miércoles, 5 de abril de 2017

CTO DE ESPAÑA DE DUATLÓN POR GRUPOS DE EDAD: "ladran Sancho, señal que cabalgamos"

Voy a empezar esta historia por una frase que mi buen amigo y gran atleta Moha Bakkali publicó cuando en la primera carrera de la temporada, El Villa de Gijón, fue consciente de que este iba a ser su año:

"Dale valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan"

Y así voy a valorar yo este nuevo Oro en el Campeonato de España de Duatlón en distancia Olímpica/Corta/Estándar (10km a pie, 40 km de bici y 5 km a pie) por Grupos de Edad. Independientemente del mérito que tenga o deje de tener ganar un Campeonato de España de Grupos de Edad, no solo en mi categoría, sino la carrera entera, yo le doy, para mí, un significado que va mucho más allá de la mera “titulitis”.

Primero, hice una de las carreras más completas que recuerdo, mezclando estrategia, sufrimiento y consiguiendo el mayor botín que había en juego. Segundo, las sensaciones fueron espectaculares desde el primer al último metro, dominando mi cuerpo y mi mente en todo momento y sintiéndome más fuerte que nunca. Tercero, partía con la presión de haber ganado el año anterior, con la sensación de que lo que no fuera revalidar el título sería un fracaso, pero fui capaz de quitarme ese lastre, sentirme libre compitiendo y DISFRUTAR. Y cuarto, por fin salió realmente todo lo entrenado hasta la fecha; los madrugones, las horas de sueño robadas, los dolores de piernas… en definitiva, el camino que he seguido, y sigo, de la mano de Ricardo Lanza y Juan Carlos Llamas, dio resultado el pasado Sábado en la localidad castellonense de Vall de Uixó.



Llevaba un par de semanas compaginando duros entrenamientos con competiciones. En los Duatlones de Oviedo y Santander, aunque no me encontré mal, no reflejaron en el resultado, por el motivo que sea, mi estado de forma actual. Tenía la espina clavada y las ganas de ver ratificadas esas sensaciones con un buen puesto.

Tras correr el pasado Domingo el último Duatlón antes del Campeonato de España, tocó una semana regenerativa, una semana de recuperar cuerpo y mente para llegar a Vall de Uixó lo más enchufado posible. El lunes después de Santander, nadé a medio día con Pablo y troté suave por la tarde. El cuerpo estaba aún tocado de la competición y las sensaciones en el trote no fueron demasiado buenas. El día siguiente, martes, tocaba exprimirse por última vez antes de la gran cita castellonense. El míster Ricardo, tuvo el detalle de supervisar y servirme de apoyo logístico en un entreno de multi-transiciones que me dejó un gran sabor de boca. Ritmos mucho mejores que en anteriores ocasiones, corriendo con intensidad por el circuito del prado de Soto de la Marina un 3000 a pie, seguido de 10 km en bici al 95% de mi FTP, transición rápida y otros 3000m a pie más alegres, seguidos de 8 km de bici al 95% de mi FTP, de nuevo zapatillas y a por un 2000 a pie más fuerte, a continuación 6 km de bici con todo lo que tenía para rematar la faena con 1 km final a pie a ritmo de competición. Con las piernas cansadas pero la mente fresca y motivada, dejé que el paso del tiempo y las manos de Ingelmo hicieran el trabajo de recuperación.

Voy a cogerle manía a la banda sonora de Piratas del Caribe. ¡qué tensión!

Así llegué al viernes, víspera de carrera, y también día de viaje. Fueron siete horas en coche hasta Vall de Uixó, en las que utilicé cada parada como excusa para trotar un rato y activar. El tono muscular se pierde rápido y conviene mantener las piernas vivas las horas antes de competir. Llegamos tarde a la localidad castellonense, así que tras una cena ligera nos fuimos a dormir.
El sábado aproveché que la carrera era a las 17:00h para dormir todo lo que el cuerpo me pidiese, que fue mucho. Un trote mañanero también para activar ratificó que el estado de recuperación era bastante bueno. Confianza al 100% y ¡a por todas!

En dirección a la zona de salida me comenta Barroso que Ángel Salamanca, actual subcampeón de España Élite de Triatlón de Larga Distancia (Ibiza 2016) será de la partida. Aunque no es de mi grupo de edad, saber que gente de su nivel va a estar compartiendo carrera conmigo supone un plus de motivación. Yo tenía controlados a los rivales de mi grupo de edad (25-29 años) con quien me iba a jugar las medallas. Y la cosa iba  a estar difícil, porque Aleixandre Rodríguez era uno de ellos. Ya nos conocemos de anteriores luchas, pero la más sonada y de la que me quedó un regustillo amargo, fue cuando él se hizo con la plata en el Mundial de Duatlón de Avilés, el pasado año, relegándome a mí al bronce. Aunque amigos, un rival duro en carrera y que llegaba fuerte este año tras ser 9º Elite en el Cto de España de Duatlón de Larga distancia de Orihuela.

