Cuando a los 400 metros de subirme a la bici para empezar el
sector más determinante del Duatlón de Torrelavega, un bache hace que mi culo
aterrice violentamente contra el sillín y lo deja mirando al suelo, a punto
estuve de dar por terminada la carrera y retirarme. En ese momento iba primero
y solo recordar que por la cabeza se me pasó la retirada me produce, ahora en
frío, un remordimiento importante. Soy de los que pienso que, salvo motivo de
salud o avería mecánica irreparable, retirarse en las carreras representa una
falta de respeto hacia el resto de compañeros y rivales. La excusa del sillín
no podía dejarme fuera de la lucha y estoy contento de haber tomado la decisión
de seguir adelante. ¡Empecemos!
Tan solo una semana después de la disputa del Regional de
Duatlón en Polanco y con la resaca de las buenas sensaciones experimentadas el
pasado sábado, cubrí una semana de entrenamiento bastante intensa y voluminosa,
que vería su momento culmen el Domingo, con una nueva carrera: El Duatlón de
Torrelavega. La última prueba puntuable del Circuito Cántabro de Duatlón y la
última oportunidad de medirme en un circuito de bici sin drafting antes del
mundial de Avilés. Pero esta vez, al contrario que Polanco, opté por no llevar
la cabra, pues el recorrido de bici era ratonero, con fuertes subidas, bajadas
y zonas peligrosas, por lo que usar una bici más ágil, como la de carretera,
iba a ser la mejor opción.
Una pequeña representación del Bender con Miguel, Menalie,
Cris, Adri y yo en categoría de mayores y Claudia en la de menores, nos dimos
cita en el polígono de Viérnoles, nuevo escenario para un duatlón
tradicionalmente peligroso. Sin duda, fue un acierto el cambio de circuitos,
por lo menos el riesgo lo iba a asumir cada uno y no quedaría a expensas de los
coches, como sucediera en ediciones pasadas.
Junto a la representación Benderiana, un centenar de
duatletas formaron prestos a dar carpetazo a la primera parte de la temporada.
Éramos pocos pero había mucho nivel. Monagas marcaba el listón y después un
grupo de “míticos” entre los que me incluyo, e incluyo a Felipe Santamaría,
Fernando Barroso, Israel Lastra, Pablo Herrero, Ánder Sáez, Nieto, Dani
Becerra... También gente de fuera como Mikel Otegui y alguna sorpresa de esta
temporada como Alejandro Barbero. Sin duda el Top 10 este año está más caro que
nunca y son detalles los que te hacen “bailar” 10 puestos en la clasificación.
Por mi parte, el objetivo era seguir igual de regular que hasta ahora e intentar
optar a todo, con permiso de Don Emilio, alias, “el conquistador
riojano/mallorquín”.
Ya en el calentamiento las piernas no denotaban la frescura
de la semana pasada. Quizás el clima “pesado” de sur tenía algo que ver, pero
como era igual para todos no quise darle mayor importancia.
Con bastante puntualidad fuimos llamados a línea de salida
el centenar de valientes preparados para desafiar las duras rampas que nos
esperaban en el segmento ciclista. En mi caso, la estrategia la tenía clara:
abrir hueco en la primera carrera a pie y defenderme como gato panza arriba en
la bici para bajarme a correr el último sector con alguna opción.
Pitido de salida y arrancamos fuerte. A los 100 metros me
pongo al frente del grupo y poco después me escapo solo ¿tan pronto?, pensé.
Pero la duda no era una alternativa así que me la jugué e intenté meter a mis
perseguidores el mayor tiempo posible. Al paso por la primera de las tres
vueltas cogí referencias y aproximadamente eran 10 segundos de ventaja los que
llevaba con mi compañero Adrián (segundo) y unos 15 segundos con el grupo de
favoritos (Barroso, Monagas, Nieto…). El viento lateral que azotaba entre las
naves del polígono hacía difícil mantener la compostura corriendo e incomodaba
ligeramente. Completamos la segunda vuelta y el hueco se duplica ¡BIEN, Pelayo,
BIEN!
El margen conseguido de aproximadamente 30 segundos me
permitió relajarme un poquito antes de llegar a boxes. Esta vez consigo hacer
una transición decente y salgo con la bici en el momento que entran Barroso y
Monagas en el box a por las suyas. Por delante cuatro vueltas a un circuito de
algo más de 5km con una subida corta pero intensa y varias zonas bacheadas.
La primera de ellas, nada más salir, casi me cuesta el
abandono. Cuando me pude acoplar en la bici y empezar a pedalear con fuerza, un
bache me hizo pegar un bote y aterrizar en la punta del sillín, con la mala
suerte de doblarlo completamente hacia abajo. No tardé en percatarme del
imprevisto y durante ese primer llano las vi y me las desee para poder dar
pedales… ¡Qué agonía, y todavía quedan 23 kilómetros! Fue entonces cuando ese
pensamiento con el que abrí la crónica pasó por mi cabeza: ”… me retiro…”. Pero tan pronto como apareció, se fue, pues
retirarte cuando vas primero en una carrera y el incidente no tiene por qué
impedir que la completes, me parece una falta de respeto hacia mis rivales. Por
lo que apreté un huevo contra otro y tiré hacia adelante, consciente de la
imposibilidad de dar pedales con fuerza en el llano.
La alegría del liderato me duró 3 kilómetros, tiempo
suficiente para que Emilio Monagas me devolviera a la realidad de lo que soy…
un mediocre duatleta ¡qué diferencia de nivel entre nosotros! Y no pongo por
excusa el sillín porque dicha diferencia estaba al 95% en las piernas. Y como
los incidentes vienen a pares, cuando estaba en el polígono a punto de dar el
giro de 180 grados, me paso de glorieta, guiado por el voluntario que se había
colocado unos 100 metros más allá de donde había que girar, obligándome a
frenar en seco, pararme y dar la vuelta, perdiendo pocos segundos pero sí
bastante concentración. Fallo mío por no conocer el circuito, así que nada que
decir al respecto, asumo la culpa.
