Se me hace raro empezar la crónica del debut en duatlón de
esta temporada. Tras no entrar en la convocatoria de la selección cántabra de
cross, decidí volver a casa ese finde y aprovechar la disputa del Duatlón de
Morcín para dar el pistoletazo de salida a esta nueva parte de la temporada.
El enfoque de esta carrera fue completamente distinto a como
habitúo. Hasta hoy, todas las pruebas que he corrido las he hecho con un
periodo de descanso previo. A Morcín llegué tras una semana cargada de
entrenamientos y sin descanso, sin quitar las dos sesiones de gimnasio y con un
entreno de transición correr-bici-correr. ¿y por qué? Pues por el simple motivo
de que, aunque llegase descansado, mi torpeza, miedo o… llamémoslo prudencia en
las bajadas en bici iba a hacer que mi rendimiento en Morcín no estuviese
condicionado por la carga de entrenamiento ni el descanso, si no por la
peligrosa bajada del sector ciclista que había que hacer un par de veces. Por
tanto, con la única premisa de darme cera corriendo y en bici sólo subiendo, me
planté en Santa Eulalia el Sábado por la tarde. Buen día para la práctica del
duatlón tras unas semanas de tiempo invernal.
El pequeño pueblo asturiano de Morcín, a las faldas del de
la preciosa sierra del “Aramo” y vigilado de cerca por el monte “Monsacro”,
había sido testigo, años atrás, de mis aventuras montañeras cuando, con 15
años, subía con mi padre por las “eses” que el pindio camino dibujaban hasta la
cima del citado monte. Buenos recuerdos me trae.
Durante el calentamiento me fui poniendo en mi papel: esta
carrera me iba a tocar verla desde atrás. Al ser clasificatorio para el
campeonato de España de Duatlón, unos pocos deportistas, pero de gran nivel, se
dieron cita para ganarse una de las 16 plazas Elite en juego ¡Y qué nivel! Si
tiramos de la lista de inscritos vemos a atletas como Iván Cánovas, ex atletas
olímpicos como Berlanas o duatletas extranjeros de Élite mundial como el
reciente fichaje del triatlón Santander, Karich Moussa, de Barhain. Un cartel
de lujo para una prueba modesta pero muy bien montada.
En línea de salida formamos los 31 atletas de categoría
Elite para afrontar 5 km de carrera a pie rápidos y más o menos llanos, 20 km
de bici con dos vueltas de subida y bajada y 2,5 km finales de carrera a pie
por el mismo circuito que el primer sector.
Se dio la salida y tras haberme quedado relegado a la última
fila por culpa de la cámara de llamadas, así que los primeros metros los hice a
cola de grupo. Giré la cabeza al poco de empezar y no tenía a nadie por detrás
¡qué sensación más rara! Aún así, no me puse nervioso y preferí ir buscando mi
sitio a medida que pasaran los kilómetros. Las salidas de los duatlones sprint
suelen ser muy explosivas, y esta, más aún. Pasé el primer kilómetro en 3:09 e
iba a cola de grupo todavía. Tocaba remontar y empecé a hacerlo a partir de ese
instante. El segundo kilómetro fue una sangría de adelantamientos, pasando del
30 al 10 y sin apenas acelerar el ritmo (3:06 el parcial del segundo
kilómetro). Sin duda, la gente había salido por encima de sus posibilidades.
Cuando enlacé con el grupo del sexto clasificado por fin encontré mi sitio en
carrera. A la estela de Rodri, entre otros, completé un primer parcial
exigente, pero sin matarme, guardando un puntito para la bici (168 pulsaciones
medias, demasiado bajas por la fatiga de toda la semana de entrenamiento).