Hablando con él antes de la carrera, ambos éramos conscientes de las altas probabilidades de jugarnos entre nosotros el oro y la plata. También comentamos la casuística que se podía dar en carrera y acordamos, en caso de coincidir en el sector ciclista, trabajar juntos para asegurar la medalla y jugarnos la victoria en el último segmento a pie. Demasiadas cábalas hechas, pero a mí me gusta pensar diferentes estrategias antes de salir, aunque luego haya que improvisar. Otro de los factores a tener en cuenta era el gran nivel de bici de Ángel Salamanca, que podía ser una baza también importante.

Con algo de retraso, 20 grados, sol y mucho viento, empezó a sonar la banda sonora de Piratas del Caribe, preámbulo de las salidas en los Campeonatos de España. Me coloqué en primera fila, no quería sorpresas, y con tensión aguardamos el famoso “¡A sus puestos!”. BEEEEEEEEP

Hoy sí que era un día para salir controlando desde el principio

Sin tiempo para darle al Garmin me vi desbordado por la muchedumbre en los primeros metros. ¡Qué manía de salir al sprint! No había problema de espacio, así que, pese a quedarme un poco encerrado en el grupo, a los pocos metros pude progresar. Por delante teníamos cuatro vueltas de algo más de 2600 metros cada una, con una cuesta al 12% de unos 70 metros y el resto bastante llanito. Eso sí, los giros de 180 grados y los pasos por las glorietas hicieron que la carrera a pie más bien pareciera un concurso de patinaje ¡cómo resbalaba ese asfalto!

Kilómetro 1: Rafael Zapata coge la iniciativa del grupo y mete la directa
Pongo la mirada en el mono amarillo de Ángel Salamanca, la rueda a seguir, y me sorprende que sea él quien tense al grupo en el primer kilómetro. Pasado este punto, el ritmo se ralentiza y la serpiente multicolor, que empezaba a estirarse, se vuelve a juntar. Es en ese momento cuando el duatleta local y ganador de la última edición del duatlón de Vall de Uixó, Rafael Zapata, mete la directa y con un cambio brusco se escapa del grupo. "¿salgo o no salgo?" Decido no hacerlo; llevamos solo 1,5 km y queda mucha carrera, no se pueden quemar balas y más cuando el éxito pasa por tener controlado a Salamanca.

Mamá pato y los patitos
Pese a esa reflexión, en el kilómetro 2 considero que el ritmo al que íbamos era demasiado pobre y paso a comandar el grupo. Zapata nos saca unos 70 metros, y yo empiezo a marcar parciales de 3:15’/km sin mirar atrás. Es demasiado pronto, pero alguien tenía que tomar la iniciativa. Pasamos la primera vuelta y me percato de que el ritmo está haciendo daño en el pelotón. Cada vez somos menos y más estirados, y yo me encuentro genial, con un par de marchas aún en la recámara.

Esa glorieta la habían lijado por la noche ¡cómo resbala!
A mitad de segunda vuelta consigo contactar con Zapata y, al mirar de reojo para ver quien me seguía, solo veo a Aleixandre. Buena y mala señal. Él es, de entre todos, el rival con el que me voy a jugar las medallas, pero a la vez es un buen compañero para escaparse en bici.

Sigo tirando toda la segunda vuelta y en cada giro voy mirando a qué distancia viene Salamanca. Se había quedado unos 20 segundos por detrás e comandaba ese segundo grupo de carrera. En la tercera vuelta empiezo a tirar de calculadora, aunque de vez en cuando pego un pequeño arreón para testar a mis compañeros de grupo. Las buenas sensaciones siguen acompañándome y, pese a llevar varios kilómetros dando la cara frente al viento, me noto aún con mucho margen. 

uiiii que me escapo

Las vallas no las tiramos nosotros, tranquilos jejeje. Creo que queda demostrado que hacía viento

Entrando en la T1. Always first!
El objetivo era claro, llegar a la primera transición con un hueco suficiente con Ángel, esperar a que nos cogiera en bici e intentar colaborar. La duda estaba en cuántos duatletas se traería a rueda desde atrás. Lo ideal era que viniese solo, pero eso ya no lo podíamos controlar. Corriendo con cabeza y guardando mucho llegamos escapados a la T1 Zapata, Alex y yo. Bajada ratonera por la alfombra azul, sprint final entre las barras de boxes hasta llegar a la bici, zapatillas de correr fuera, casco puesto, dorsal atrás y “¡alehop!” Empieza el sector crítico, en el que va a tocar sufrir más de la cuenta.

