"Como siempre, empiezo agradeciendo a los artífices de las fotos que ilustran esta crónica por ayudarnos a los triatletas a plasmar en imágenes nuestros recuerdos: Ana (Parando el Crono), Festak.com y Amari Erretratua ¡MIL GRACIAS!"
Volvemos a la carga en "Corriendo por lo Segao"
con lo que más nos gusta, que es competir. Como he ido contando estas semanas,
la preparación para el Ironman 70.3 World Championchips (Chattanooga, USA, 10
de Septiembre) consta de tres bloques de 4+4+3 semanas respectivamente, y al
final de cada bloque hay una competición. Esa cuarta semana es de descarga y
carrera, lo cual viene bien para coger chispa de cara a Chattanooga. Pues bien,
ya hemos cubierto el primero de los tres bloques y nos ha cuadrado competir en
el Triatlón Olímpico de Getxo, este pasado fin de semana.
Hacía dos años, desde Comillas 2015, que no corría un
triatlón de distancia Olímpica. Desde entonces solo competí en medios Ironman,
y volver a probar en una prueba más cortita iba a ser un reto y una motivación
extra.
Llegué a Getxo con 4 semanas de mucha paliza y aún sin
encontrar buenas sensaciones entrenando, quizás por una mala gestión por mi
parte del descanso y por hacer casi todas las sesiones con bastante fatiga.
Pero es ahora cuando toca estar "cansado" y sacrificar un poco las
buenas sensaciones a cambio de conseguir un efecto de supercompensación cuando
se acerque el objetivo real. Como digo, a Getxo llegué a medio gas, era
consciente de ello pero no es excusa para no darlo todo. Mi maestro, Don
Ricardo, siempre me dijo que las competiciones, si se saben descansar a
posteriori, son el mejor entreno y te hacen dar un salto de calidad. Con esa
misiva me desplacé al País Vaco, para mí, la Meca del Triatlón en España. No
creo que haya carreras en territorio nacional con más nivel medio que en esta
tierra. Además, los circuitos, sobre todo de bici, suelen ser duros. A nivel
personal, me planteaba esta carrera como la mejor forma de probar cosas y mi
estrategia iba a ser completamente distinta a lo que estoy acostumbrado: "Quiero que llegues a la T2 como si se
acabara ahí la carrera. Me da igual que luego corras marcha atrás, quiero una
natación y una bici al 200%" Esas fueron las palabras de mi
entrenador, y ese era mi objetivo. Por una vez en mi vida iba a apostar todo a
los dos sectores que peor se me dan y no guardar nada para el que, en teoría,
es mi parcial más fuerte, la carrera a pie. Inquietante y, no os voy a engañar,
motivante también, era esa estrategia, así que ¡A por ello!
La tarde del Sábado amenazaba lluvia, aunque algún claro
dejaba ver el sol entre las nubes. Más de 300 triatletas fuimos colocando todo
el material en boxes mientras nos daban la "buena" noticia de que la
natación se iba a hacer sin neopreno... ¿Buena noticia? ¿Te has vuelto loco
Pelayín? Pues no, no me he vuelto loco ni tampoco me he convertido en Michel
Phelps en estas semanas, pero es probable que el Mundial de Septiembre se nade
sin neopreno, y qué mejor que esta carrera, en la que vengo a
"probar" cosas, para ensayar las mismas condiciones de natación. Los
que me conocen saben bien lo diferente que nado con y sin neopreno, pero en
Getxo me sentía confiado y, no sé por qué, con ganas de dar caña en las dos
vueltas de 750 metros a un triángulo con dos boyas en el mar y una en tierra.
Mi compi de equipo, Ivan Polo, estaba a mi lado en boxes y
pudimos intercambiar opiniones y comentar las estrategias de carrera de ambos
antes de irnos hacia línea de salida, en la arena de la playa de Getxo. ¡Qué
multitud éramos en aquel corralito! ¡Y qué nivel! Pero por encima de las
grandes figuras de triatletas como el Australiano Luke Burns, o los locales
Egoitz Zalakain, Gorka Bizkarra, Joanes Goitisolo... y una lista interminable
de triatletas de muchísimo nivel, destacaba un color por encima del resto. El
naranja de la "manada" del Triatlón Costa Quebrada, que se desplazó a
Getxo casi al completo y creo que, si no era el equipo más numeroso, en buen
rollo y cachondeo se llevan el primer cajón del pódium. No veáis lo que ayuda
estar con gente así antes de una salida. Se te quita la tensión, los nervios y
se transforman en ganas de pasarlo bien "mordiendo".
