A mis 24 años recién cumplidos el deporte me está dando los
frutos de la cosecha que, como yo digo, empecé a sembrar a los 5 años, cuando
me subí por primera vez a unos esquís; a lo que le siguió, a los 7, el kárate.
Más tarde fue la piragua, en 2009 el atletismo y desde 2011 hasta ahora el
duatlón y el triatlón, los deportes que más feliz me han hecho y en los que día
a día voy dando pasos que, no me van a enriquecer el bolsillo, pero sí me están
enriqueciendo de grandes experiencias. Ayer en Avilés, conseguí la medalla de
bronce en el Campeonato de España de duatlón de GE 20-24 y la clasificación
para el mundial de Pontevedra, y, ahora sí lo puedo decir, cumplí los dos
objetivos que tenía en mente (medalla + clasificación para el mundial).
En mi primera participación en un campeonato de España de
duatlón, decidí inscribirme en distancia sprint y en el Grupo de Edad de 20 a
24 años, con la idea de aprovechar mi último año en la categoría. Conforme iban
pasando los días, la lista de inscritos crecía como la espuma, hasta el punto
de que en mi categoría éramos casi 50 duatletas y muchos de gran nivel. Aunque
yo no conocía a nadie salvo a Sergio Correa, quien un par de días antes de la
prueba me dijo que el podium iba a estar muy caro este año. De todas formas, no
me gusta obsesionarme con los rivales, prefiero ir a lo mío, pensar la carrera
y hacerlo lo mejor que pueda (o lo que yo creo que es lo mejor que pueda), y,
de momento, siempre que salí a competir con esa mentalidad, los objetivos fueron
cayendo.
En Avilés nos plantamos un ejército de Espartanos del
Camargo-Astillero dispuestos a dejar el pabellón alto, y sobre todo, a
pasárnoslo bien. Como la mayoría de los de mi equipo competían en la distancia
"Corta" (10-40-5) pudieron animarme durante la prueba; y doy fe de
que lo hicieron más que nunca y sus gritos se oían desde Esparta.
Hice el calentamiento con mi amigo Sergio Correa y con
Victor González (Polanco), y, como no, con mi chica siempre pendiente de
nosotros (mochila "palante", mochila "patrás"... ¡qué
paciencia tienes!). Mientras calentábamos me enteré de que en Grupos de Edad
distancia sprint se haría una salida partida. Primero saldrían los de edades
comprendidas entre 25 y 40 años y un minuto después mi grupo de edad (20 y
24) junto con los mayores de 40 años.
Esta circunstancia iba a ser clave en el desenlace de la
carrera, y si siempre digo que la parte estratégica es fundamental en las
carreras sin drafting, esta vez lo sería más aún, y el resultado iba a depender
mucho de la táctica elegida y de tener suerte y que esa táctica saliera bien.
Así pues, la lectura antes de la carrera era la siguiente:
Los de mi GE que corran bien saldrían el primer 5000 a muerte para intentar
pillar a los primeros de los GE 25 a 40 e ir con los mejores de la prueba en
bici. Esta estrategia era un arma de doble filo, porque si no llegaban a
recortar ese minuto a los primeros, el esfuerzo realizado les iba a pasar
factura. En mi caso esa táctica no me afectaba porque yo no tengo capacidad de
correr un 5000 a 3min/km, ritmo necesario para recortar ese minuto, así que
cabeza fría e intentar progresar lo máximo para coger un buen grupo de bici.
A las 16:00h fuimos hacia la salida 320 duatletas, de los
cuales 50 eran con los que me iba a jugar el campeonato de España. Se dio la
primera salida y rápidamente intenté coger buen sitio para no perder metros
desde el principio. En apenas un minuto se dio el bocinazo a la nuestra, y la
manada multicolor se puso en marcha para rodear primero las preciosas instalaciones
del centro Niemeyer y dirigirse hacia el paseo de la ría de Avilés para dar dos
vueltas a pie de 2,5km cada una. Si suelo sorprenderme de lo rápidas que son
las salidas en Cantabria, aquí me quedo sin palabras... ¡QUÉ BARBARIDAD! Me vi
sobrepasado en el primer km por decenas de duatletas que salieron como si no
hubiera un mañana. Yo también salí fuerte, más que nada dejándome llevar por el
grupo e intentando no perder cuerda con los de mi edad... y tanto que salí
fuerte, porque el km1 lo pasé en ¡¡2:56 '/km!!
