Nada más cruzar la meta en el Mundial de Pontevedra una
parte de mi cerebro empezó a cambiar el chip del duatlón por el del triatlón.
A penas una semana después de haber vivido tantas emociones tocaba ponerse, un
año más, el neopreno y estrenar temporada de triatlón.
La semana previa probé, por primera vez este año, en agua del Cantábrico, yendo a
nadar a la Arnía con Pablo, que además de ser un sitio precioso, me queda muy
cerca de donde trabajo. Las primeras sensaciones con el mar no fueron malas.
Para los zotes como yo que en la piscina somos más burros que un "arao"
porque se nos hunden las piernas, ponernos un neopreno es como enchufar un
turbo. ¡Menuda diferencia!
Y con esas nos plantamos en Suances, el triatlón más duro
del Circuito Cántabro, según mi opinión, con una distancia olímpica de rebajas
(como diría Pablito jeje) de 1,2km de natación en la playa de los Locos, 30 kms
de bici bastante duros y con subida a Ubiarco por los dos lados y 8 kms a pie
sin un metro llano.
El día no podría haber amanecido mejor. Un sol radiante y
bastante calor dieron la bienvenida a los triatletas que a las 9 de la mañana
hacían cola para recoger dorsal, gorro y chip. Las charlas previas a la carrera
eran casi monotema y versaban sobre la falta de entrenamiento en el agua de
unos y de otros (yo también lloré un poco). Con tiempo suficiente metí la bici en boxes y
preparé toda la logística. ¡Cómo se complica la organización del material en
los triatlones! Pienso constantemente si lo tengo todo en su sitio,
si no falta nada, porque son muchas cosas las que controlar.
A eso de las 10:30 bajamos a la playa de los Locos y al
meterme al agua a calentar me doy cuenta de las duras condiciones del mar: un mar de
fondo con olas no muy grandes pero muy energéticas que hacen difícil superar la
zona de rompientes. La natación es a dos vueltas, con lo que tendremos que
pegarnos con las olas en dos ocasiones. Vamos cogiendo posición, con la tensión
que supone no saber cuándo van a dar la salida aquí en Cantabria, pero es algo
que le da vidilla y me gusta. Nos miramos unos a otros, en cuanto salte el
primero vamos todos detrás, y así fue.
No sé qué triatleta abrió la veda, pero
todos reaccionamos al instante, lanzándonos a por las olas. Intento avanzar
haciendo el delfín (más bien parezco un boquerón inútil), pero las olas me
rompen en la cara y me es imposible avanzar. No me atrevo a meterme por debajo
y las salto en plan placaje. ¡Qué locura! Miro a mi alrededor y estamos todos
igual, desperdigados a lo largo de la playa y a merced del oleaje. Cuando por
fin consigo superar la zona de rompientes empiezo a nadar enfilando la primera
boya. Antes de llegar alcanzo a Pablo Gutierrez, a quien me pego por su derecha
y le toco un poco las narices. Voy con él toda la primera vuelta hasta llegar a
la zona de rompientes de nuevo, donde una gran ola lanza a Miguel Ruiz sobre
mí, llevándose este la peor parte con un corte en la barbilla y unos puntos de
sutura. El golpe en la cabeza me deja un poco tonto y dejo de nadar.
Voy
caminando tranquilamente hasta la orilla mientras recupero un poco el
sentido. Giro en la bandera de Caja Cantabria y de nuevo a por las olas ¡Qué
tortura! De la que me meto de nuevo en el agua veo a Fernando Barroso que
viene en sentido contrario retirándose
de la carrera. Esta vez me cuesta menos entrar, pero el tiempo perdido tras el
golpe hace que Pablo se me haya ido unos 30 metros, que le voy recuperando poco
a poco mientras nado a la par con Fernando Román. Llego a la orilla y corro por
la arena para pasar a Pablito antes del punto de control del chip (que zorro
soy jejeje) mientras enfilo las escaleras voy oyendo por detrás a Pablo
gritarme de todo. Este hoy caga cuadrado de la alegría, pienso.
Mientras subo las escaleras medio corriendo y medio andando
me pregunto en que posición iré. La natación tan especial de ese día no permitía
ubicarse en el pelotón. Sin embargo, al llegar a boxes veo que están casi todas
las bicis (buena señal). Conmigo llega el asturiano Zapico y poco detrás
Fernando Román, lo que quiere decir que aunque el acto de nadar haya sido
ridículo, la posición no era tan mala.
Me cambio y arranco la bici con 4
minutos de desventaja respecto a Sergio Correa (lider) y poco más de uno
respecto al grupo de Felipe y Gorka Bizkarra, los otros favoritos. Nada más
coger la bici gano puestos adelantando, entre otros a Iñigo Calderón y a otro
triatleta que no consigo distinguir.
