El segundo cross de la temporada en Cantabria, nada tiene
que ver con el primero. Cueto es una carrera dura, con subidas y en la que
salir con una marcha menos puede hacerte ganar muchos puestos al final. Laredo
(Campeonato Regional de Cross Corto), sin embargo, además de correrse sobre una
distancia de 4100 metros, es la prueba de más nivel que hay en la región, y si
sales con una marcha menos, no es que pierdas algún puesto, sino que corres el
riesgo de morir atropellado en la salida.
Mañana primaveral en la turística villa laredana. El
veranillo de Diciembre que nos ha acompañado toda la semana pasada quiso
alargarse un poco más y "sacudirnos" con sus agradables 20 grados el
día que muchos crossistas y mediofondistas cántabros estaban esperando.
Llegué a Laredo una hora antes de la carrera, algo justo
para mi gusto, pero como la logística de las pruebas de atletismo no requiere
mucha preparación, fue más que suficiente. Calenté bien, alternando durante
media hora un trote de activación con algún progresivo al que parecían
responder bien las piernas. Ya estaba todo listo para dar comienzo a esta loca
carrera con más de 100 atletas dando vueltas al sinuoso circuito de 1km
alrededor de la pista de atletismo. Fue en el momento de ponerme los clavos
cuando me di cuenta de la cagada del día... ¡Se me había olvidado revisar con
qué clavos correr! Tenía puestos los de 9mm cuando el circuito estaba para 6mm
o incluso para voladoras. Pero no merecía la pena comerse la cabeza con ello,
así que me calcé las zapatillas y me coloqué en el cajón de salida Nº8 junto a
mis compañeros del Selaya Reparte.
Momentos de mucha tensión previos al pistoletazo que da
comienzo al cross más rápido de la región. Sin ser consciente de ello, me vi
corriendo desbocado hacia la primera curva, rodeado de atletas de todos los
colores. Cuatro vueltas agónicas por delante, a ritmos a los que nos estoy
acostumbrado este año todavía, pero con la idea de dejarme el alma y coquetear
con mis límites. Y al límite sentí haber cubierto la primera de las cuatro
vueltas. Aún así, una treintena de atletas me precedía. Con la referencia de
Andrés Mediavilla, gran dosificador de esfuerzos, por delante fui progresando
puestos en esta segunda vuelta, superando a Mustapha Attaoui y Hachoumi entre
otros, y llegando a la altura de Marcos Fernández.
En la
tercera vuelta sigo pensando que voy al límite, pero soy imprudente y me pongo
delante de Marcos y Oscar, intentando perseguir a un corredor del Valladolid
que parecía tener un ritmo bastante constante. Ciego, completamente ciego
persiguiendo al atleta de rallas violetas fue pasando la cuarta y última
vuelta. No me quedaba ni un ápice de fuerza y mis compañeros de viaje me
merendaron en los últimos metros, relegándome a una vigésima posición que, por
ritmo (3:09) me deja contento, pero sé que aún falta mucho, demasiado, y eso me
ilusiona.
Ahora empieza un nuevo planteamiento, habrá novedades y
seguro que con ellas vendrán alegrías. Ilusión no me falta.
... y que dure...
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