Este sobreesfuerzo lo pagué
durante el resto de carrera a pie, porque a partir de entonces el subidón de
ácido láctico en las piernas no me dejaba
bajar de 3:25'/km. Aún así, no fui el único que sufrió las consecuencias
de un inicio demoledor, porque, pese a bajar el ritmo, empecé a adelantar
chavales de mi edad que iban reventados, ya en el km 2. En el primer paso por
el puente de color, donde estaba la mayor parte del público, perdía 20 segundos
con el grupo de cabeza. Al ir mezclados con los que habían salido con 1 minuto
de compensación, no tenía muy claro en qué puesto iba, pero lo que sí sabía es
que cuanto más progresara en el grupo, mejor pelotón de bici iba a tener.
Llegué a la T1 el 6º de mi grupo de edad, corriendo a 3:17
de media el primer 5000 y con las piernas un poco saturadas, pero con mejores sensaciones
que después del primer kilómetro. Por delante iban Mario García Moreno y Josep
Gómez, que, como digo, apostaron por tirar a tope para cazar a los primeros que
salieron 1 minuto antes, y les salió bien la jugada, pudiendo ir en bici con el
grupo de cabeza absoluto. Por detrás Sergio Correa se quedó en tierra de nadie,
seguido de Mario Espinosa y Pablo Artime. Esta circunstancia fue clave en el
devenir de la carrera. Por mi parte, llegué a boxes con un nutrido grupo de
duatletas de todas las edades.
Nos subimos a la bici para afrontar los 20 km completamente
llanos y con drafting, y enseguida sucedió lo que no me esperaba. Empezó a llegar
gente por detrás y se pusieron a tirar como burros del grupo. Nos juntamos las
de 30 en la primera vuelta y la colaboración era increíble. Ahí no tenía nada
que hacer, más que dar las gracias a los que iban tirando e intentar descansar
lo máximo posible para dar el resto en la última carrera a pie. Al final de la
primera vuelta cogimos al grupo de Sergio, en el que iban solo 3 duatletas, y
ya éramos el segundo pelotón de carrera. Me mantuve a cola de grupo,
controlando un poco a los de mi categoría y con mucho cuidado con las aglomeraciones
en los giros complicados. En los últimos kilómetros, ya volviendo hacia el
Niemeyer, la tensión empezó a notarse en el grupo, y esta vez quería estar
atento a los posibles ataques fuera a haber, porque, perder 10 segundos al
bajarse de la bici significaba perder la carrera. Fui progresando poco a poco
en el pelotón hasta colocarme entre los 5 primeros, esperando a que alguien
saltara... pero nadie lo hacía. El ritmo seguía siendo alto y era complicado
escaparse.
Aún así, en un grupo tan numeroso, la diferencia entre bajarse a
cola de grupo y bajarse en cabeza son muchos segundos. Habiendo aprendido de mi
error en Reinosa, estuve atento y a menos de 1 km de llegar a la transición,
Sergio Correa tomó el mando, y yo detrás. Fue un kilómetro de lucha por la
posición de la que salí peor parado de lo que me esperaba. Me bajé de la bici
el 7º del pelotón de 30 y comenzamos a correr descalzos por la eterna zona de
transición, hasta donde teníamos que dejar las bicis. Me quito el casco, me
pongo las zapatillas y a por los últimos 2,5 km donde se iba a decidir la
tercera plaza del podium.
Los primeros metros después de dejar la bici fueron
frenéticos. Empecé corriendo como un pollo sin cabeza, a escasos 10 segundos de
Sergio, que lideraba el grupo. Los gritos de Vanesa y de mis compañeros de
equipo me pusieron las pilas y a los 200 metros ya era el segundo del grupo de
bici. Paso el km 1 en 3:08 y me veo fuerte, voy recortando terreno hasta que lo
alcanzo a mitad de segmento. Todavía quedaban 1250 metros con el viento en
contra. He de decir que en ese momento pensaba que íbamos primero y segundo. Le
miro y le digo que tenemos la medalla, que por detrás no nos pillan. Sin
embargo nos íbamos a jugar los dos el tercer puesto. Vamos juntos toda la vuelta,
respiración agitada. Yo me encuentro bien pero con la clase de Sergio prefiero
no confiarme. Pienso si cambiar de ritmo lejos o dejarlo para el final y decido
esto último. Entramos en paralelo al último puente, me toca la espalda en señal
de "buena suerte, vamos a dar espectáculo" y entre la euforia del
público nos lanzamos en un sprint agónico de 200 metros. Llegamos juntos a
contrameta, pego un arreón y no vuelvo a mirar para atrás hasta el final.