Metiéndonos en harina, con algo de retraso se dio la salida
más "estresante" que recuerdo. Me puse en primera fila por la
izquierda, pero no tardé en verme desbordado por ambos lados y metido en una
trifulca donde volaban brazos y leñazos a diestro y siniestro.
Me agobié
bastante los primeros metros, así que me paré, nadé a braza un poco y me fui,
aun más hacia la izquierda, buscando la tranquilidad a cambio de perder algo de
tiempo y de nadar algún metro de más. Pero daba igual, las ostias seguían
cayendo, y más cuando nos fuimos acercando a la primera boya. Me gusta entrar
por dentro, muy muy pegado a ella, y normalmente no hay problema porque la
mayoría de la gente elige el exterior, pero en Getxo... ¡Ay en Getxo! En Getxo
todo "quisqui" quería pasar por dentro, lo que hizo que los dos giros
antes de afrontar el largo hacia la arena fueran más parecidos a un asalto de
boxeo que a la natación de un triatlón. A pesar de las leches, no puedo decir
que me haya amilanado en el barullo, pues, al igual que el resto, yo también
peleaba mi posición con rabia. Ya de vuelta hacia la orilla para completar los
primeros 750 metros, pude coger mi ritmo.
Me mantuve a la izquierda de un gran
grupo, donde veía que seguían en sus trece dándose manotazos. Llegamos a la
arena y justo al incorporarme veo que Iván Polo, mi compi de equipo, se está
tirando al agua para empezar la segunda vuelta. Calculo que me saca unos 10 o
15 segundos, así que con el estímulo de darle caza empiezo el segundo giro, ya
mucho más despejado de triatletas. Nadé lo más rápido que pude y creo que, para
ser sin neopreno, no lo hice del todo mal. Si el miércoles pasado, en piscina,
hice 3x100 a tope, con 30 segundos de recuperación, en 1:25/1:26/1:26 y os digo
que en Getxo los últimos 500 metros de la natación los hice a 1:26 de media, no
cuadran las cosas. Pero es que no sé que tienen las competiciones que me
transforman en el agua. Y ya no es solo el neopreno, porque esta vez, sin él,
también rendí muy por encima de lo que me imaginaba.
Gracias a un buen último largo, camino de la orilla, conseguí
salir del agua el 29 de más de 300 participantes y 5 segundos por delante de
Polo. Los dos Bender llegamos juntos a nuestros sitios de la T1. Allí hice un
cambio más o menos decente, cogí mi nueva cabra, la Orbea Ordu, y salí en medio
de un gran pelotón para afrontar los 46 kilómetros de ciclismo.
¡Qué sector! ¡Durísimo! 600 metros de desnivel positivo
subiendo dos Altos por el camino. En los primeros 9 kilómetros de llano intenté
quitarme de encima a todo el pelotón con el que había salido del agua. No sé a
cuantos pasé en este primer tramo, pero me vino bien el calentón para llegar a
la subida de Umbe con el terreno despejado y la piernas a tono. Una subida de 4
kilómetros a una media de un 5% que, con cabra y con la paliza (literal) que
nos dimos nadando, hace bastante daño. Las sensaciones eran muy buenas y me
veía con fuerza para apretar. Más o menos mantuve la posición en la subida,
salvo cuando fui adelantado por Gorka Bizkarra, que había comprado un billete
de pódium y él era el maquinista del tren. ¡Qué lijada! Ni lo intenté, porque,
a veces, coger la referencia y sufrir nada más que te pasa alguien, puede
ayudar mucho psicológicamente, pero con Gorka no hice ni el amago. Aún así
estoy contento con la subida, a ritmo, a una media de 22 km/h, y guardando
menos de lo que suelo. En la subida Gorka, por ejemplo, me metió un minuto,
pero mucho menos otros rivales: Zalakaín (28"), Dani Juarros (33"),
Jorge Unzueta (42"). De momento la estrategia de ir con todo en bici y
nadando estaba saliendo bien.
