"No hay dos sin tres", dice el refrán. Pues esta
vez me puse terco e intenté evitar que se cumpliera el dicho. Porque ya eran
dos las carreras que llevaba sin subirme al pódium y hoy, en el Duatlón de
Santander, podía caer la tercera. ¿Habremos conseguido salvar los muebles?
Una semana tranquila en todos los sentidos y en la que,
después de ser séptimo en Oviedo, a penas tuve tiempo de darle dos vueltas a la
carrera, pues siete días después teníamos otra cita con el Duatlón, esta vez en
Santander, en un clásico del Circuito Cántabro y que a su vez proclamaría a los
vencedores Universitarios de la especialidad. Ya no recuerdo cuantos años llevo
disputando este título, pero siempre hace ilusión competir por ese trofeo, que
supone un aliciente más para esta competición.
Además del título Universitario, en el Duatlón de Santander
se ponían en juego unos jugosos puntos para el Circuito Cántabro, al que, en
principio no iba a optar, pero gracias a un cambio de fechas de última hora, sí
que puedo tener alguna opción de completarlo. A Santander llegaba líder y de
Santander líder me voy, por lo que se mantienen intactas las opciones.
Después de un Sábado invernal en el que no paró de caer agua
en la capital cántabra, el Domingo amaneció despejado, algo ventoso, pero con
una temperatura ideal para competir. Bajé al Parque de las Llamas, escenario de
la carrera, con una hora de antelación. La puesta a punto había sido buena y
las sensaciones en las piernas también lo eran, pero como dice el míster, luego
esto hay que demostrarlo en carrera, así que no vale conformarse con sentirse
bien, sino que hay hacerlo valer.
El Duatlón de Santander se disputa sobre distancia sprint
(5/20/2,5) y con drafting, dando dos vueltas a las Llamas a pie, cinco vueltas
de bici por la S-20 y una vuelta a las Llamas para terminar. Con la nómina de
inscritos que figuraban en la lista, había una cosa clara: Karich Moussa (séptimo
mejor duatleta del mundo; y no lo digo yo, lo dice la clasificación del último
mundial en Avilés) debería ganar sin despeinarse. De ahí para atrás, estaba
todo muy abierto, aunque según la estrategia de carrera que se diera podía
haber variantes. En mi cabeza estaban todas las posibles, algunas me gustaban
más y otras menos, pero tenía pensadas todas las alternativas. ¿Cuál se dio?
pues la que menos quería que sucediera: que Pepín y Karich se entendieran e
hicieran la carrera solos desde el principio. A pie no tengo nivel para
seguirles, y si se daba el caso, habría que conformarse con luchar por el
tercer puesto. Pero la lista de candidatos a las dos plazas de pódium restantes
era más amplio: Nieto, Toñín, Pablo Herrero, David, Mendiguchía,
Ander...cualquiera que anduviese hábil y
rápido en las transiciones, podía optar a pódium.
Se dio la salida con puntualidad y Karich toma las riendas
del pelotón a un ritmo endiablado. Pepín sale a su estela y detrás Toñín, que
aguanta el ritmo suicida los primeros 500 metros. Tengo la sensación de haber
salido rápido, pero ¡joder! ¡Estos dos están volando por debajo de 3'/km! En
los primeros 150 metros tiro a la basura la carrera, y en frío me pregunto qué
habría pasado de haber extendido un poco más el calentón inicial y tratar de
coger la espalda de Pepín. Pero elegí caballo perdedor, como luego se pudo ver.
Aún así, no quise mirar el ritmo en el reloj porque podía darme una taquicardia,
pero a posteriori vi que el primer kilómetro lo había pasado a 3:03'/km .... "¡Y
voy descolgado!" Al paso por el puente, Karich y Pepín nos sacan a Toñín y
a mí unos 15 segundos ¿qué es esto? Sigo apretando y me quedo solo en el tercer
puesto, en tierra de nadie, sin pena ni gloria y pasando el segundo kilómetro a
3:05'/km... y ya son más de 20 los segundos que pierdo con cabeza de carrera.
Viendo la abismal diferencia con ellos, decido correr con cabeza la segunda
vuelta. Voy fuera de ritmo y completamente solo, por lo que esperar al grupo de
detrás es la única opción que tengo para poder enlazar.
Primera parte de carrera que sucede según mi previsión más
pesimista: Pepín y Karich llegan solos a boxes, se suben juntos a la bici y se
entienden para darse relevos. Yo llego a unos 45 segundos, hago una transición
tranquilo y apuesto mis cartas a dejarme coger por el grupo que viene detrás,
con la ilusión de que tengan todos interés por tirar e ir a por los dos
líderes.
