Seis días después del duro triatlón de Suances tocó volver a
enfundarse el traje de luces para torear en el Olímpico de Laredo, aunque
finalmente se quedó a poco de ser olímpico, pues la carrera a pie fueron 8, en
lugar de 10 kilómetros. Tercera edición en la que participo de este triatlón,
tras ser 4º en 2013 y 5º en 2014, siempre a las puertas del pódium. Por eso,
este año y, aprovechando el buen estado de forma en el que creo que estoy,
quería subir un escaloncito más y colarme en tan cotizado pódium.
Como suele ser habitual, al triatlón de Laredo se desplazan
corredores de otras comunidades, sobre todo del País Vasco, dándole un plus de
interés y nivel a la prueba. De entre los 320 inscritos solo tenía controlados
a los cántabros, por lo que la incógnita era saber cuántos vendrían de fuera
con opciones de meterse adelante.
Con dos horas de margen llegué a Laredo, aparqué a la sombra
y recogí el dorsal, chip y gorro. El día era de 10, un cielo azul espectacular
y algo de brisilla (aunque luego en bici me parecería un huracán). Además, la
ciudad estaba volcada con la prueba. Las calles del centro cortadas y mucho
público en los aledaños del circuito. Una de las señas de identidad de este
triatlón siempre fue la buena organización, y esta vez no lo fue menos y lo
bordaron ¡OLE!
A las 16:15h nos reunimos los integrantes del Bénder en la
zona de boxes, todos juntitos colocados. No se recuerda haber visto en la
historia del triatlón cántabro más postureo por metro cuadrado. El equipo
formado por Lucía Blanco, Pablo Antón, Pedro Cantero, José Benaite, Iván Polo,
Pablo Gutiérrez, Miguel Marsella, José Manuel Sobaler, Oscar Delgado y yo
mismo, Pelayo Menéndez, y acompañado desde fuera por Pablo Iriondo, Gonzalo
Montoya, Ignacio Agüeros, su hijo y Cantero Junior (el presente y futuro del
Bénder), llegaba a la villa pejina en plena forma, con todos sus hombres
motivados y con ganas de repetir el pódium por equipos de San Vicente. No iba a
ser fácil, pero lucharíamos hasta el último metro por ello.
De camino hacia el agua, fui encontrándome con los que
serían los candidatos a la victoria: Gorka Bizkarra, Sergio Correa, Sergio
Sobrino, Zapico, Guillermo Ruíz... Tras un breve calentamiento nos llamaron a línea de salida.
Formamos en la arena una larga fila de triatletas que ocupábamos casi 100
metros de arena a lo ancho. Me coloqué a la izquierda del todo, pegadito a
Sergio Correa ¿A quién mejor si es el que siempre sale primero del agua? El
circuito de natación era a dos vueltas de 750 metros, teniendo que salir a la
arena en cada vuelta. Creo que esto no me beneficia mucho, pues el proceso de
incorporarme y correr después de nadar me resulta complicado... siempre salgo
muy mareado del agua. Aún así, tenía ganas de empezar a dar caña sobre el
"plato" laredano.
A toque de silbato se dio la salida. Corrí rápido al
principio, detrás de Correa y con Zapico a mi derecha. Empezamos a nadar hacia
la primera boya y veo que llevo a poca gente delante. Buena salida, para lo que
suelo estar acostumbrado. No soy rápido en las primeras brazadas y me suelen
pasar por encima, pero en Laredo, al tener que nadar 1500 metros, la gente
salió más comedida y eso me permitió nadar en puestos delanteros desde el
principio. Enfoqué la primera boya de frente, mientras el grupo se abría a la
derecha. Convencido de que era yo el que lo estaba haciendo mal, me paré, miré
y vi que no, que yo estaba enfocando la boya en buena dirección, mientras que
muchos eran los que se estaban desviando. Pasé esa primera boya sin problemas,
la segunda estaba cerca y también la pasé sin complicaciones. Fue entonces
cuando tocaba volver a la arena y la boya de referencia estaba tan alejada que
costaba mucho orientarse. Si a eso le sumas el sol que nos daba de cara, da
como resultado unas trayectorias natatorias de todo menos rectas. Con esfuerzo
y solo, siempre solo, toqué tierra, giré la boya corriendo y vi que iba entre
los 20 primeros. Buena señal.
La segunda vuelta la empecé tranquilo, pero
concienciado de la importancia de llevar una buena orientación, por lo que
durante la vuelta entera iba parando para corregir mi trayectoria o confirmar
que era la correcta. Veía a grupos completamente torcidos y fuera del camino
más rápido entre boyas. Se me hizo larga esta segunda vuelta, sobre todo el
último largo pero, una vez hube tocado tierra, las buenas sensaciones se
confirmaron con el puesto. Había salido el 12º del agua, sin duda un gran
resultado y bastante cerca de los grupos predecesores. Sin embargo, Sergio me
había metido 2 minutos y medio, lo que me obligaba a exprimirme si quería optar
a la victoria. Por detrás de mí, a poco más de 30 segundos, salieron Gorka y
Sobrino, dos cracks que en bici iban a tener mucho que decir.
Tras una eterna transición hasta los boxes, consigo hacer un
buen cambio y salgo en bici como pollo sin cabeza, igual que en Suances. Quizás
tenga que empezar a controlar estos calentones que me pego en los primeros
kilómetros de bici, aunque en Laredo, salir así me permitió ponerme quinto al
final de la primera subida, y tercero al final de la bajada.
