Y por fin tengo la colección completa...
Parece mentira que no haya sido hasta la séptima temporada
que hago duatlón, cuando he debutado en la prueba de Galizano. Siempre me había
coincidido con algo, pero este año sumé a la lista otro de los clásicos del
Circuito Cántabro.
Desde Astillero la cosa ha ido a mejor. Cada día me he visto
un poquito por encima del anterior, con buenas sensaciones y afinando. A pie
han empezado a salir ritmos "majos" y en bici... pues bueno, no voy a
decir que estoy mal, pero tampoco estoy como para tirar cohetes. Faltan
kilómetros, adaptación muscular y sobre todo, acostumbrarme a sufrir sobre las
dos ruedas. La semana antes de Galizano rescaté la cabra de su letargo
post-Iroman 70.3 de Santa Cruz, que ya habían pasado casi 6 meses, y la puse en
carretera por primera vez el Miércoles. Una horita dando vueltas a Prezanes
para hacerme a la posición de acoplado y otra horita el Jueves con algún toque
de intensidad. Lo justo para saber que el Domingo en Galizano podría domarla.
Consciente de la importancia del segmento ciclista de este
duatlón, debía ir con la cabeza puesta en sobrevivir en bici e intentar abrir
brecha a pie. En la lista de inscritos había varios viejos rockeros, conocidos
todos, y que se desenvuelven bien sobre las dos ruedas: Toñín Suárez, Roberto
Cuesta, Guerra, Mendiguchía, Peláez, Romayor... y varios nombres de fuera que
no conocía, pero que seguro que alguno iba a estar en la pomada, como así fue.
Llegamos a Galizano con la incertidumbre meteorológica y
amenaza de lluvia y viento, que, por suerte, solo se quedó en esto último, un
viento del Oeste pestoso que soplaría en contra en los 4 km de ida por la
eterna recta de Galizano (sentido Somo) y a favor en la vuelta. Un suplicio
para nuestras cabezas, que psicológicamente no están preparadas para tanta
hostilidad jejeje.
Además de debutar en este Duatlón, el equipo Bender lució
sus mejores galas, estrenando equipación (perdonadme al resto de equipos, pero
es obvio que a día de hoy tenemos los tritrajes más bonitos) y presentando
novedades en la alineación, tanto masculina como femenina. Por la parte de los
chicos, Pepín Fuentes Pila volvía a vestirse de corto en este tipo de pruebas.
Compartir equipo con este súper atleta es un lujo, aunque luego en carrera sea
un rival duro. Nuestro presi, Pablo, también volvía al ruedo tras meses de
calvario con una lesión que le impedía correr, pero yo sé que volvía más
motivado que nunca y con ganas de soltar toda esa adrenalina de tanto tiempo
sin competir... y vaya si lo hizo ¡CARRERÓN! El cuarto integrante, Sobaler,
también debutaba este año e iba a ser clave su actuación para la clasificación
por escuadras. En el apartado femenino, Vanesa, Melanie y Carolina marcarían un
hito en la historia de este modesto pero posturero club: por primera vez,
tendríamos tres chicas absolutas en parrilla de salida, solo una más y
puntuaríamos por equipos.
Bueno, que me enrollo...
Con más de media hora de retraso
fuimos llamados a formar en el arco de salida los más de 100 participantes,
dispuestos a darlo todo en 6 km a pie con cuestas y viento, 32 km de bici por
la recta de las lamentaciones, dando cuatro vueltas, y un segmento final de 3
km a una vuelta. Todo listo en el tranquilo pueblo cántabro, y con el "¡A
sus puestos!" de Federico, sonó el bocinazo que dio paso a una estampida
multicolor con ganas de sudar la gota gorda.
A los 100 metros de salir, Pepín
ya nos sacaba 50. Sus cartas estaban claras: abrir hueco a pie y controlar la
distancia en bici como pudiese, que en vistas a los toretes en bici que
vendrían por detrás, no iba a ser nada fácil. Los primeros metros son
frenéticos. Mendiguchía, Toñín y un chico de fuera, Julen Díez lideraban el
pelotón en el que agazapado, veía pasar el asfalto a un ritmo inferior a 3'/km.
¡A donde vamos! A los 800 metros el ritmo decae y aprovecho para escaparme en
una persecución imposible a Pepín.
Los dos Bender liderando la carrera,
preciosa estampa, pero poco realista, pues todo se iba a decidir en el segmento
ciclista. A mitad de primera vuelta el hueco con Pepín era de unos 15 segundos,
incrementándose a 25 en el primer paso por meta, más o menos la distancia que
yo les sacaba a mis perseguidores. Perdido en tierra de nadie y con la
sensación de ir un poco pasado de ritmo, decido aflojar algo en esta segunda
vuelta, en la que me vuelven a caer otros 25" con Pepín pero amplío
ligeramente la ventaja con los de detrás.
