Domingo 22 de Octubre: Medio
Ironman de Ibiza, cierre "clásico" a una temporada inusual
¿es broma verdad? Eso fue lo que
pensamos Pablo y yo cuando sonó el despertador a las 5 de la mañana. Día de
carrera, pero una carrera diferente. El Medio Ironman de Ibiza llegaba un mes y
medio después de volver del Mundial 70.3 de Estados Unidos. Desde entonces ya
no me quedaban fuerzas ni ganas para prolongar la temporada, dándola por
concluida en Chattanooga y dedicándome todo este tiempo, hasta Ibiza, a hacer
lo que el cuerpo me pedía.
Dejé dietas, planes de
entrenamiento y madrugones para, junto a Pablo y Chus, compañero de curro y
ahora también de entreno, hacerme un habitual en las clases de Power de
Marisma. Otro concepto de vida, más
relajada y sin la tensión de tener que cumplir con una programación diaria
milimétrica. Creo que con seis medios Ironman terminados este año (siete
contando Ibiza), un triatlón olímpico, siete duatlones y una carrera de 10 km
los deberes estaban hechos.
Por eso a Ibiza fuimos a
disfrutar. Y para romper más aún con las rutinas de todo el año, esta vez tenía
preparado un plan de alimentación en carrera bastante diferente: bidón de agua
y sobao del Macho. Esa fue la estrategia a seguir para este Half. Como igual
era un poco arriesgado ir solo con un sobao, acepté un gel de Pablo como plan
de contingencia si las cosas se ponían feas.
La tensión que suelo tener los
días de carrera se había transformado en tranquilidad, contagiado directamente por
el espíritu hippie de la isla. En el Medio Ironman saldríamos unos 220
triatletas, con Jordi Pascual como máximo favorito, mientras que, en Campeonato
de España de Larga Distancia disputado a la vez, serían algo más de 200 los
participantes. Cartel de lujo en la Élite masculina con lo mejor del país en
parrilla de salida: Emilio Aguayo, Pablo Dapena, Gustavo Rodríguez, Fernando
Barroso, Ángel Salamanca, Miguel Ángel Fidalgo, Joan Nadal, Mikel Elguezabal,
Ander Okamika, Gorka Bizkarra... ¡Casi nada! ¡Menudo cartel y qué lujo poder seguir
la carrera desde dentro! En chicas la cosa se iba a repartir entre cuatro:
María Pujol, Helene Alberdi, Ana Noguera y Dolça Ollé.
La salida del Half estaba
programada para las 8:13 am, unos minutos después de la de los Elite de Larga
Distancia. Ellos daban dos vueltas de 2km, rodeando la isla de Las Ratas y
nosotros solo 1. En principio, si los cálculos no fallaban, deberían empezar a
adelantarme en bici a partir del kilómetro 10.
No hay nada mejor que ir sin
presión a una carrera. Como os dije, durante mes y medio me dediqué a hacer lo
que quise, cogí 6 kilitos de felicidad y llegué a Ibiza todavía medio cojo del
tendón de Aquiles y sin haber nadado en los últimos 20 días.
Apurando la hora, me puse en primera
línea en la salida un minuto antes del bocinazo. Me coloqué a un lado y con el
objetivo de nadar a mi bola, sin matarme y sin pegarme con la gente. En
megafonía sonaban los típicos latidos de corazón con los que la FETRI "ameniza"
los segundos previos al pistoletazo "¿te pones tenso Pelayín?" Me da
que esta vez no.