Zapata, Pelayín y, al fondo, la locomotora Salamanca
Me tomo los primeros metros con calma. Bebo, me calzo, aseguro bien las zapatillas y, aunque mis compañeros de fuga van 50 metros por delante, no me preocupa, pues en breve va a llegar a locomotora amarilla. Dicho y hecho, los mejores pronósticos se cumplen y, antes del kilómetro 1 me veo sorprendido por Ángel Salamanca, que me pasa como un rayo ¡MIERDA! Me había pillado a contra pie y justo en la zona de rotondas, donde él iba bastante más rápido.

A punto estoy de tirar a la basura la carrera en el segundo kilómetro de bici, pero ¡NO! No había ido hasta Vall de Uixó para dejarme perder de esa forma, así que apreté el culo, las piernas y hasta las uñas, y me pegué el calentón del siglo para recuperar esos metros, antes de que él contactara con Zapata y Álex. Si lo hacían antes de que yo le cogiera, estaba perdido. Jugándomela más de lo que me gustaría en las glorietas consigo mi propósito y llego a su rueda. ¡Puffff! ¡Casi la lío!

Respiro antes de empezar a apretar las bielas
Sin tiempo de pensárselo nos ponemos de acuerdo para entrar todos al relevo. Relevos cortos, de pocos segundos, que se hacen durísimos. No escatimo en gasto porque cualquier signo de flaqueza en ese momento o de falta de colaboración puede provocar incertidumbre y desconfianza en mis compañeros, y eso no lo quiero, quiero una bici constante, aunque sea sufrida, pero constante. En ese momento somos 5 duatletas en cabeza, pues Salamanca se había traído con él a otro chico del grupo perseguidor.

Voy bastante ciego en la ida de la primera de las cuatro vueltas, aun sin haberme recuperado del calentón, pero en la bajada antes de dar el giro para volver, nos tomamos un respiro y vuelvo a recuperar el aliento. Al llegar a la rotonda de media vuelta hago la "goma" con mis compañeros. Soy más cagón que ellos a la hora de tomar los giros, y prefiero asegurar, aunque eso me cueste luego tener que pegarme un achuchón para enlazar. Ya de vuelta tocaba subir un alto de 2,5 km al 4% que, con viento a favor se hacía muy llevadero. Subimos ligeros y es en ese tramo del circuito donde mejor me veo. Sin duda el haber bajado de peso tiene sus ventajas cuando la carretera se empina. Coronamos el Alto y nos echamos hacia abajo hasta la rotonda de giro, situada a 1 kilómetro de Vall de Uixó, completando la primera de las 4 vueltas sin incidencias.

Grupeta de Sábado... como los de la Renault
Empezamos la segunda de la misma forma pero con un integrante menos. El chico que venía con Salamanca se había quedado descolgado en la subida, así que solo éramos 4 y los relevos se hacían más duros. Empezamos en esta segunda vuelta a encontrarnos con doblados, lo que dificultaba el paso por las glorietas y también el ser capaz de coger referencias con nuestros perseguidores. Aunque esto último me daba igual, íbamos “follaos” jajaja. Pocas veces tuve más claro que no nos iba a pillar nadie. Con esa tranquilidad en mi cabeza, tan solo quedaba centrarse en seguir trabajando en el grupo, concentrados y sufriendo. Me costaba encontrar momentos de respiro para beber, y estos los tenía, paradójicamente, cuando la carretera se ponía hacia arriba. También tenía que vigilar no perder mucho la estela del grupo en las cuatro glorietas del principio de cada vuelta. Eran como una pista de patinaje y ahí siempre me quedaba unos metros que luego recuperaba.

De esta forma fueron pasando los kilómetros hasta entrar en la última de las cuatro vueltas. En uno de esos momentos en los que pasamos por la rotonda y me tengo que pegar el calentón para enlazar, veo que Salamanca muestra un poco de disconformidad con nuestra forma de colaborar y nos ataca. Esto no me gusta, pero es lo que hay. Salgo detrás y enlazo rápido, poniéndome a tirar sin pensármelo, como muestra de querer seguir colaborando. Nos volvemos a organizar y a pasar el relevo. “Espero que esta situación dure, al menos, hasta 3 kilómetros antes de la transición”, pienso. Dicho y hecho; ya camino de Vall de Uixó Ángel se fija en los dorsales y nos dice a Alex y a mí que somos los únicos del grupo que tenemos que jugarnos la medalla. Zapata y él tenían el oro asegurado al ser de categorías distintas. En un acuerdo silencioso, tanto Álex como yo bajamos el pistón y aflojamos para llegar frescos a la T2. Ahora sí, Salamanca ataca y se va, pero ninguno de nosotros hacemos el amago de salir. Mi lucha está con Álex, y, aunque haga ilusión ganar la carrera y este movimiento pueda ser definitivo para ello, tengo que vigilarle a él.