En la rampa anterior a Ubiarco me pasa
Zapico como una bala, algo previsible viendo el nivel postrado por este en los
últimos triatlones. Sin embargo, al superarme no me saca mucha ventaja y le
mantengo a tiro hasta que al empezar a subir Ubiarco se le sale la cadena y
tiene que parar. Yo sigo para arriba, sufriendo en este puertecito con rampas
de más del 10% que se agarran como ventosas. Poco a poco voy pillando a Emilio
Alonso, a quien alcanzo justo antes de coronar.
Las sensaciones sobre la bici
están siendo buenas, no tanto como en Pontevedra pero con cabeza y sin pasarme
voy recuperando posiciones. Miro un segundo para atrás y veo que Fernando Román
viene cerca. Doy pedales en la bajada y antes de llegar al giro me empiezo a
cruzar con los primeros. Cuento... Correa, Felipe, Gorka, Min, Cazorla ¡y yo
voy sexto! Empiezo la subida y adelanto a Cazorla, poniéndome quinto provisional.
Puesto que me dura menos que un caramelo en la puerta de un colegio, justo
hasta que la Loroñomotora me quita las pegatinas y me deja clavado. ¡Cómo andan
esos bigotes! Voy a ritmo en toda la subida y poco antes de coronar, en la
parte más dura, Fernando Román me adelante. ¡Cachis! Román es de los peores
rivales con los que puedes luchar cara a cara, va muy bien en bici y corriendo
sabe sufrir y cuesta mucho mucho mucho dejarlo.
Le mantengo la referencia a
unos 50 metros. No quiero que se escape demasiado. Así transcurren los últimos
kilómetros de bici, sector en el que consigo uno de los mejores parciales de
carrera y llego a boxes 7º a escasos metros de Román y a unos 20 segundos de
Loroño. Transición rápida y a sufrir las cuestas.
Salgo muy rápido a pie, quizás demasiado. Confío mucho en mi
carrera a pie y sé que es mi punto fuerte y donde puedo remontar. Nada más
salir adelanto a Fernando Román y en el km 2 a Loroño, pero cuando empiezo la
cuesta de la penitencia hasta el giro peto.
Petada monumental. Tener al
competidor que te precede a casi 3 minutos no ayuda a motivarse y empiezo a
correr de una forma cansina. Miro para atrás y veo que Román me aguanta. Pufff ¡hoy
no! No me aprietes que no tengo ganas de sufrir, pienso. Pero la sombra del de
Buelna está cada vez más cerca. ¡Qué agonía! Llevarlo detrás me está haciendo
sufrir más de la cuenta, así que mitad de segunda vuelta me dejo alcanzar. Por
lo menos así vamos juntos y no voy con la presión y el agobio de tener a
alguien a 10 metros y no ser capaz de despegarlo. Hablamos de entrar juntos en
meta, los dos vamos muy justitos de fuerzas así que preferimos ayudarnos
mutuamente en este último sector.
Vamos juntos hasta a falta de un km, cuando
vemos unos metros por delante la figura de Min. ¿Vamos a por él? me comenta. Yo
le digo que sí y apretamos el ritmo de tal forma que Román cede unos metros y
yo intento me lanzo de forma suicida cuesta abajo a por el des Santander. La
meta está cerca y veo que no llego, pero entro en quinta posición que me deja
muy buen sabor de boca, pese a la mala natación y a la petada corriendo.
Las
sensaciones en este último sector fueron malas y siempre con la sensación de ir
muy parado. Sin embargo, al salir las clasificaciones veo que he hecho el mejor
parcial a pie y me da la risa. ¿en serio? jajaja no puede ser que con lo mal
que corrí marque el mejor parcial. Esto me sube la moral mucho mucho porque el
día que me encuentre bien lo voy a pasar pipa al final de carrera jejeje.
La victoria fue para Gorka Bizkarra, que hizo doblete tras
ganar otro triatlón el día antes. Segundo entró Felipe, que cedio la plaza con
Gorka en el último sector, y tercero fuer Sergio Correa, que tras una natación
y una bici espectaculares, le costó rendir a su nivel en la carrera a pie, pero
se lleva un podium en una de las pruebas más duras del circuito.
Y la alegría del día nos la llevamos los integrantes del Camargo-Astillero
cuando nos llaman al podium al haber hecho terceros por equipos ¡¡TOMA YA!!
Primer tri de la temporada y primer podium.
Y poco más que contar, el día acabó maravillosamente con una
barbacoa en casa de Vanesa donde me puse morado a base de hamburguesas,
salchichas, alitas de pollo, chorizo... Vamos, que las gallinas que entran por
las que salen, y tras haber quemado unas cuantas calorías en el agónico
triatlón me encargué de recuperarlas de nuevo, y con intereses.
La próxima cita Laredo, en un par de semanas. Hasta entonces
a seguir sumando entrenos y horas de diversión.
SALUDOS!
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