¡A SUS PUESTOS! ¡BEEEEEEEP! Con
el sonido de la bocina cogí la delantera del grupo en los metros que había que
correr sobre la arena antes de tirarnos al agua. No quería golpes y de esta
forma evitaba el tumulto ¡Funcionó! Casi desde los primeros metros nadé solo,
con terreno despejado y el mar entero para mi ¡Qué lujo! Levantando la cabeza
para enfocar las boyas fue pasando el tiempo. Llevaba una cadencia algo más
baja de lo que suelo en competición (29 brazadas por minuto frente a las 31
habituales), pero no sé por qué, tenía la sensación de ir cogiendo mucha agua y
avanzando bastante ¿En qué puesto iré? La paz del nadador solitario se terminó
cuando empezamos a adelantar a los Grupos de Edad de Larga Distancia que habían
salido dos minutos antes. Hubo algún momento de descontrol, pegando bandazos
para pasar a la gente. Los gorros blancos del Half se mezclaron con los azules
de la Larga Distancia y el mar de Ibiza era un caos. Haciendo metros de más y
calentándome innecesariamente para esquivar a la gente, rodeé la isla de las
Ratas. La segunda parte de la natación, de vuelta, fue más complicada de lo
previsto. Muchísimo tráfico que me hizo perder la buena dirección en algún
momento, pero tampoco puedo decir que este fuera motivo de agobio. Esa era mi
máxima ese día, no estresarme con nada de lo que sucediera.
Metro a metro, brazada a brazada,
el Hotel Ibiza playa fue haciéndose más y más grande, hasta que con la mano
toqué la arena del fondo. Hora de incorporarse y ver cómo iba la cosa. Salí a
la arena y de camino a la carpa de la T1 oigo a alguien que me dice que voy
¿Sexto?... “¡Vamos no me jodas! ¿Cómo voy a ir sexto?” Pues sí, manda cojones que,
yendo con una cadencia mucho menor de lo habitual, sin haber nadado en casi
tres semanas y con la paliza encima de los días de turismo por la isla, haya
hecho la mejor natación del año: 2100 metros a 1:25'/100, con los primeros 1000
metros a 1:23’/100. Esto no hay quien lo entienda.
“¿Y qué pinto yo ahora con la
Vitus disputando la carrera entre tanta cabra y casco psicodélico? ¡Menudo
ridículo!”. Mientras me cambiaba en la T1 empecé a pensar que a lo mejor había
que intentar la machada de salir a por todo con la bici clásica ¿Sería una
locura? Pero la motivada me duró poco. Al
salir de la T1 empezaron a adelantarme las primeras cabras con una diferencia
de velocidad abismal. Y es que mi bici, cuando pasaba de 35 km/h, vibraba y
daba la sensación de que se iba a romper en mil pedazos. El cambio en el cuadro
tampoco ayudaba y el desarrollo 42/23 auguraba una buena riñonada en los
repechos. ¿cómo eran capaces de hacer los puertos del Tour de Francia con esas
“paelleras”?
El primero en adelantarme al
salir de boxes fue el ex piloto de F1 Roberto Merhi, que va muy fino en bici.
Prueba de ello fue su parcial en este sector, el mejor de todos, bajándose a
correr líder, aunque la carrera a pie final le relegaría al cuarto puesto.
Como dije, el sexto puesto en el
agua me duró lo que dura un caramelo a la puerta de un colegio. Me di de bruces
con la realidad y enseguida entendí que al Half de Ibiza había ido para ser
"Finisher", y no a intentar imposibles.
El circuito de ciclismo consistía
en una vuelta larga de 57 km y una vuelta más corta de 28 km, para completar un
total de 85. La ida era en subida, con un 2% de pendiente media y viento en
contra, que se notó sobre todo en la segunda vuelta. De la que íbamos subiendo
por primera vez y mientras perdía posiciones a diestro y siniestro, empecé a
fijarme en el paisaje, a pensar en mis cosas y a disfrutar del ambiente de la
carrera y del público. También iba dando ánimos a quienes, atónitos, me
adelantaban. No hay nada como ir con una Vitus para que la gente se acuerde de
ti.
Pero si hubo un momento en el que
me lo empecé a pasar bien de verdad fue al sentir a Don Emilio Aguayo quitándome
las pegatinas. Cuando me di cuenta de que era él ya estaba a "tomar pol
saco" y apenas pude animarle. Desde ese momento fui más pendiente de los
Élite del Campeonato de España que me iban pasando que de mi carrera. El
siguiente fue Pablo Dapena, a menos de 20 segundos de Emilio, y tras ellos
Ángel Salamanca, ya un poco descolgado. Al llegar al punto más alejado el
circuito, este dibujaba una especie de "trébol", con tres ramas de
ida y vuelta y una hoja en el tallo, ya camino de Ibiza. Lo describo así para
poder ubicar espacialmente cada anécdota que me fue pasando en este segmento.