Coronamos el puerto y nos lanzamos hacia abajo por una
carretera ancha pero curveada. Había sido advertido de lo peligrosas que eran
tres o cuatro curvas en esta bajada y eso me hizo ser cauto, perdiendo varias
posiciones y también referencias de los de delante. Da rabia ver cómo te pasa
la gente bajando. Es un hándicap que tengo y debo mejorar algún día si quiero
tener opción a algo. Revisando los segmentos de Strava, en esta bajada de 2,5km
me dejé 47" con el mejor tiempo, Jorge González, 27" con Jorge
Unzueta y 22" con Dani Juarros, Gorka Bizkarra y Joanes Goitisolo. Con
esto quiero hacer autocrítica y ver dónde se me fue el tiempo que perdí en el
segmento ciclista.
Tras la bajada empezó una zona de falso llano rapidísima. No
me conocía el circuito pero, sin duda, esta iba a ser la parte más rodadora.
Quitando algún repecho puntual, pude ir acoplado prácticamente hasta el
kilómetro 25. La desventaja que acumulé en la bajada con mis más inmediatos
predecesores, la recuperé en el llano, volviendo a mejorar posiciones y
sintiéndome bastante a gusto sobre la cabra.
Pero a partir del kilómetro 25 y
hasta el 34, nos esperaban 9 kilómetros de subida, no muy duros, pero con
desnivel exacto para no saber nunca si es mejor ir en plato o bajar al pequeño.
Como se trataba la cosa de arriesgar, no quité el plato en toda la subida e,
incluso, probé a ir acoplado en muchos momentos. Me sentía bien pero ya las
piernas no iban tan frescas como al principio. Eso, sumado al tráfico que me
encontré subiendo y a la obligatoriedad de dejar 12 metros con el de delante,
hizo que fuera muy a tirones, teniendo incluso que frenar muchas veces porque
el pelotón era tan largo e iba tan estirado, que adelantar a un triatleta
suponía tener que ir a por el resto, y no me quedaban piernas para tanto. Por
el camino pasamos a un Mexicano que había salido de los primeros del agua. En
esta subida de 9km al 3% fui a una media de 30km/h y me dejé también valiosos
segundos con los de cabeza: 58" con Gorka Bizkarra, el mejor subiendo, 55"
con Zalakain, 30" con Dani Juarros y 7" con Joanes Goitisolo, por
ejemplo.
Y de ahí al final terreno favorable en cuanto a desnivel y
desfavorable en lo personal en relación a los rivales. Tocaba echarse de nuevo
abajo aunque, esta vez, con una pendiente más suave, que obligaba a dar pedales,
y sin demasiadas curvas. Mantuve referencias y no perdí tanto tiempo con los de
delante, pero cuando llegamos a Getxo, un par de glorietas cerraditas dieron al
traste con mi progresión. Me quedé solo en la entrada a la ciudad y por
desconocimiento y precaución, me tomé con calma los últimos metros.
Eso sí, la sensación era de haber dado todo, o casi todo,
nadando y en bici, así que objetivo cumplido y solo quedaba "disfrutar
sufriendo" a pie. La entrada en la T2 tuvo un pequeño sobresalto. Cuando
me agaché para desabrochar la zapatilla se me subieron los músculos
abdominales... No me preguntéis cómo, solo sé que noté la misma sensación que
cuando se te sube el gemelo pero en vez de en la pierna, en la barriga.
Solventé rápido el problema estirándome sobre la bici, y al bajarme de ella ya
no tenía ninguna molestia.
Laaaaaarga segunda transición, teniendo que cubrir un
pasillo de compensación y haciendo casi medio kilómetro con la bici en la mano.
Llegué a mi sitio, me puse las zapatillas y salí a correr con la incógnita de
ver cómo me sentaba el sobreesfuerzo de bici y natación. En ese momento iba en
el puesto 14, había remontado 15 posiciones en bici y tenía a menos de un
minutos a un numeroso grupo que abría la puerta del Top 10.
La salida de boxes entre el pasillo de gente que se agolpa
para animar motiva mucho. Tanto, que se me fueron las piernas sin querer a
ritmos de 3:05'/km ¡Quietooo que no llegas! Dos vueltas de 5 kilómetros y el
día estaba hecho, aunque todavía había demasiado por decidir antes de dar
carpetazo. En el kilómetro 1, a medio camino del paseo marítimo de Getxo,
empecé a pillar a gente. Pasé al primero de los triatletas justo antes del punto
de avituallamiento, así que ni agua ni nada, aunque tampoco sentía la necesidad
de beber. El bidón de sales y los dos geles Activation de Keepgoing que me tomé
durante la bici parecían suficiente y no me daba la sensación de ir ni con sed
ni con hambre. Solo hambre de ganar posiciones.