Me subo a la bici y salgo con ganas.
Aún no había curvado para enfilar la recta y ya estaba pensando en el vendaval
que nos iba a dar de cara en cuanto lo hiciera. Llegó el momento, me acoplo en
la "Avenger", agacho la cabeza y empiezo la tortura. ¡Qué dolor de
patas! Además, esos primeros 2 kilómetros pican hacia arriba y son matadores.
Entre ceja y ceja mi compi del Bender, Pepín, a quien veo al fondo, pero no muy
lejos. Llegamos al giro y toca volver por primera vez. Voy tan ciego y tan
pasado que se me olvida coger tiempo con el líder, así que tengo que esperar al
siguiente giro de vuelta para hacerlo. Visualmente es difícil hacerse una idea
de si estás recortando o no hasta que te cruzas con él en el mismo punto y
puedes coger referencia. Por detrás viene un grupo bastante junto y muy cerca,
pero intento centrarme en lo mío.
Termino la primera de las 4 vueltas demasiado
pasado y habiéndole reducido la distancia a Pepín hasta los 20''. La cosa
pintaba muy bien, pero fue un mero espejismo, pues al afrontar de nuevo la ida
con el viento de cara, me vine abajo. Las piernas se quedaron sin chicha y no
encontraba el desarrollo cómodo. Cambiar de piñón constantemente, denota que
algo no va bien. Consigo llegar al final de la recta segundo, pero en un abrir
y cerrar de ojos, Díez me quita las pegatinas. Otra liga en bici. No puedo
cogerle la referencia y se me escapa rápidamente. Pepín me mantiene la
diferencia e incluso me la amplía a 30'' al final de la segunda vuelta.
Entro
en crisis mental ¿quién será el siguiente en pasarme? Pero a la vez intento
convencerme de que hay que pelear hasta el último suspiro. Intento motivarme
con cualquier cosa para no dejar que se me vayan los watios, pero la
"lijada" que me pegan Guerra y Cuesta (Triatlón Santander) es
antológica. Me siento un muñeco de trapo a su lado, y les veo, con rostro
desencajado, perderse en el horizonte. Siguen sin venir las sensaciones, aunque
los watios no van del todo mal (260 medios más o menos). Las opciones de pódium
se complican, aun más cuando a falta de vuelta y media es Toñín Suárez el que me
pasa. Se me enciende entonces la bombilla y parece que el respiro que me he
tomado ha servido para volver a coger ritmo. No se me va mucho y a unos 100
metros le mantengo la referencia. Intento que me sirva de guía para que la
sangría de segundos con los tres primeros sea la menor posible.
En ese momento
soy sexto y, por suerte, la bici se esta acabando, aunque antes de posarla en
boxes aún hay tiempo para que Romayor me alcance, llegando a boxes juntos y
saliendo a correr él por delante. Empiezo el último segmento en séptima
posición, con solo 3 kilómetros por delante y más de minuto y medio con el
tercero. ¿Misión imposible? Quizás, pero no me voy a quedar con la duda. Salgo
con todo, aunque no tan fresco como en Astillero.
Una bici sin drafting y en la
que estás dando pedales todo el rato las piernas llegan saturadas. No hubo
respiro alguno y eso se nota en los primeros metros de carrera a pie, aunque
tardo poco en empezar a coger sensaciones. A los 200 metros paso a Romayor y me
pongo sexto. Delante, a 50 metros, llevo a Pepín, que está adelantando a Toñín
Suárez. Yo también hago lo mismo con el múltiple campeón regional de duatlón y
me pongo a perseguir a mi compi de equipo. Vamos cuarto él y quinto yo, y por
delante un mundo hasta el tercero.
En el km 1,5, tras una bajada, alcanzo a
Pepín y nos ponemos a darle juntos. Nos tratamos de animar para pillar el
pódium. A falta de 400 metros la gacela que me acompaña mete la directa y me
saca de punto, pero no llega a contactar con el tercero y terminamos la carrera
juntos, cuarto y quinto. ¡Al palo! Por delante entraron Guerra, Cuesta (ambos del Santander) y Díez (Galdakaoko Triathlon).
No pudo ser, se luchó hasta el final y nos defendimos como
pudimos en un duatlón adverso para nosotros, así que tras darlo todo solo puedo
estar satisfecho por ello. Aún queda mucho que mejorar en bici y también tiempo
para ello, pero los objetivos están a dos meses de aquí y lo de hoy era normal
que pasara.
Enhorabuena a todos los sufridores que desfilasteis por la
recta de las lamentaciones, por la que creo que hemos dejado un rosario de
lágrimas de sufrimiento.
Próxima parada: Duatlón
de Oviedo
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