En el primer punto de giro se
podían coger referencias, y ahí, detrás de mi todavía, se estaba cocinando todo:
Barroso, Fidalgo, Gustavo... y así un sinfín de triatletas. Pero una de mis
preocupaciones era ver dónde estaba Pablo. Si me cruzaba pronto con él tenía
intención de esperarlo, pero cuando lo hice, vi que nos separaban unos 15
minutos. Demasiado tiempo, así que seguí a mi ritmo, tranquilo pero seguro.
La primera hoja del
"trébol" tenía "espinas": un repecho no apto para un 42/23
de desarrollo me hizo poner a trabajar los riñones por primera vez. Pero lo
jodido vino cuando la cadena saltó de golpe del piñón grande al pequeño. Me
quedé clavado, y menos mal que era corto el repecho que, si no, tengo que echar
pie a tierra. Intenté apretar manualmente el cambio, pero ni con esas. Cada vez
que había que hacer mucha fuerza en los pedales (véase en cualquier subida por
encima de un 7%) la cadena saltaba, así que no quedaba otra que aguantar con la
mano derecha la palanca de los piñones y evitar que el cable cediera. Cuando
dije que correr con la Vitus iba a ser una experiencia diferente, no me
imaginaba que tanto.
En la segunda hoja del
"trebol" llegó el primer imprevisto mecánico. La cadena se me enredó
en la roldana y se salió. "No problem", paradita, bici del revés,
manos manchadas de grasa y avería resuelta en menos de minuto y medio. Me jodió
más perderme la pasada de Gustavo Rodríguez que el mero hecho de haber parado.
Seguí la marcha, pasando por el avituallamiento del kilómetro 37 y cogiendo
medio plátano, agua y Acuarius. Ni los gregarios de Contador lo hacen tan bien.
Jugando a ser malabarista salvé la situación tirando mi bidón y también, tras
echarle un trago, el que había cogido con agua. Guardé el de isotónico y metí
el medio plátano entero en la boca. Los que me conocen van a dar más mérito a
esto último. Creo que empecé masticando el plátano en el kilómetro 37 y acabé
de tragarlo en el 50. ¡Joder! ¡Ahora sé por qué solo tomo geles en las
carreras! Y de la que volvía hacia el punto de giro me acordé del sobao. Si me
había costado la vida tragar medio plátano, comerme un sobao en marcha iba a
ser una odisea. No había kilómetros suficientes para hacerlo. Por el momento lo
dejé guardado en la bolsita que puse en plan globero en el manillar.
Ya camino de Ibiza, en la hoja
del tallo del famoso "trébol", estaba la carretera bastante
complicada. De hecho, en una curva cerrada de derechas, en bajada y con algo de
grijo vi que alguien estaba en el suelo, accidentado, y varias personas
socorriéndole. Espero que al final no haya sido nada.
Seguí adelante con el miedo metido en el
cuerpo y la cabeza funcionando a todo trapo tras ver el accidente, pero en
cuanto entramos en la ciudad de Ibiza me pude distraer un poco con el ambiente.
Me hizo ilusión pasar por la zona de público y ver a mis padres y a la gente animando,
aunque los aplausos que me "cayeron" a mi eran más de cachondeo que de
verdad.
Nada más empezar la segunda vuelta
me adelantó Sergio Bolado. Fue de los que más rápido me pasó en toda la
carrera, y llevaba un trenecito de varios triatletas detrás. Gorka Bizkarra,
también viejo amigo de las carreras, fue el siguiente en quitarme las
pegatinas.
¡Qué dura se me hizo esta segunda
subida! El viento soplaba en contra mucho más que antes y costaba pasar de
25km/h. Sin incidencias y ya con la posición más o menos estabilizada, pude "pegarme"
con algunas cabras en los últimos kilómetros de bici antes de llegar a la T2.
Lo hice en el puesto 58 ¡Menuda sangría!