Me fui acercando al punto de giro con el reloj marcando
siempre en torno a 3:15-3:20'/km. Las sensaciones era cojonudas y parecía que
las piernas no se acordaban de lo que acababan de hacer. Antes de llegar al
giro de 180 grados adelanté a otros cuatro triatletas y me puse noveno. Lo supe
cuando conté los corredores con los que me iba cruzando. El pódium estaba muy
jodido, porque Joanes Goitisolo, que iba tercero, me sacaba alrededor de dos minutos,
y era el mejor de todos los rivales a pie (cómo sufrimos en Soria los dos ¿eh?).
Pero por detrás aún había margen para alcanzar a la gente. Gorka (4º) y Aitor
San Vicente (5º) sí que los veía a tiro. Bueno, más bien a tiro de rifle de
largo alcance, que tampoco estaban tan cerca. Apreté más en el camino de vuelta
marcando parciales por debajo de 3:20'/km y llegando al ecuador de la carrera a
pie habiendo cazado al sexto. ¡Vamos!
Intenté forzar más del kilómetro 5 al
kilómetro 6, y conseguí llegar a la espalda de Aitor, pero ahí me quedé. Ya en
el giro empecé a notar molestias en los Aquiles y en la planta de los pies.
Unas molestias que me condenaron en ese lapidario sexto kilómetro. ¡Qué dolor!
Mala elección de zapatillas y carrera al palco. Había optado por llevar un
calzado más apretado y me habían destrozado los pies. Tuve que cambiar mi forma
de correr y pasé de saltar y apoyar de antepié, a correr de talón. No quedaba
más remedio que sobrevivir los más de tres kilómetros restantes.
Cada metro de ahí a meta fue un suplicio, una tortura de
pies traducida en la imposibilidad de adelantar a Aitor San Vicente y en verme
cada vez más y más cojo. Ahora sí que el objetivo era no lesionarme, y para lo poco
que quedaba no pensaba en la retirada.
Llegué a la zona de boxes, desde donde, teóricamente
quedaban 200 metros a meta, pero fueron 400 y ¡qué 400! Mirando para atrás por
si venía alguien entré en meta medio andando y haciendo un parcial de
35'44" en 10,3 km de recorrido. Mantuve la posición y terminé sexto, que
al final fue quinto por la descalificación de Joanes Goitisolo, que se había
marcado un carrerón pero no se dio cuenta de parar en el "Penalty
Box" para cumplir la sanción que le habían puesto.
Y con esto se acabó el primer test, del que pude sacar
muchas conclusiones y que me sirve para, si se descansa, dar un saltito más de
cara al mundial. No llegué a Getxo en mi mejor forma, de hecho, estoy 4 kg por
encima de mi peso, y eso me motiva más aún, porque cuando me ponga en mis
números sé que el rendimiento va a ser mucho mayor. En resumen, estoy contento
con:
-
La natación que hice sin neopreno.
-
Las partes de bici que no fueron de bajada.
-
La posición agresiva y cómoda en la que me ha
puesto Gonzalo tras pasar por Zero Grados
Biomechanics of Cycling.
-
El ritmo que tengo de carrera a pie pese a no
haber hecho series largas y llevar muy poquitos kilómetros estas semanas. El
cuerpo tiene memoria.
De este triatlón no estoy contento con otras cosas como las
siguientes:
-
Saber apretar más los primeros metros de
natación para que no me coman.
-
Las bajadas de bici en las que parecía el coche
escoba.
-
La desconexión que tengo en el último kilómetro
de bici antes de boxes, donde se me escapa siempre la gente.
-
La elección de zapatillas que hice.
Pero como siempre en esta vida, de los errores se aprende y
por eso tomo nota, para seguir mejorando.
Antes de terminar no me quiero olvidar de lo mejor del día
en Getxo, que fue la "tercera transición" con parte de los integrantes
del Costa Quebrada (sois unos cracks) incluyendo el arroz con leche de Ana, que
estaba demasiado bueno y por el que voy a ir a la próxima cita, el Triatlón
Valle de Buelna, con más motivación todavía. MIL GRACIAS
Buen verano y sed prudentes