Volver a casa siempre se agradece, y más cuando no suelo
hacerlo muy a menudo. Lo que pasa es que "Pelayín" es de culo
inquieto y ya que se vuelve a Asturias un fin de semana ¿cómo no va a competir?
Este año 2015 he hecho muy buenas carreras en mi tierra: 1º en los 10km de
Oviedo y 2º en los 10km Oviedo-Las Caldas, por ejemplo. Por eso, la
coincidencia del Triatlón de San Esteban de Pravia con mi regreso a casa hizo
que no me lo pensara dos veces y me inscribiera.
Había dos carreras:
distancia sprint, donde yo me apunté, y distancia olímpica, donde correrían
Bayón, Barroso, Zapico o Rodri, entre otros. La decisión de correr la corta fue
el hecho de que las dos siguientes semanas tengo dos triatlones exigentes
(Suances y Laredo) y no quería hipotecar esta semana de entrenos con un
olímpico, que suelen dejarme bastante tocado.
En un día gris y lluvioso pusimos rumbo a San Esteban mis
padres y yo. El mal tiempo parece que es una constante este año, nunca había corrido
tantas carreras con lluvia como en 2015 y, aunque no me gusta nada el segmento
ciclista con asfalto mojado, me estoy empezando a acostumbrar.
Llegamos a San Esteban con tiempo, pero no suficiente como
para reconocer el circuito de bici, por lo que me tuve que fiar de los consejos
de mi amigo Luis Cue, que debutaba esta temporada y que había ido a reconocer
los recorridos la semana antes.
Tras una larga espera hasta la salida, pues los de distancia
olímpica partían 40 minutos antes que nosotros, llegó la hora de vestir el
neopreno. No sin antes hacer un pequeño calentamiento a pie que me permitió
ratificar las buenas sensaciones. Aunque la semana previa no fue muy allá en
cuanto a entrenos, mermado por un trancazo primaveral, las ganas de resarcirme
de la mala carrera que había hecho en ese mismo escenario un par de años antes,
suplían con creces cualquier atisbo de duda sobre mi rendimiento.
El objetivo era salir a por la victoria. Como rival más
fuertes estaba, sin duda, Ivan Fernández Moro (Academia Civil), aunque llegaba
un poco tocado y eso le podía restar en la carrera a pie. También buenos
nadadores como Ruiz y Nacho Legazpi (T. Aviles) o Diego Martínez (Castrillón
Triatlón) y buenos corredores a pie como Ricardo Alcalde (Club Triatlón IMD).
Con retraso me metí en las gélidas aguas de la ría de San
Esteban. Apuré hasta el último minuto e hice bien, porque los que tuvieron que
esperar dentro del agua a que se diera la salida debieron de pasar un frío de "aupa".
Formamos, los casi 100 participantes, una
línea imaginaria entre dos boyas. Por delante, un circuito de natación de 750
metros, con cuatro largos, el primero con corriente en contra. Un segmento de
bici de 20 km a dos vueltas, con subida por la famosa rampa de San Esteban (25%
de desnivel) y una bajada muy técnica que no me gusta nada... veremos. Y por
último, un segmento de carrera a pie por el puerto de San Esteban (5 kilómetros
a una única vuelta).
Dan la salida y empiezo a ritmo, intentando entrar en calor
y buscar unos buenos pies que me lleven. Lui Cue está a mi izquierda e intuyo
que intentará seguirme. Pronto levanto la cabeza y veo a mi derecha la
"punta de lanza" que marcan los nadadores más rápidos. Hago una
diagonal hacia ella y, pese a nadar unos metros de más, me coloco a pies del
primer grupo y llego a la primera boya relativamente cómodo. Entre la segunda y
la tercera empiezo a pensar en la técnica y en deslizar bien. Ir a pies me
permite no tener que levantar tanto la cabeza para orientarme y preocuparme un
poco más de nadar bien.
Sin sobresaltos y sin apurones llego a las escaleras de
salida del agua el 11º, pero en el grupito que va desde el 5º puesto. Buena
natación, con fuerza y con sensación de poder dar más.
Hago una transición normalita, y mientras, veo que Moro (A.