Instintivamente cruzo la línea de meta con los brazos en alto. Acababa de
conseguir algo, no sabía el qué, pero algo había hecho. Me arrodillo en el
suelo avilesino y disfruto del momento.
Nada más incorporarme veo a Vanesa
emocionada ¡TERCERO, TERCERO DE ESPAÑA! me dice entre lágrimas. Entonces nos
fundimos en un abrazo y empiezo a ser consciente de lo sucedido. Puff ¡menudo final!
Lo que más rabia me da es que
tuvo que ser con Sergio con quien me jugase la medalla ya que me hubiese hecho
muchísima ilusión compartir podium con
él en un Campeonato de España. Para mí, el momento de la carrera fue ese toque
en la espalda a falta de 200 metros, aún con la tensión del momento, a escasos
segundos de jugarnos el bronce en un cara a cara, Sergio me dio una lección de
lo que es ser un buen competidor, juego limpio, noble y honesto. Fuera quien fuese el
que cruzase primero la línea de meta me iba a sentir orgulloso de tener rivales como
él. ¡Chapeau!
Mis compañeros de equipo no tardaron en asaltarme y tirarse
encima de mí como locos. ¡qué pasada! Estaban eufóricos, y yo, en una nube. ¡Lo
que me había costado conseguir esa medalla y la de tiempo que llevaba pensando
en esta carrera! Ver como todo el camino recorrido cobró sentido al cruzar la
línea de meta me hizo tremendamente feliz. Y lo mejor de todo es que ese bronce
trae de la mano una plaza para correr el mundial de duatlón sprint en
Pontevedra, el próximo 1 de Junio. Así, que como dije en la crónica de los 10
km de Laredo, todos nos movemos por pequeños retos o motivaciones, y en este
caso, correr un mundial y encima en España es la mejor motivación posible para
levantarse cada día con ganas de comerse el mundo.
Tras la carrera sprint tuvo lugar la carrera de distancia
Corta, en la que participaban la mayor parte de los espartanos. Intenté
devolverles los ánimos que ellos me habían dado unos minutos antes y disfruté
mucho viéndolos a ellos disfrutar desde dentro de la carrera. Además, todos
terminaron contentos con los resultados, y en especial Cifrian, que se llevó la
plata en su grupo de edad y sumó la segunda medalla para el equipo en el
nacional. En esta última carrera también se llevaron el oro en sus respectivas
categorías dos cántabros: Israel Lastra (Ozono), que además fue el ganador
absoluto de la prueba, y Daniel Becerra (Duatlón Polanco). Mi más sincera
enhorabuena para ellos.
Y con todos los deberes hechos ya sólo quedaba disfrutar de
nuestro momento, la entrega de medallas. Nunca me había subido a un podium tan
espectacular. El montaje, el protocolo, el escenario... era un sueño estar
viviendo eso. Pasadas las 9 de la noche, por fin me subí al tercer cajón y
recibí la medalla de bronce de manos de Arantxa, compañera del equipo de
atletismo de la UC y a la que quiero agradecer su apoyo durante todo el día,
estando pendiente de nosotros, animando y ayudando en la organización.
Y nada más, quizás la longitud de las crónicas sea
proporcional al grado de satisfacción de lo conseguido, porque aparte de estar
muy feliz veo que llevo un buen "tocho" redactado, así que no os voy
a aburrir más que la semana que viene vais a tener que leer otra del duatlón de
Santander. Porque, mientras me lo siga pasando así de bien, este deporte me
verá la cara mucho tiempo.
Muchísimas gracias a todos los que os sintáis partícipes de
esta medalla
Saludos!!
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