Con dos días de descanso después de la carrera de Navidad de
Piélagos y las patas tiesas llegó Nochebuena, y con ella la tradicional carrera
de Gijón, en las Mestas. Cuarto año que la corro y de nuevo un circuito
distinto con final en el velódromo en lugar de en la mítica pista de atletismo,
debido a las obras en esta última.
La salida se dio con puntualidad en la avenida Albert
Einstein. Más de mil corredores con ganas de hacer algo de deporte antes de la "fartura
madre" de Nochebuena, nos dimos cita en la fresca mañana gijonesa. Entre
ellos Borja (Playas de Castellón) y Peón (Solorunners), los máximos favoritos
al triunfo. El tercer puesto iba a estar más reñido y, aunque no conocía a casi
nadie de los que corrían, me sentía con ganas de luchar por él... finalmente no
fue así.
Salida casi al sprint y a los 200 metros Borja abre hueco y
se va solo a por los algo más de 5000 metros de recorrido. Me quedo cortado
nada más salir por la tontería de dejar a las niñas delante, con el consiguiente
riesgo de adelantarlas entre toda la marabunta. Primer kilómetro y voy en el
tercer grupo. Por delante un corte de 50 metros que intento cerrar, similar a
la carrera de Piélagos, pero que, esta vez me cuesta más y no lo consigo,
quedándome en tierra de nadie ya antes del kilómetro 2.
Soy incapaz de dar caza al grupo de Peón, pero confío en que
la gente vaya pinchando e ir recogiendo algún cadáver. Llegamos al kilómetro 3
y el Gármin me marca 3:04 en ese parcial ¡Hoy exploto! pienso. Por detrás llega
Emilio Prada (Cangas de Onís Atletismo) y no puedo seguirle. Me hundo, sufro
como un perro y paso el kilómetro 4 a 3:15. Sin embargo, en ese tramo supero a
dos corredores del grupo que me precedía y eso me anima a no bajar el ritmo en
el último kilómetro, entrando en meta en 8ª posición, lejos del pódium, pero
contento por haber sabido sufrir en los 5100 metros de recorrido.
Sin duda las sensaciones no fueron, ni de lejos, las de la
carrera de Renedo, pero todo suma y aún así me vi en la pomada. Además, hoy
tuve más afición que nunca con mis padres, Juan Ojanguren, Alex y Paula
animando.
Y lo mejor del día, fue el post-carrera, donde fuimos a
comer con Lucas Ojanguren a Parque Principado, siendo la primera vez que salía
del hospital tras el accidente y me
animó mucho verle fuera del ambiente hospitalario. Hoy lo vi mucho mejor que
hace dos semanas y ese rato que pasamos juntos me da mucha fuerza para en los
próximos días intentar hacer buenas carreras aprendiendo de su fuerza de
voluntad y sacrificio.
Próxima parada: San Silvestre de Mieres.
No os paséis con el turrón! ;)
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