Corrí por la "laaaarga"
alfombra de boxes hasta llegar a mi sitio. Después me dirigí con calma a la
carpa de la T2, me cambié relajadamente: zapatillas, gorra y ¡a correr!
Uffff ¡Cómo duele todo! y cuando
digo todo es todo. La posición sobre la Vitus, tan distinta a la que no estoy acostumbrado, me cargó mucho las piernas y la espalada. "Solo 20 kilómetros
de trote y está hecho Pelayín". Y es que si hay algo que me está costando
desde que vine de Estados Unidos es correr. Haber cogido peso, unido a las
molestias con las que me traje de tierras americanas en el Aquiles, hacen de cada trote una verdadera
tortura. No había vuelto a rodar más de 15 km desde entonces, así que me tomé
la carrera a pie con mucha calma.
El primer kilómetro por la Avenida de España,
viento a favor, en sombra y con pendiente descendente, fue de gran ayuda para
coger ritmo. Pero preferí ir poco a poco, había que terminar. Empezando ese
primer kilómetro a 4:30'/km pude "entrar" en carrera y ya camino del
puerto las patucas corrían por debajo de 4’/km sin problema. ¡Qué lejos estaba
el puñetero punto de giro!" No llegaba nunca el momento de volver, aproximadamente
en el kilómetro 4.5. Además, la organización estuvo muy hábil al colocar uno de
los avituallamientos justo en el giro. Así nadie tendría tentaciones de dar la
vuelta antes. El que hiciera trampas se quedaba sin comer.
Camino de la parte dura, la zona
de la muralla, me fui cruzando con triatletas del Half y, sin esperármelo, con
Aguayo, líder del Campeonato de España en ese momento pero que estaba tirando
de orgullo para completar sus 30 kilómetros con una rotura de fibras en el Isquiotibial
¡Alucinante!
Unos segundos después me crucé
con Pablo Dapena. Bueno, más bien casi me atropella ¡Cómo iba! A ritmo de Súper
Sprint creo que dejó un surco por el carril bici ibicenco. Pero aún estaba en
el km 1.5, y los 28.5 km que le faltaban iban a ser duros. Aun así, se le veía
con determinación para alcanzar a Emilio y ganar la carrera.
Ya en la muralla, en las rampas
más duras, vi a mi padre, desesperado porque se le había atascado el móvil. De
la que pasé le oí quejarse y estuve a punto de pararme para arreglárselo. Pero
bueno, si me paro, ¡a ver quién arranca luego! No lo he dicho, pero correr a
4'/km este triatlón te asegura adelantar a muchísima gente. No sé en qué puesto
iba, pero estaba recuperando bastantes posiciones.
Al terminar la primera vuelta,
justo delante del hotel Ibiza Playa, alcancé a un triatleta que parecía llevar
la misma marcha que yo. Al menos me serviría de referencia en los 10 km
restantes para no abandonarme, que me conozco. A una distancia prudencial
fuimos pasando, kilómetro a kilómetro, a ritmos que rondaban los 3:50'/km. Aunque
las fuerzas ya iban justitas y empezaba a notar el cansancio. "Queda poco,
¡vamoooosss!"
Cuando pasé junto al arco de meta en la
primera vuelta vi que el crono marcaba 4h 15' ¿sería capaz de hacer menos de
5h? Con ese mini objetivo me dejé llevar hasta el final. Pero antes, a falta de
2 km, Miguel Ángel Fidalgo me alcanzó, haciendo con él los que serían mis
últimos metros de este Half de Ibiza y también de esta temporada 2017.
¡META! con un tiempo de 4h 45' y
entrando en el puesto 27 de más de 200 inscritos, finiquité un año increíble.
Esta prueba fue diferente, fue distinta y la disfruté más que ninguna.
Seguramente no estaba en condiciones de competir un Medio Ironman, así que
tomar la decisión de hacerlo con bicis clásicas y sin pasarme de esfuerzo fue
el mayor acierto posible. Gracias a ello no condicioné los días previos y
aprovechamos muchísimo para movernos por la isla y conocer sitios.
