Siete años de diferencia hay entre estas dos imágenes. Aquel
26 de Junio de 2010, día de San Pelayo,
sin saberlo, estaba dando un paso hacia lo que es hoy en día una de mis
pasiones. Con 20 añitos no me podía imaginar que el Medio Ironman de Buelna
sería, 7 años después, una de las carreras que voy a guardar con más cariño en
la memoria. Y quiero agradecer a Bardy Castillo su empeño, año tras año, por mantener viva esta prueba que, para mí, no es una más, es la mejor que tenemos en Cantabria. Llevaba años diciendo que volvería, y por fin cumplí mi promesa.
Buelna 2010: Hugo, Manu y Pelayo, alias, "el taloneador" |
Buelna 2017: Satisfacción y agradecimiento |
Pero no penséis que por aquel entonces yo ya era un
triatleta empedernido. Mi presencia en el único Medio de Cantabria fue para
hacer el relevo de la carrera a pie (21km) formando equipo con Manu (Natación)
y Hugo (bici), y surgió como suelen surgir estas cosas... con un "a que no
hay cojones", una noche de fiesta con los compañeros de la UC, pocos días
después de lesionarme de gravedad en un tobillo jugando al fútbol. Ese día, en
Buelna, se dieron muchos factores para que un año más tarde, en 2011, probara y
me enganchara al mundo de los tres deportes. Primero, durante la preparación de
aquella carrera compartí entrenamientos con los integrantes del equipo de
triatlón de la UC, especialmente con Pablo Martín Sarobe, que debutaba en Medio
Ironman. Todos los que le acompañamos en el camino hasta la meta de Buelna
estábamos admirados por sus "cojones" y por su "raza". Y lo
consiguió, fue "Finisher". Ese día me prometí que quería ser Pablo,
que quería emular su gesta y que algún día yo también terminaría ese triatlón.
Pues bueno, han tenido que pasar 7 largos años para cumplir esa promesa que, el
Sábado 19 de Agosto, me permitió cerrar el círculo que llevaba abierto desde
entonces.
¡Empezamos!
Bender Team en Buelna: Ramiro, Pelayo y Polo. Del pantano directos al PÓDIUM |
Camino de Chattanooga, y dentro de las 11 semanas de
preparación específica para esa carrera que tendré el 10 de Septiembre, nos
encajaban perfectamente dos competiciones al final de cada bloque de 4 semanas.
La primera fue el Triatlón de Getxo, donde fui con lo puesto y acabé como pude,
pero contento. La segunda ya era otro cantar: Triatlón Valle de Buelna ¡Casi
nada! Ya os hice una introducción bastante amplia de lo que significaba para mi
correr, por fin, el Medio Ironman de Buelna. Además cuadraba perfectamente con
la preparación del Mundial, por lo que me resultó fácil decidirme ¡Este año sí!
Las semanas que separaron Getxo de Buelna no puedo decir que
hayan sido un camino de rosas. Las consecuencias del calor del verano, los
duros entrenamientos, el trabajo, la necesidad de coger unas vacaciones que me
reservo para poder ir a USA y la larga temporada que estoy haciendo, sin
prácticamente descanso desde Noviembre, se dejaron ver en forma de pájaras,
malas sensaciones y mucha fatiga entrenando. Sé que no era el momento para
pegar un bajón, así que a una semana y media de Buelna, ayudado siempre por mi
entrenador y ahora, más que nunca, psicólogo Ricardo Lanza, decidí levantar el
pie, liberar la cabeza y descansar un poco. El mini agujero negro en el que me
había metido fue desapareciendo los días previos al medio Ironman de nuestra
región.
Llegaba al Half de Buelna reforzado y, aunque con
incertidumbre, porque los entrenos no habían salido del todo, me aferré a lo
que sé que tengo y confiaba plenamente en sacar partido a lo que hubiera. ¡Y
vaya si lo hubo! El trote de activación de 10 minutos la mañana de la carrera,
por Santander, me hizo revivir sensaciones olvidadas. ¡Qué bien iban las
piernas! Y cuando tengo ese "feeling" a unas pocas horas de competir,
no suelo equivocarme.
A la derecha, en primera fila, neopreno con manchas rojas. Ahí estoy a punto de librar batalla (Foto de "Parando el Crono") |
Más motivado aún pusimos rumbo hacia el Pantano del Ebro, en
una tarde nubosa y de temperatura agradable. Más de 350 triatletas estábamos
inscritos para cubrir los 1,9 km de natación en forma de travesía por el Pantano
del Ebro (La Población), los 91 kilómetros de bici hasta Los Corrales de
Buelna, con unos 45 primeros kilómetros rodeando el pantano por carreteras
rompepiernas y unos segundos 45 kilómetros en bajada hasta la capital
corraliega. Y la guinda la pondrían los 21,8 kilómetros de carrera a pie a
cuatro vueltas en el "horno" de Corrales, donde Bardy, motor de la
organización de esta carrera, nos esperaba en meta.
He de confesar que la atención en esta prueba no la tenía
solo puesta en mí. Mi amigo Luis Cue, debutaba en la distancia, tras haberle
liado yo unos días antes... pobrecillo. Estaba hecho un flan antes de meternos
al agua.