Civil) está saliendo ya de boxes. Calculo un minuto perdido respecto a él. Me
subo en la bici y a los 300 metros nos encontramos con el "repechón",
seguido de una subida de 2 kilómetros entre el 5% y el 10% que hace mella en
los triatletas. Me veo fuerte, tanto, que antes de coronar ya había adelantado
a todos menos a Moro, sin que nadie me cogiera la rueda, y ya era segundo. De
ahí en adelante solo faltaba bregar sólo en persecución. En el llano de Muros
del Nalón atisbo la figura de Barroso, que va unos 400 metros delante de mí,
pero en su tercera vuelta del Olímpico. Aprieto y lo alcanzo, pero justo antes
de la bajada, así que dejo que tire el delante, sabedor de que yo no me la voy
a jugar ni un pelo entre las callejuelas estrechas, asfalto mojado y hojas.
Situación idéntica a Górliz, pierdo por completo a Barroso e incluso las chicas
del olímpico de adelantan bajando... pero no me importa ni me arrepiento por
ello, es mía la decisión de no jugármela así que tendré que apretar el doble
cuando se pueda, es decir, cuesta arriba y corriendo.
Empiezo la segunda vuelta y pierdo con Moro 1min 30
segundos. Demasiado ya. Pese a que tengo la sensación de estar subiendo bien,
Moro está intratable en bici. En plena subida vuelvo a alcanzar a Barroso y, esta
vez sí, sigo para adelante. Zapico, que también corría la olímpica y venía
desde atrás en bici como un avión, alcanza a Fer y se ponen a tirar en la zona
llana del Muros del Nalón. Me motiva mucho llevarlos 50 o 100 metros detrás
(aunque ellos estén en la carrera larga) y ver como les cuesta pillarme. Poco
antes de la bajada bajo el ritmo para dejarlos pasar antes de lanzarnos por las
callejuelas. Hago bien, porque así evito situaciones peligrosas. Se tiran los
dos a saco y yo, como en la primera vuelta, bajo tranquilo pensando en la
remontada que me va a tocar hacer en los 5 km a pie si quiero ganar.
Llego a boxes a 30 segundos de Barroso, Zapico y Bayón, a
quien los dos primeros habían dado caza bajando. Salgo a pie cual pollo sin
cabeza y empiezo a comerles terreno. Dos minutos de desventaja respecto a Moro,
que parecen insalvables pero bueno, me apetecía lucharlo. En el kilómetro dos
adelanto a la primera chica de la carrera sprint, que habían salido unos
minutos antes que nosotros. Me cuesta pasarla, y con razón, va fortísimo.
Después doy cuenta de Barroso y de Zapico, y por delante, cada vez más cerca,
va Moro. La mala suerte se alía con él y comienza a cojear, permitiéndome a mí
pasar a cabeza de carrera sprint antes del kilómetros 2,5. Una pena lo suyo
porque estaba haciendo un carrerón y, posiblemente, se hubiese llevado la
victoria. Empezamos la vuelta hacia meta por la carretera paralela a la ría de
San Esteban. Voy ya bastante relajado y saboreando la que va a ser mi segunda
victoria absoluta en triatlón tras Somo 2013.
Me voy cruzando con triatletas que me animan. Choco la mano
con Cue, que va bastante bien, y sigo "comiendo" metros. Bayón va por
delante, pero cada vez más cerca, a unos 10 segundillos. Entro en el pueblo, y
veo al fondo el arco de meta con la cinta... ¡Cómo me gusta esa cinta! Aunque
no tengo mucha práctica, me paro antes de entrar, la cojo, la levanto y
disfruto del momento.
Fue una carrera en la que, con la cabeza puesta en Suances y
Laredo, no me exprimí al máximo y preferí evitar caídas, lesiones o heridas en
el pie; y pese a eso me puede llevar al victoria.
Espero al segundo y al tercero, que son Moro y Ruíz
respectivamente. Me veo con mis padres y con Juan Ojanguren, Miguel Figaredo y
Carmen Grimaldos y Mario Muñíz, que habían ido a ver al carrera y me habían
estado animando, y se lo agradezco. En ese momento, tengo el recuerdo de mi
última participación en San Esteban, donde compartí pódium Sub-23 con Lucas y
Juan, y me acuerdo mucho de este primero, a quien dedico la victoria y le sigo
mandando ánimos para que siga luchando como hasta ahora. Todo un ejemplo.
Y nada más, con esto y un bizcocho, nos vemos en Suances la
semana que viene. Sean ustedes felices y prudentes.
Muchas gracias al Triatlón Avilés por las fotos
Un saludo
No hay comentarios:
Publicar un comentario