Marcaje férreo entre nosotros
Entramos en Vall de Uixó Zapata, Álex y yo juntos; 20 segundos por detrás de Ángel. Nos bajamos de la bici y… ¡ZASCA! Según empiezo a correr descalzo por el duro hormigón de la zona de boxes siento un dolor infinito en los pies. No puedo a penas correr y Álex aprovecha para  escaparse unos metros. Al llegar a mi sitio e intentar ponerme las zapatillas, se me atascan un poco y cuando empiezo el último segmento veo que voy 15 segundos detrás de mi rival. ¡MIERDA! Otra cagada en el peor momento y con solo 5 kilómetros por delante en los que parto tercero (segundo de mi grupo) y con un hándicap en forma de segundos que me va a obligar a correr al 200% para remontar.

Saliendo de boxes con todo
Nada más salir de boxes tenemos que subir la cuesta, que, aunque corta ¡cómo “cuesta”! Voy bastante atascado los primeros metros aunque en la bajada me suelto un poco. “Pelayo, tú a tu ritmo, no te obsesiones con recortar y vete a tu ritmo, que lo tienes y es muy bueno”, trataba convencerme a mí mismo. Pero los nervios iban en aumento cuando pasamos por el kilómetro 1 y no había sido capaz de recortar.

¡Nada! No voy sufriendo a penas jeje
A mi cabeza vinieron entonces los recuerdos del último sector a pie del Mundial de Avilés del pasado año, donde, aun llegando en un gran estado de forma y habiendo empezado a correr el último 5000 junto a Alex, este me había machacado en el kilómetro final. Pues ahora estaba la cosa más complicada: mismo segmento, pero ya con unos cuantos segundos perdidos. Apuré mis últimas esperanzas de hacerme con el oro en un segundo kilómetro agónico, pasándolo a 3:09´/km. Y ahí sí, ahí sí conseguí echarme encima de Alex. Ese hueco, imposible de cerrar al principio se redujo rapidísimamente. Buena señal, aunque fuera a base de hacer un sobre esfuerzo por mi parte y con más de media carrera a pie por delante.

Contactando con Salamanca en el kilómetro 2
Llego a su espalda y sin pensarlo le paso aumentando una marcha, para no dar opción a que me siga. No miro hacia atrás, voy con todo y muriéndome, tanto, que sin darme cuenta también adelanto a Salamanca y me pongo primero. ¿Y ahora? Queda una vuelta entera, 2,6 kilómetros ETERNOS, donde tengo que aguantar el tipo. 

¿dondé está la cámara?
Sorprendentemente, las sensaciones me siguen acompañando y cada vez oigo más lejos los aplausos del público a mis perseguidores (sistema que utilizo como referencia para saber a qué distancia van, pues no me gusta mirar hacia atrás). Decido esperar al punto de giro para hacerme una idea real de la situación. Dicho punto está a 1,5 km de meta, todo en línea recta, picando hacia arriba y con el viento en contra. Una tortura psicológica de no ser porque al girar me percato de que el hueco con Salamanca es de medio minuto y con Álex es ya, casi, de un minuto. ¡Lo tengo hecho!

Dosifico lo que puedo en los últimos compases, no me quiero confiar tampoco, y me voy marcando metas a corto plazo: un árbol, un banco… hasta que por fin llego a la alfombra azul y oigo al speaker decir mi nombre. Disfruto como nunca de la recta de meta, saludo, lo celebro y revalido el título de Campeón de España de Duatlón Olímpico por Grupos de Edad, repitiendo victoria absoluta, al igual que hiciera un año antes en Cerdanyola. A 45 segundos llega Ángel Salamanca y a algo más de un minuto entra Zapata, que le arrebata a Alex el tercer puesto en los últimos metros.


just happy
Satisfacción, alegría y paz interior me embargan los primeros minutos. He hecho una de las carreras más completas que recuerdo y con la certeza de que las buenas sensaciones de hoy son solo el punto de partida para todo lo que viene.





Ahora a seguir cumpliendo sueños, objetivos y a luchar por que cada meta que se consiga, signifique mucho para mí.

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