Nada más entrar en meta subí a la
habitación a ducharme. Es un lujo que te pongan el arco en la puerta del hotel.
Con la ropita limpia y el cuerpo pasado por champú y agua fría, volví a la zona
de meta a esperar a Pablo, que llegó media hora después.
¡FINISHERS! Y el cabrón de mi
compi, a pesar de hacer la carrera tocándose las pelotas a dos manos, consiguió
los puntos suficientes para rascar el tercer puesto de su Grupo de Edad (35-39
años) en la Copa de España de Triatlón de Media Distancia ¡ENHORABUENA PRESI!
Tanto como te has alegrado y has celebrado mis puestos de esta temporada me
alegro yo por lo tuyo. Tiene mucho mérito lo que haces y aquí nadie regala
nada, da igual que sea en la carrera de las cebollas, en la de los pimientos o
en un Campeonato de España, un pódium es un pódium y no todo el mundo sube a él
¡CHAPEAU! Disfrútalo y, como me gusta decir a mí: ¡Que te quiten lo "bailao"!
¡OLEEEE!
Por mi parte lo esperado. Llegaba
a Ibiza como segundo clasificado virtual de la Copa de España en categoría
ELITE, tras Gustavo Rodríguez, que ya había ganado matemáticamente. Pero mi
puesto se vería relegado en función de lo que hicieran en la prueba Larga de
Ibiza Emilio Aguayo, Ángel Salamanca y Pablo Dapena. Solo con acabar ya me
adelantaban. Al final no solo acabaron, sino que además Pablo Dapena fue
campeón de España, Emilio Aguayo segundo y Ángel Salamanca cuarto. Así que ¡5º
puesto en la Copa!
Os puede parecer poco, después de un año entero
dando la chapa con el tema de la Copa, pero ahora es definitivo, antes era todo
virtual y transitorio. El quinto puesto es mucho más de lo que habría esperado
a principio de temporada. ¿Quién me iba a decir que al final de año estaría
cubriéndole la retaguardia a estos Pros? Pues eso, nada de lamentaciones y a
saborear cada hojita del fruto recogido en 2017.
El día de carrera no terminó al
cruzar la meta, ni mucho menos. Es más, diría que empezó en ese momento.
Mientras esperábamos la llegada de los primeros clasificados del Campeonato de
España, una nube descargó todo el agua que no había caído en la isla en el
último mes ¡Qué aguacero! No me quería imaginar lo complicado que se habría
puesto la bajada de la muralla con el suelo mojado. Y en medio del temporal
llegó Pablo Dapena proclamándose campeón de España y cerrando un 2017 en el que
se metió en pódiums nacionales en todas las distancias, desde super sprint
hasta casi Ironman. Pocos minutos después llegó un emocionado Emilio Aguayo,
que tras una bici estratosférica luchó contra la lesión los 30 kilómetros de
carrera a pie y se llevó una plata que seguro le sabe mejor que cualquier
victoria. El incombustible Gustavo Rodríguez fue tercero, mientras que nuestros
compañeros Sergio, Miguel y Rami terminaron en las posiciones 19, 38 y 94,
siendo, este último, Campeón de España del grupo de edad 20-24. Las chicas
tardaron poco en llegar, con Ana Noguera primera, María Pujol segunda y Helene
Alberdi tercera.
Ya estábamos todos y con ganas de
celebrarlo, así que fuimos a devorar hamburguesas a nuestro restaurante
talismán: Retro Gusto. Aguayo, Ana, Sergio, Miguel y Rami caminaban como Rambo
e iban un poco “escojonaos”. Vamos, lo normal después de nadar 4 km, hacer 120
de bici y 30 corriendo.
Tarde de descanso con ceremonias
de entregas de premios de por medio y noche de T3… Uffff ¡qué ganas teníais de
que llegase esa T3! ¿Eh? Dicen que en octubre no hay ambiente en Ibiza, pues
esa noche el ambiente se lo pusimos los triatletas. Y no voy a entrar en más
detalles, lo que pasó esa noche se queda en Ibiza, aunque muchos ni se acuerdan.
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