Buena posición al entrar en boxes y con solo Moussa, Cánovas, Tijero, Berlanas
y Hossain por delante. Hice mi primera transición del año decentemente, me
calcé mis zapatillas Wishper Tri de Catlike y ¡a darle duro cuesta arriba! Nada
más salir del pueblo empiezan los primeros repechos. ¡cómo cuesta la adaptación
de correr a la bici! Hasta que las piernas se acuerdan de que ahora toca
pedalear, las sensaciones son extrañísimas. Quizás el no haber entrenado
ninguna transición esta temporada tenga algo que ver, pero bueno, siempre hay
una primera vez. En esos primeros repechos de bici agónicos, en los que falta
punch y el pulso se pone por las nubes, Rodri y otro duatleta del grupo cogen
unos metros de ventaja y empiezan la parte dura de la subida con cierto margen.
Tardé en coger tono muscular tanto como en llegar a la zona más “pindia”.
Cadencia alta, respiración agitada y “p´arriba”, esa era la premisa. A mitad de
subida siento cómo por detrás se acerca compañía… ¡y menuda compañía! Un
pelotón de unas 15 unidades me engulle y sin querer me veo subiendo en mitad de
una maraña de corredores. EL ritmo es más alto que el que yo llevaba, pero al
ir acompañado se sufre mucho menos. La diferencia respecto a ir solo es enorme.
Consigo aguantar los ataques que se producen antes de
coronar y disfruto compitiendo sobre las dos ruedas. Sé que llego corto de bici
y aún me faltan series y kilómetros sobre la misma, pero he conseguido aguantar
al grupo sin problemas y he disfrutado… Y digo he disfrutado porque, aunque aún
quedaban 15 km de ciclismo. Tocaba bajar lo subido y, como dije, no me la
pensaba jugar lo más mínimo. Lo que tampoco me esperaba era que “no jugármela
lo más mínimo” significara perder un minuto en esa primera bajada… “Bye Bye”
carrera… Llego abajo solito, pero sano y salvo (objetivo cumplido). Ahora toca
volver a subir y exprimirse de nuevo. No veo a nadie por delante al inicio de
la subida, pero cuando llevo un par de kilómetros atisbo a unos 30 segundos al
grupo con el que había coronado previamente. Me pego el calentón padre para
cogerles pero se me termina la subida cuando ya les estaba pillando y toca
bajar de nuevo, pero esta vez hasta Morcín, para completar el duatlón con el
sector final a pie de 2,5 km. La bajada hasta Morcín la vuelvo a hacer de forma
prudente y la diferencia con mis predecesores se me va por encima de los dos
minutos.
Llego al box, hago un cambio de material también bastante aceptable
y salgo a correr solo. Nadie por delante, nadie por detrás y puesto 21 al que
estoy abonado. Me cuesta motivarme durante los primeros metros pero luego
pienso que es una buena oportunidad para hacer una serie a pie de calidad, por
lo que voy aumentando el ritmo y termino fuerte el último kilómetros en torno a
3:05. Entro en meta con buenas sensaciones. La carrera fue lo que me esperaba
en cuanto a resultado y mucho mejor en cuanto a rendimiento. La carga de
entrenamiento supongo que se haya notado, pero muscularmente no me sentí tan
bloqueado como esperaba y pude correr bastante rápido en los sectores a pie, e
ir alegre en bici cuando la carretera apuntaba hacia arriba. Eso sí, el pulso
no subía ni a patadas… ¡154 pulsaciones medias en los últimos 2,5 km! El día
que las piernas descansen y se pongan al nivel del corazón, me pondrán multa
por exceso de velocidad jeje. Pero bueno, ahora toca hacer volumen, meter
kilómetros y cargarme de entrenamientos para, dentro de un par de semanas
“super compensar” y llegar lo mejor posible al Campeonato de España.
¿Conclusiones? Pues que hay cada vez más nivel en duatlón en
nuestro país y cada vez son más los deportistas “top” de otras disciplinas los
que se animan a probarlo, como es el caso atletas buenísimos que rinden como si
llevaran en ella toda la vida (véase el ejemplo de Cánovas o Berlanas). Por mi
parte no me arrepiento en absoluto de haber sido prudente en bici. Ya habrá
carreras para lograr puestos que reflejen mi nivel actual. El 21º de hoy es lo
máximo que pude hacer, pero la cosa cambiará pronto.
¡A seguir dándole y disfrutando del día a día!
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