Segunda parte de carrera que también sucede según mi
previsión más pesimista: me pillan, intento tirar o animar a la gente, pero
nada... allí nadie entra. Es entonces cuando hay que cambiar el chip y asumir
lo que toca, una bici a "cara de perro", en un grupo con gente como
Toñín, a la que le encanta jugar al gato y al ratón, escaparse, dejarse coger,
volver a escaparse.... Ese plan nos perjudica a todos, pues los dos primeros,
aunque no vayan rápido, yendo organizados es imposible que les cojamos.
Empiezan a pasar las vueltas, cada vez con más tensión en el grupo. Hachazo
tras hachazo en los giros de 180 grados, donde las piernas se ponen al rojo
vivo para no perder comba, y luego... parón. Nos miramos, nos vigilamos, nadie
tira... hasta que alguno enciende la llama de nuevo. Y así cinco vueltas.
Tras salir indemne de los cuatro primeros giros, en el
quinto Toñín da el golpe definitivo, y esta vez no va de farol. Consigue 100
metros de ventaja y se escapa con el duatleta del Reinosa Ruíz. Los dos se
entienden y empiezan a abrir hueco. Mendiguchía parece el único de los de
detrás, interesado en contactar, pero es que a menos de 2 kilómetros para
bajarnos a correr nadie quiere gastar un ápice de fuerzas e hipotecar el
resultado en el último sector. Ya llegando a boxes decido poner ritmo en el
grupo y limar la diferencia con los dos escapados. Mendi le da continuidad y
con las piernas duras como farolas llegamos a la transición unos 10 duatletas
juntos, dispuestos a luchar por la plaza de pódium que aun no tenía nombre.
Quizás aturdido por la escabechina de la última vuelta o
simplemente porque soy un paquete en las transiciones, pierdo mucho tiempo en
el cambio, al menos, más que mis compañeros de bici, y empiezo a correr muy
distanciado de Pablo Herrero y Ander, que tras una fugaz transición cabalgaban
en dúo hacia ese tercer puesto de pódium.
Yo, a unos 70 metros de distancia y con 5 o 6 duatletas por
el medio, era un espectador más de la tremenda lucha entre el del Trisport y el
del Santander. Pero mi rol de espectador a partícipe tardó en cambiar lo mismo
que las dos farolas, que en ese momento llevaba puestas como piernas, tardaron
en reaccionar y dignarse a correr ligeras.
Tras superar la primera rampa de
subida y la misma de bajada, me coloqué sexto, ya a un ritmo decente, pero no
suficiente para dar caza a Pablo y Ander ¡Cómo corren los condenados! Tuve que
darlo todo para enlazar con ellos antes de la mitad de vuelta. Llego asfixiado
y tengo que tomarme un respiro, pero tampoco quiero dar signos de debilidad,
así que casi sin pensármelo acelero en un cambio un poco suicida pero que bien
puede valer un pódium. Me hizo gracia el gesto de Ander nada más contactar con
ellos. Una señal con el brazo como diciendo: "tira tira". Agradezco
tu confianza pero no te creas que tenía yo mucho para tirar, aunque ya que
puestos había que disimularlo jajajaja.
Encaramos el último kilómetro de vuelta E-TER-NO, por la
parte de abajo del Parque de las Llamas. Voy con todo, no hay más, y sé que me
van tosiendo en el cogote. Conforme pasan los metros percibo que me estoy
distanciando de Pablo y Ander, y es, sólo, a falta de 400 metros cuando
confirmo, de reojo, la percepción que ya no me seguía nadie cerca.
Efectivamente, el hueco ya es de más de 100 metros y yo estoy llegando a meta.
Me dejo ir, cojo aire, me acicalo para la foto (esto es mentira pero hay que
posturear un poco, en realidad sigo corriendo con cara de cordero degollado
jeje), y entro en meta tercero y primer universitario, por detrás de Karich
Moussa y Pepín, en otra liga ambos.
Me voy contento para casa, pero a medias, porque aunque se luchó y se hizo todo lo que se pudo al final, ya en los primeros metros escribí la "crónica de un puesto tirado a la basura". La "mano" de cartas me salió
rana, pero hay que saber jugarlas y sacarles el máximo partido. No siempre se
gana, así que cuando no se hace, el empate tiene que dejarte contento. Eso sí, la
próxima vez pienso salir con mentalidad ganadora, luego ya la carrera nos pondrá
en nuestro sitio.
"Si tiramos
corto, la bola no va a entrar en la puta vida. Si tiramos largo, podemos
mandarla a tomar por el culo, pero también tendremos alguna opción de que entre
en el agujero"
¡Nos vemos en una semana en el Campeonato de España de
Duatlón en Vall de Uixo!
PD: Fotos cortesía de Alfredo Poomusaieva, Yaiza Natural Herrera
y Arantza Fernández. ¡Muchas gracias!