La segunda de las duras ascensiones la empecé un poquito más
relajado y con la silueta de Guillermo Ruíz al fondo, a quien rebasé antes de
coronar, colocándome segundo en el kilómetro 10 de bici. Pero poco me duró la
alegría, porque las dos locomotoras que llevaba por detrás también me dieron
caza antes de coronar este segundo puerto. Primero fue Sobrino, que me pasó
dejándome la sensación de ir parado ¡qué animal! Y poco después fue Gorka el
que hizo lo mismo, sin embargo, este último decidió dejarme pasar de nuevo al
empezar la bajada. Yo seguí tirando con todo. Bajé con algo de respeto, pues el
viento lateral soplaba fuerte en ese descenso y era peligroso, pero una vez
llegamos al llano y empezamos los 7 kilómetros restantes hasta el giro, pude
dar rienda suelta a mis buenas sensaciones y conseguí incluso acercarme a
Sobrino y mantenerle a unos 50 metros. Gorka, seguía detrás de mí, sin
adelantarme, lo cual me sorprendió porque sé que él tiene mejor bici que yo.
Posteriormente confesaría que lo hizo para dejarme a mí la responsabilidad de
marcar el ritmo que diera caza a su compañero de equipo Sergio Correa.
La vuelta hacia Laredo se me empezó a hacer dura tan pronto
como empezamos a subir lo que antes habíamos bajado. Dos altos por delante y
ambos de plato pequeño, por lo menos para mí, porque para el Vasco Zorión no.
Este triatleta nos adelantó, tanto a Gorka como a mí, al inicio de la subida
A-CO-PLA-DO. Me llevé las manos a la cabeza al verle subir las rampas del 10%
sobre los acoples de su cabra con lenticular. ¡Qué animalico! Fue en ese
instante cuando Sobrino abre gas y lo pierdo de vista. Gorka me supera y pasa a
tirar detrás del vasco. Yo sufro para no quedarme, siempre guardando la
distancia, y consigo coronar con ellos este primer escollo. En la bajada,
cuando pensaba descansar, mis compañeros de grupeta me dejaron claro que no
estaban por la labor de dejarme y me llevaron dando pedales en toda ella. Eso
me hizo llegar asfixiado a la última ascensión antes de lanzarnos cuesta abajo
hacia Laredo. Y dicha asfixia se manifestó en impotencia por no poder seguir el
ataque que lanzó Gorka desde abajo. Me quedé toda la subida detrás de mi amigo
vasco, sufriendo y ya con síntomas de deshidratación que me pasarían factura a
posteriori. Coronamos a unos 30 segundos de Gorka, mientras que por delante,
Sergio Sobrino era capaz de dar caza a Correa y bajarse primero de la bici.
Llegué a boxes justito justito, a poco más de 1 min de los
dos Sergios del Santander, a 30 segundos de Gorka y justo detrás de Zorion. Es
decir, me bajé el quinto de la bici, tras un sector duro duro duro de narices.
Cambio de zapatillas, vuelta al dorsal y empiezo como un
caza la persecución del los líderes. Pronto me pongo cuarto y con la referencia
visual de Gorka. Las sensaciones eran buenas en esos primeros 2 kilómetros, en
los que consigo recortar muchos segundos, aunque a Gorka me está costando más
pillarle. Al final de la primera vuelta doy cuenta de Sobrino. Ya soy tercero y
el pódium es difícil que se escape, pero quiero intentar ir a por la victoria.
Me cantan 30 segundos con Sergio Correa, quedan 3 kilómetros y aún lo veo
viable, pero durante esos tres últimos kilómetros mi motor se va apagando y me
desinflo como un globo. No hay más gasolina, al contrario que en Suances, esta
vez no tengo ese plus a pie que me suele permitir remontar. Y tanto es así que
sufro el último kilómetro para siquiera poder entrar en meta corriendo. Lo
consigo, a duras penas y en tercera posición tras Sergio (primero) y Gorka
(segundo). ¡EXHAUSTO! y deshidratado crucé la meta de Laredo.
Si en vez de 8
kilómetros a pie son 10 no habría podido acabar. Aún así tengo que estar
contento con la carrera porque, salvo esos kilómetros finales, creo que rendí
al nivel que lo estoy haciendo estas últimas semanas, y ya van 4 consecutivas
sin bajarme del pódium. De cara al circuito Caja Cantabria de Triatlón, se me
complica la cosa. Sergio, además de ganar, consiguió meter a un rival en medio
(Gorka) que me quita 5 puntitos preciosos, así que, en ese sentido no fue el
mejor resultado. Pero no pasa nada, yo me lo pasé pipa una vez más y todavía
quedan 3 carreras por delante donde darlo todo.
Tras recuperar el cuerpo de la paliza de este triatlón
comiendo plátanos y bebiéndome hasta el agua de los floreros, disfrutamos de
una ceremonia de pódium multitudinaria, como en ninguna otra carrera.
Sinceramente increíble el montaje y la organización. Aunque no todo salió
redondo, porque por equipos, pese a haber sido terceros (¡OEEEE OE OE OEEEEEE
OEEEEEE OEEEEEE!) un error en las clasificaciones hizo que no nos subieran al
pódium ni que pudiésemos disfrutar de ello.
Y ya para rematar el día y el éxito del Bénder, con
presencia en los pódiums absolutos masculino (yo tercero) y femenino (Lucía
segunda), nos fuimos de cena y de fiesta con esta gran familia de la que cada
vez me siento más orgulloso de pertenecer. ¡Gracias equipo!