martes, 7 de marzo de 2017

DUATLÓN DE GALIZANO 2017: Estrenando equipación con una medalla de chocolate

*Hoy empiezo la crónica por el final, por los agradecimientos a los artistas que nos han fotografiado en el Duatlón de Galizano, en especial a Jorge Morales y Marta H. P. (M&m). Esta crónica no sería lo mismo sin sus "robados". GRACIAS
Y por fin tengo la colección completa...
Parece mentira que no haya sido hasta la séptima temporada que hago duatlón, cuando he debutado en la prueba de Galizano. Siempre me había coincidido con algo, pero este año sumé a la lista otro de los clásicos del Circuito Cántabro.
Desde Astillero la cosa ha ido a mejor. Cada día me he visto un poquito por encima del anterior, con buenas sensaciones y afinando. A pie han empezado a salir ritmos "majos" y en bici... pues bueno, no voy a decir que estoy mal, pero tampoco estoy como para tirar cohetes. Faltan kilómetros, adaptación muscular y sobre todo, acostumbrarme a sufrir sobre las dos ruedas. La semana antes de Galizano rescaté la cabra de su letargo post-Iroman 70.3 de Santa Cruz, que ya habían pasado casi 6 meses, y la puse en carretera por primera vez el Miércoles. Una horita dando vueltas a Prezanes para hacerme a la posición de acoplado y otra horita el Jueves con algún toque de intensidad. Lo justo para saber que el Domingo en Galizano podría domarla.
Consciente de la importancia del segmento ciclista de este duatlón, debía ir con la cabeza puesta en sobrevivir en bici e intentar abrir brecha a pie. En la lista de inscritos había varios viejos rockeros, conocidos todos, y que se desenvuelven bien sobre las dos ruedas: Toñín Suárez, Roberto Cuesta, Guerra, Mendiguchía, Peláez, Romayor... y varios nombres de fuera que no conocía, pero que seguro que alguno iba a estar en la pomada, como así fue.
Llegamos a Galizano con la incertidumbre meteorológica y amenaza de lluvia y viento, que, por suerte, solo se quedó en esto último, un viento del Oeste pestoso que soplaría en contra en los 4 km de ida por la eterna recta de Galizano (sentido Somo) y a favor en la vuelta. Un suplicio para nuestras cabezas, que psicológicamente no están preparadas para tanta hostilidad jejeje.
Además de debutar en este Duatlón, el equipo Bender lució sus mejores galas, estrenando equipación (perdonadme al resto de equipos, pero es obvio que a día de hoy tenemos los tritrajes más bonitos) y presentando novedades en la alineación, tanto masculina como femenina. Por la parte de los chicos, Pepín Fuentes Pila volvía a vestirse de corto en este tipo de pruebas. Compartir equipo con este súper atleta es un lujo, aunque luego en carrera sea un rival duro. Nuestro presi, Pablo, también volvía al ruedo tras meses de calvario con una lesión que le impedía correr, pero yo sé que volvía más motivado que nunca y con ganas de soltar toda esa adrenalina de tanto tiempo sin competir... y vaya si lo hizo ¡CARRERÓN! El cuarto integrante, Sobaler, también debutaba este año e iba a ser clave su actuación para la clasificación por escuadras. En el apartado femenino, Vanesa, Melanie y Carolina marcarían un hito en la historia de este modesto pero posturero club: por primera vez, tendríamos tres chicas absolutas en parrilla de salida, solo una más y puntuaríamos por equipos.
Bueno, que me enrollo...
Con más de media hora de retraso fuimos llamados a formar en el arco de salida los más de 100 participantes, dispuestos a darlo todo en 6 km a pie con cuestas y viento, 32 km de bici por la recta de las lamentaciones, dando cuatro vueltas, y un segmento final de 3 km a una vuelta. Todo listo en el tranquilo pueblo cántabro, y con el "¡A sus puestos!" de Federico, sonó el bocinazo que dio paso a una estampida multicolor con ganas de sudar la gota gorda.
A los 100 metros de salir, Pepín ya nos sacaba 50. Sus cartas estaban claras: abrir hueco a pie y controlar la distancia en bici como pudiese, que en vistas a los toretes en bici que vendrían por detrás, no iba a ser nada fácil. Los primeros metros son frenéticos. Mendiguchía, Toñín y un chico de fuera, Julen Díez lideraban el pelotón en el que agazapado, veía pasar el asfalto a un ritmo inferior a 3'/km. ¡A donde vamos! A los 800 metros el ritmo decae y aprovecho para escaparme en una persecución imposible a Pepín.
Los dos Bender liderando la carrera, preciosa estampa, pero poco realista, pues todo se iba a decidir en el segmento ciclista. A mitad de primera vuelta el hueco con Pepín era de unos 15 segundos, incrementándose a 25 en el primer paso por meta, más o menos la distancia que yo les sacaba a mis perseguidores. Perdido en tierra de nadie y con la sensación de ir un poco pasado de ritmo, decido aflojar algo en esta segunda vuelta, en la que me vuelven a caer otros 25" con Pepín pero amplío ligeramente la ventaja con los de detrás.
