Muy buenas a todos. Las vacaciones no han pasado
desapercibidas ni para el blog, que muy a mi pesar he dejado algo abandonado
durante el periodo estival. Si bien es cierto que después del Triatlón de
Colindres, en el mes de Julio, había pensado tomarme unas
"vacaciones" deportivas, al final no me aguanté y competí en una
nueva modalidad para mí: la milla.
El fin de semana del 10 de Agosto me habían invitado a
correr la milla Elite de Selaya. Gracias a la intermediación de Nico, mi entrenador
de atletismo, me federé con el equipo pasiego para lo que resta de temporada, y
la milla de "casa" era una cita ineludible.
Tuve que cambiar el chip de entrenamiento tras cruzar la
meta de Colindres. Menos agua, menos bici y más correr.... y sobre todo series
cortas y velocidad. La primera semana de preparación de la milla fue realmente
dura. Para un tío diesel como yo, ponerse a correr a ritmos de 2:50' el km es
una tortura, y en esos primeros entrenos me salía el ácido láctico por las
orejas.
A falta de poco más de una semana para la milla, un buen
entreno con mis compañeros de la UC en la Albericia me animó a adelantar mi
debut en la distancia, aprovechando que ese fin de semana se disputaba la milla
de Polanco. Además correría con los federados, no con los Elite como en Selaya,
por lo que sería un buen test de cara a la siguiente cita.
El domingo 3 de Agosto, en una lluviosa tarde nos fuimos
para Polanco Vanesa y yo. No conseguí convencerla para que corriera, aunque
luego se arrepintió de ello... Cafetito previo y calentamiento con Omar. Allí
estaban también Josema y Nacio, este último con ganas de "ganarme",
ya que son pocas las oportunidades que tenemos de correr en la misma prueba y tiene
que aprovecharlas jejejejeje.
Tras unos consejos de Nico y con nervios de novato a flor de
piel, fuimos llamados a línea de salida. Poco montaje hay en este tipo de
carreras, no da tiempo a pensar lo que tienes que hacer cuando ya te ves
corriendo a toda leche. Salida rápida... ¿qué esperabas siendo 1609 metros? El
recorrido consistía en dar tres vueltas a un circuito con un tramo de subida y
uno de bajada. Tras la frenética salida el ritmo decayó bastante. Éramos muchos
y muy juntos... ¡madre mía! menudo sprint como lleguemos todos al final,
pensaba. Pero no, a falta de una vuelta mi compañero de equipo Victor Revuelta
estiró el grupo con un cambio duro que me pilló mal colocado. Detrás de él
salieron Ivan Díaz y Jose Ortiz. Yo, atascado detrás de dos atletas, esperé
paciente a los últimos 300 metros. En ese momento iba octavo, pero un acelerón
de los que me gustan al final me permitió remontar hasta el tercer puesto y
subirme al podium en mi primera milla con un tiempo de 4:42 y a escasos 2
segundos del primero, Ivan Díaz. Mi amigo Nacio entró poco detrás, aunque
todavía va a tener que entrenar un poco más para ganarme jejeje (Me encanta
darle caña).
Más contento no podía estar. Por lo menos tenía la confianza
de que no iba a hacer el ridículo en Selaya, aunque corriera con la élite.
Y tras una semana de afinamiento nos plantamos en la capital
mundial del sobao, para defender los colores pasiegos por sus propias calles.
Esta vez estuve acompañado por mis padres y Vanesa, quien sí se atrevió a
inscribirse. Además, Nacio, Alvaro y Adri, compañeros habituales de fatigas
competirían en la carrera popular.
Viendo desde fuera a mis compañeros y a mi chica correr me lo
pasé pipa. Además, Vanesa, con su espíritu luchador, rascó un cuarto puesto que
le permitió subir al podium y traerse para casa un trofeíllo y un sobre... ;)
Y llegó nuestro turno, los que corríamos la carrera Elite
por invitación. Las calles del pueblo estaban abarrotadas y los 17
participantes de esta prueba esperábamos en cámara de llamadas a que nos
presentaran. Verme entre gente de nivel de final de 1500 de Campeonato de
España como David Palacio o con grandes atletas de la tierra como los hermanos
Sainz, Pepín, Hiero... me daba un subidón increíble a la vez que pasaba por mi
cabeza la mítica frase de "¿Qué coño hago yo aquí?".
Empezaron presentado a los atletas desde los dorsales más
altos a los más bajos. Y llegó mi turno... nervios a flor de piel y sensaciones
que no sé si tendré la oportunidad de revivir algún día. El speaker que siempre
anima las pruebas de atletismo en Cantabria hizo poco menos que un repaso a
toda mi vida deportiva, empezando por el Karate, el esquí y nombrando los más
recientes resultados en duatlón y triatlón; y tras decir mi nombre me dirigí
hacia la línea de salida chocando todas las manos que salían desde los
laterales del público... Yo, ya con hacer aquella recta llena de gente y chocando palmas podía
irme satisfecho para la cama. De la motivada que agarré, cuando me puse en
línea de salida estaba con el pulso por las nubes. No conocía toda la
parafernalia que se organiza en torno a las millas ¡Maammma mía! y eso que no
es fútbol.
El caso, que después de todo había que correr 1609 metros,
dando tres vueltas a un circuito recto de ida y vuelta, por las calles de
Selaya. El objetivo era no quedar descolgado a las primeras de cambio. Salimos y
el grupo se pone en fila. ¡Qué ritmo! Esto no tenía pinta de ser una carrera
táctica y lenta como me habían dicho, de hecho, Marcos Peón puso un ritmo
frenético desde el principio, y me quedé descolgado a los 300 metros de
empezar, nada más pasar el primer cono.
Veía cómo el grupo se me alejaba poco a
poco y cómo los integrantes del Selaya cerrábamos la carrera. Y así fueron
pasando las vueltas hasta que en la última, sufriendo como un perro apreté,
llegando a pillar a uno de los del grupo de cabeza que se había quedado
rezagado y entrando en meta en una sufrida 12ª plaza de 17 participantes.
Papeleta salvada, una nueva experiencia en un deporte y una
modalidad que no son específicamente para lo que suelo entrenar, pero que me
mantuvieron entretenido un par de semanas, y sobre todo, me ayudaron a
desconectar de los triatlones para ahora volver con más ganas a la parte final
de la temporada.
Saludos y buenos entrenos a todos.
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