a pie con el gorro de natación y las gafas puestas, pero es que perder 5 segundos en la transición puede ser una condena en estas pruebas tan cortas. Entre categorías Junior y Sénior seríamos unos 30 participantes. Como digo, es una pena que el biatlón no sea más popular porque es un deporte muy accesible a cualquier edad y condición física. Entre los Sénior, Jaime, Carlos, Juan y yo éramos los que, presumiblemente, lucharíamos por las medallas.


Se dio la salida y me costó unos 300 metros entrar en carrera. A estos ritmos no estaba acostumbrado yo. Y, aunque las sensaciones eran buenas. no quería explotar muscularmente en el primer sprint. Algo así debió de pensar Carlos que, como yo, se vio encerrado en la salida por la gente menuda, que tienen unos primeros metros más parecidos a los de Usain Bolt que a los que un triatleta. Antes de llegar al giro de 360 grados (había que ir y venir dos veces), Carlos tomó el mando y yo me puse detrás, aunque ya volviendo decidí romper el grupo y dejar descolgados a los nadadores. Lo conseguí y al paso de la primera vuelta (750m) me había escapado con Carlos y habíamos conseguido un pequeño hueco respecto a Jaime, que comandaba el segundo grupo con el gallego Raúl Blanco a su estela.

Llegé primero a la primera transición, me quité las zapatillas y lo que pasó a continuación me hizo cubrirme de gloria. Ante la mirada de decenas de personas que me habían visto liderar, hasta el momento, una prueba de la talla de un “Campeonato de España” , el menda que aquí escribe se lanzó en bomba desde la rampa del puerto deportivo de Gijón, dejando caras de asombro y, por qué no decirlo, provocando el descojone general del público. Es lo que hay, 27 años y todavía no me tiro de cabeza.

Comencé nadando detrás de Carlos, que me superó en ese lanzamiento suicida a las aguas Xixonesas. Aún tengo que perfeccionar mi estilo “bomba” y, quizás, saltar más lejos jajajaja. El trayecto hasta la primera boya fue un suplicio. Hiper-ventilaba y no había manera de coger aire en condiciones. Bastante hice con seguir los pies de mi predecesor. De la primera a la segunda boya más de lo mismo...¿pero quién robó el aire de esta ciudad? Porque no había forma de respirar. Y mientras yo nadaba a lo perro, un grupo de 4, con Jaime y el gallego, entre otros, me adelantó como si fueran tiburones, o más bien como si yo fuera un trozo de plomo. En el tercer y último largo ya me recompuse un poco y al salir del agua quinto, las opciones de pódium pasaban por una remontada a pie y un buen calentón.

Empecé a correr como buenamente pude y poco a poco el cuerpo fue poniéndose a tono. Me coloqué cuarto y tercer Sénior (el gallego era Junior), a la estela de Carlos, al que vi superar a Jaime antes de la primera vuelta. Aproveché para hacer lo propio y ponerme segundo. Quedaba una vuelta y me sentía cada vez mejor, alcanzando a Carlos nada más dar el giro y yéndome solo a por el líder. Últimos metros por el puerto de Gijón y ¡meta! ¡Por qué poco! Me faltaron diez metrillos para pillar a Raúl, pero como él es Junior yo me hice con el Campeonato de España Sénior, por delante de Carlos y Jaime.


Pero la sorpresa llegó nada más acabar, cuando me comunicaron que debía pasar un control antidoping de orina ¿En serio? Mi reacción fue, en partes iguales, de sorpresa y de alegría, porque no solo era la primera vez que debía pasar un control sino que, el hacerlo en lo que se supone que es una prueba menor, da muestras de que hay interés de cortar por lo sano con los posibles tramposos, a todos los niveles,.

Y si habéis llegado hasta aquí y pensabais que una crónica de un Campeonato de España se acababa nada más cruzar la meta, lo siento, pero voy a entreteneros un poco más y contar el post carrera, que fue mucho más entretenido.