Me subo a la bici y salgo con ganas. Aún no había curvado para enfilar la recta y ya estaba pensando en el vendaval que nos iba a dar de cara en cuanto lo hiciera. Llegó el momento, me acoplo en la "Avenger", agacho la cabeza y empiezo la tortura. ¡Qué dolor de patas! Además, esos primeros 2 kilómetros pican hacia arriba y son matadores. Entre ceja y ceja mi compi del Bender, Pepín, a quien veo al fondo, pero no muy lejos. Llegamos al giro y toca volver por primera vez. Voy tan ciego y tan pasado que se me olvida coger tiempo con el líder, así que tengo que esperar al siguiente giro de vuelta para hacerlo. Visualmente es difícil hacerse una idea de si estás recortando o no hasta que te cruzas con él en el mismo punto y puedes coger referencia. Por detrás viene un grupo bastante junto y muy cerca, pero intento centrarme en lo mío.
Termino la primera de las 4 vueltas demasiado pasado y habiéndole reducido la distancia a Pepín hasta los 20''. La cosa pintaba muy bien, pero fue un mero espejismo, pues al afrontar de nuevo la ida con el viento de cara, me vine abajo. Las piernas se quedaron sin chicha y no encontraba el desarrollo cómodo. Cambiar de piñón constantemente, denota que algo no va bien. Consigo llegar al final de la recta segundo, pero en un abrir y cerrar de ojos, Díez me quita las pegatinas. Otra liga en bici. No puedo cogerle la referencia y se me escapa rápidamente. Pepín me mantiene la diferencia e incluso me la amplía a 30'' al final de la segunda vuelta.
Entro en crisis mental ¿quién será el siguiente en pasarme? Pero a la vez intento convencerme de que hay que pelear hasta el último suspiro. Intento motivarme con cualquier cosa para no dejar que se me vayan los watios, pero la "lijada" que me pegan Guerra y Cuesta (Triatlón Santander) es antológica. Me siento un muñeco de trapo a su lado, y les veo, con rostro desencajado, perderse en el horizonte. Siguen sin venir las sensaciones, aunque los watios no van del todo mal (260 medios más o menos). Las opciones de pódium se complican, aun más cuando a falta de vuelta y media es Toñín Suárez el que me pasa. Se me enciende entonces la bombilla y parece que el respiro que me he tomado ha servido para volver a coger ritmo. No se me va mucho y a unos 100 metros le mantengo la referencia. Intento que me sirva de guía para que la sangría de segundos con los tres primeros sea la menor posible.
En ese momento soy sexto y, por suerte, la bici se esta acabando, aunque antes de posarla en boxes aún hay tiempo para que Romayor me alcance, llegando a boxes juntos y saliendo a correr él por delante. Empiezo el último segmento en séptima posición, con solo 3 kilómetros por delante y más de minuto y medio con el tercero. ¿Misión imposible? Quizás, pero no me voy a quedar con la duda. Salgo con todo, aunque no tan fresco como en Astillero.
Una bici sin drafting y en la que estás dando pedales todo el rato las piernas llegan saturadas. No hubo respiro alguno y eso se nota en los primeros metros de carrera a pie, aunque tardo poco en empezar a coger sensaciones. A los 200 metros paso a Romayor y me pongo sexto. Delante, a 50 metros, llevo a Pepín, que está adelantando a Toñín Suárez. Yo también hago lo mismo con el múltiple campeón regional de duatlón y me pongo a perseguir a mi compi de equipo. Vamos cuarto él y quinto yo, y por delante un mundo hasta el tercero.
En el km 1,5, tras una bajada, alcanzo a Pepín y nos ponemos a darle juntos. Nos tratamos de animar para pillar el pódium. A falta de 400 metros la gacela que me acompaña mete la directa y me saca de punto, pero no llega a contactar con el tercero y terminamos la carrera juntos, cuarto y quinto. ¡Al palo! Por delante entraron Guerra, Cuesta (ambos del Santander) y Díez (Galdakaoko Triathlon).
No pudo ser, se luchó hasta el final y nos defendimos como pudimos en un duatlón adverso para nosotros, así que tras darlo todo solo puedo estar satisfecho por ello. Aún queda mucho que mejorar en bici y también tiempo para ello, pero los objetivos están a dos meses de aquí y lo de hoy era normal que pasara.
Enhorabuena a todos los sufridores que desfilasteis por la recta de las lamentaciones, por la que creo que hemos dejado un rosario de lágrimas de sufrimiento.

Próxima parada:  Duatlón de Oviedo

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