Seguí bregando como pude durante la primera vuelta, viendo a
Monagas desaparecer en el horizonte y sintiendo como Barroso me soplaba en la
nuca. Pero no fue él, sino Lastra, el siguiente en hacerme perder un puesto. Al
empezar la subida de la segunda vuelta el duende verde de Solares (perdona la
licencia de llamarte así jejeje) se dio un buen homenaje conmigo, quitándome
las pegatinas y, al igual que Monagas, perdiéndose rápidamente en el horizonte.
¿Quién será el siguiente? La agonía sobre las dos ruedas iba
“in crescendo”, y el desgaste de no
poder apoyar bien el culo lo acababa pagando en las subidas, donde llegaba con
las piernas ardiendo. La tercera vuelta fue para Barroso, que me superó en el
llano antes de ascender al Alto de la Pedrosa. Pero al ir con cabra le pude
devolver la jugada en las duras rampas. Mero espejismo, porque cuando empezamos
a bajar puso tierra de por medio con facilidad… Ya era cuarto, y el quinto,
Barbero, acechaba. Tanto que al empezar la cuarta vuelta ya lo tenía encima.
Sufriendo para mantenerme sobre la bici y con las “patas”
tostadas conseguí terminar la última vuelta y llegar a boxes en quinto lugar, a
casi 1 minuto del tercero (Barbero) y sin ninguna opción de pódium, pues los
1,8 km finales previstos no daban para recortar tal diferencia.
Salí a correr sin mucho ánimo, pero concentrado, porque por
detrás, bastante cerca, se habían bajado varios duatletas que podían
comprometer mi quinto puesto. Al menos he hecho un entreno de calidad, iba
pensado. De vez en cuando levantaba la cabeza y veía a lo lejos la lucha por el
pódium entre Lastra, Barroso y Barbero, muy apretada y emocionante, con el 2º y
3º puesto en juego.
En principio, este último sector era a dos vueltas más
cortas que las de la primera carrera a pie, pero cuando veo que seguimos
corriendo y que mis predecesores hacen el giro al final del polígono, justo
donde habíamos girado en la primera carrera a pie, me emociono ¿nos van a hacer
dar dos vueltas largas? En ese caso, sí tendría alguna opción de llegar a
contactar con Lastra o Barbero. Pero mi gozo se fue al pozo tan pronto como el
hijo de Fede, que estaba en el punto de giro, me dice que solo se daría una
vuelta y que ya había que ir a meta.
Como un jarro de agua fría encaje dicha información. Ahora
sí que era imposible. Seguía viendo al tercero (Lastra) demasiado lejos, así
que volví a desconectar y con ganas de hacer borrón y cuenta nueva de este
duatlón. Pero al juego de “conexión y desconexión” aun le faltaba un último
turno… y es que a pocos metros de meta me cruzo con Monagas que volvía…
¿Estará soltando? Fue lo primero que pensé, pero descarté
esa opción porque, primero, él suele esperar en meta al segundo y tercero para
felicitarlos y, segundo, porque iba demasiado rápido. Eso significaba que
tendríamos que dar una nueva vuelta.
Inmerso en una rabia interna incontenible, por haber tirado
a la basura más de 800 metros de carrera, apreté como en mi vida hice y por
poco reviento el pulsómetro. Empecé esa última vuelta a ritmo de serie de 400,
probablemente estallaría, pero me daba igual, corría más por rabia que por
fuerza. La ceguera era tal que ni me enteré del momento en que adelanté a
Barbero. Llegué cuarto al giro, tan solo 800 metros a meta y cuando por fin
salgo de mi ensimismamiento y veo que tengo a tiro a Lastra, vuelvo a cegarme
en el esfuerzo y berrar como un corzo. No recuerdo un duatlón con un final tan
agónico, quería llegar a toda costa a la espalda de Lastra, y lo conseguí… pero
a consta de vaciarme casi por completo, de tal forma que tuve que quedarme
detrás durante unos segundos si quería tener la opción de disputarle el puesto.
Isra se defendía con uñas y dientes, pero estábamos en mi
terreno y no podía fallar. Le devolví la jugada que me había hecho en bici y
morí en los últimos 200 metros para rascar un pódium que daba por perdido desde
el inicio del ciclismo. Barroso, segundo, tuvo también que apurar al final para
defender su segunda plaza, muy currada y merecida ¡Enhorabuena!
Me voy de Torrelavega con un sabor agridulce, por un lado
feliz y contento por ese tercer puesto "in-extremis", pero no tanto por los
pensamientos negativos durante la carrera. A punto estuve de tirar la toalla y,
aunque no lo hice, solo el pensarlo me causa remordimiento. Pero como de todas
las experiencias se puede aprender algo, de esta saco en claro que hay que
luchar las carreras hasta el final, nunca sabes lo que puede pasar en el
instante siguiente y hay que estar al acecho siempre.
Y con el cuerpo cansado pero con ilusión afronto las cuatro
últimas semanas de puesta a punto para el Mundial de Avilés y el Medio Ironman
de Valencia. Por el camino haré parada en Santa María del Páramo, para medirme,
este próximo Sábado, en un duatlón sprint a los mejores duatletas de Castilla y
León, con un nivel de carrera a pie muy superior al que hay en Cantabria, y que me va a ayudar a exprimirme al máximo.
Hasta entonces, ¡a machacar!
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