Cuando eres seleccionado para pasar un control, te asignan una persona para que esté contigo vigilándote en todo momento hasta que lo hagas. El problema era que 15 minutos después debía correr el relevo mixto con Melanie. Fui conducido hasta el local donde estaban las dos personas encargadas de llevar a cabo los controles, quienes me tomaron los datos, pero… ¿a ver quién era el listo que podía mear nada más competir? Antes de la carrera había vaciado depósitos hasta quedarme en menos que en reserva, lo que unido al líquido sudado tras el esfuerzo, hacía que llenar el botecito fuera poco más que una proeza. Encima tenía que volver a competir unos minutos después. No voy a engañaros si os digo que me agobié un poco en esos momentos.

Me hinché a beber en el rato que estuvieron cogiéndome los datos y, por suerte me dejaron bajar a correr el relevo mixto antes de pasar el control. Eso sí, custodiado en todo momento por una persona que no podía perderme de vista.


Con la barriga hinchada de beber y los músculos fríos de haber parado de repente para subir al local de los controladores, tocó conectar otra vez con el mundo de la competición. Unos 10 equipos tomamos la salida en la prueba de relevo mixto. Melanie lo bordó en su relevo y me pasó el testigo con el pódium casi hecho, tercera. Salí a por los 750 metros iniciales con fuerza pero no tardé ni 100 en tener que echar el freno ¡Qué rigidez y qué pesadez de estómago! El agua botaba en mi barriga y las piernas estaban tiesas del esfuerzo anterior, así que puse el modo supervivencia y acabé la carrera como pude, defendiendo ese tercer puesto y llevándonos el bronce para casa. Segunda medalla del día y muy contento por ello, pero había que volver a la realidad y luchar por el objetivo más jodido del día: llenar el puto bote.

Con mi “guardaespaldas” custodiando mis movimientos en todo momento, volví al local del control antidoping y, osado de mi, aseguré estar listo para mear… ¡Ya la hemos liado! Un protocolo, el de los controles, que ni en la elección del Papa se vio. Todo tiene que hacerse de forma rigurosa. Desde la elección del bote (obligatorio tener tres botes en una mesa para que el deportista elija uno) hasta que procedes a llenarlo, debes entrar en el baño con el controlador, lavarte las manos sin jabón y no tocar nada, secarlas con secador, abrir el sobre que contiene el recipiente, cogiéndolo por la base sin contaminar su interior, hacer lo propio con la tapa, siempre tocándola por la parte de fuera, y lo más jodido, mear hasta la rayita de 90 cl, delante y a la vista de dicho controlador.

Hasta aquí todo bien. Yo, todo motivado porque ya tenía algo de ganas, me pongo a ello y…. ¡60 cl! ¡Solo 60 míseros centilitros! Jajajaja. Y mira que apreté como en mi vida, pero allí no había más.

La liada viene cuando tienes que seguir otro protocolo igual de estricto para guardar esa primera muestra (lo tienen todo estudiado y esto suele pasar) hasta que tengas ganas y puedas completar lo que falta.

¡Una hora! Sí, sí, una hora tuve a los pobres y pacientes señores del control esperando a que me entraran las ganas. En Gijón ya no quedaban, para entonces, más que jóvenes bebiendo sidra en la calle, ni rastro de la carrera. Mientras, mis padres y el pobre Luis esperando. Estuvimos charlando sobre protocolo y tipos de controles que hay, me estuvieron explicando cómo funciona el pasaporte biológico y todas estas cosas y, en definitiva, pasando el rato con mis amigos del antidoping, hasta que por fin me vi en condiciones de completar la muestra. Oooooootra vez a repetir todos los pasos. ¡Qué tensión! No podía fallar ya la segunda vez. Por suerte no lo hice, les di lo que querían y sobró como para regar las plantas de medio Gijón . No me extraña con todo lo que había bebido.

Graciosa experiencia la vivida hoy, una aventurilla más y una crónica diferente donde el Campeonato de España conseguido pasó a segundo plano tras el espectáculo que di en el post carrera. Mañana a ponerse el mono de trabajo y a seguir labrando con buenos entrenos un objetivo que tanto Ricardo como Juan Carlos y yo tenemos claro.

¡¡Continuamos “road to Chattanooga”!!

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