Salida amplia y cómoda. Otro ejemplo más de lo que es un gran triatlón como este (Foto de "Sportchip") |
A las 15:00h nos fuimos agrupando los triatletas en la
orilla del pantano. Allí estaban los mejores especialistas de Media Distancia
de España. No había que hacer mucho esfuerzo para sacar nombres destacados:
Gustavo Rodríguez (campeón de España y de todo lo que le apetezca), Emilio
Aguayo (pódium ELITE en Challenge Salou, Campeón de España de Triatlón de Media
Distancia en 2015, internacional con España... y mil méritos más), Ángel
Salamanca (Top Nacional en cualquier distancia y disciplina, desde triatlón,
hasta duatlón o acuatlón, vale para todo), Joan Ruvireta (tercero Elite en el
Cto de España de Media distancia 2017), Manu del Real (ganador de varios Medios
Ironman Nacionales), Julen Díez (Campeón de España de Triatlón de Media
Distancia de Grupos de Edad y Top 15 Elite en todas las pruebas nacionales e
internacionales que ha corrido), Kristian Quintans (hombre Kona, séptimo del
mundo de su grupo de edad en Hawaii el pasado año)... y no sigo porque eternizo
la crónica, pero en la lista también metería a mis compis cántabros Sergio
Bolado y Miguel Ruíz, así como varios hombres Sub 9h en Ironman, que estaban en
la salida. Con este cartel no queda otra que tentar a la suerte, jugársela y
apostar a caballo ganador para ver si suena la flauta. Era más difícil hacer un
Top 10 en Buelna este año, que hacerlo en el Campeonato de España. Y si ya
hablamos de entrar en el Top 5, donde hay premios en metálico, lo damos casi
por imposible.
Aun así...¡Qué largo es un Medio Ironman y cuántas veces se le
puede dar la vuelta a la tortilla en una carrera de este tipo! Hasta que no
cruzas la meta no puedes dar nada por perdido. Esto lo he ido aprendiendo este
año a partir de la experiencia cogida en Orihuela, Pamplona, Madrid y Valencia.
Aquí se compite desde la primera brazada, hasta el último metro de carrera a
pie.
¡Patos al agua! Este año fuimos obedientes y Bardy no tuvo que mojarse los pantalones jeje (Foto de "Sportchip") |
Volviendo a la salida, tras ver cómo las chicas empezaban la
competición unos minutos antes que nosotros y, dándonos cuenta de lo desviadas
que estaban nadando hacia la primera boya, decidí cambiarme de posición y
colocarme un poco a la izquierda, en previsión de que la corriente nos llevara
a la derecha. El bocinazo de salida no fue de improvisto y nada más tirarme al
agua traté de seguir los pies de Ángel Salamanca... Diez metros debí de durar
(y ya me estoy pasando). Porque aunque empecé a ritmo de serie de 25m, seguir a
un "pececillo" como Salamanca es una utopía. Al menos me sirvió para
coger buena posición y evitar que la gente se me echara encima en estos
primeros metros, como suele suceder. Esta es una de las cosas que he cambiado
en Buelna.
Siempre salgo al ritmo que voy a nadar y la gente por detrás me
"come" al inicio de la natación. ¡Qué angustias y qué ostias me he
dado en anteriores carreras!. Para evitarlo, esta vez salí fuerte y desde el
principio pude nadar cómodo. La incertidumbre del trazado de natación, en modo
travesía, empezando en un punto y saliendo del agua por otro distinto, dio más
miga a este segmento. ¡Qué torcidos nadamos! Y eso que cada dos brazadas
intentaba apuntar a la boya, pero inconscientemente uno tiende a seguir los
pies de delante o a echarse contra los que te custodian a los lados.
Traté de
aislarme y nadar a mi bola y hacer cómodamente los 500 metros hasta la primera
boya, pero en ella ya nos juntamos unos cuantos. Justo delante de mí pasó
Miguel Ruíz, a quien pude distinguir. Junto a él iba Kristian Quintans.
"Voy en buen grupo" pensé, pero camino de la segunda boya cada uno se
fue para un lado y yo tomé el que creí que era el camino más recto. Estaba
nadando muy parecido a Pamplona, con frecuencia alta pero sensación de deslizar
(ahora lo lee cualquiera que nade decentemente y se descojona, porque lo que yo
pienso que son caricias al agua, visto desde fuera son unas ostias como panes).
La segunda boya nos dejaba ya apuntando hacia el puente que enfilaba el último
giro antes de llegar al pantalán de salida.
El lujo de tener un sitio así para nadar. Y aunque el pantano estaba al 30% de su capacidad, salió un recorrido precioso (Foto de "Sportchip") |
En ese tercer recto, pasando por debajo del puente, sentí la
soledad de las ballenas varadas... Vamos, que mirada de frente y no veía a
nadie. Había un hueco enorme con mis predecesores. Curioso de mí, me dio por
girar la cabeza para ver cómo iba la carrera por detrás y me di cuenta de que lideraba
un grupito numeroso de triatletas. Esta vez me tocó a mí hacer el esfuerzo
nadando.
Mente en blanco, borracho y con un colocón curioso (Foto de "Ruth Cruz") |
Aunque el último giro siempre es crítico y la gente acelera
para salir delante, yo también hice lo mismo, y camino del pantalán fui
buscando el hueco por donde salir "¿pero qué es est....?" No me dio tiempo ni siquiera a maldecir el
metro de altura que había que superar para salir del agua cuando, sin darme
cuenta, dos brazos salieron de la nada y me pescaron como a una trucha ¡JODER!
Entre dos tíos me sacaron del agua más rápido de lo que mi cabeza pudo
procesarlo, y casi me pego un porrazo al tocar tierra por el descoloque que
supuso. Entre lo mareado que suelo salir ya de por sí, y la "pesca"
de boquerón que me habían hecho, subí la alfombra azul dando tumbos, con Miguel
Ruíz, Kristian Quintans y Alberto Bravo, los tres del mismo equipo, yéndose por
delante a toda leche. Llegué al polideportivo donde teníamos la transición, y
aún no sé como...¡Qué mareo!
¡Pero qué pasada de reloj! jajaja Fenix 5 "on power" (Foto de "Ruth Cruz") |
Tener estudiada la transición me permite no pensar demasiado
en lo que hay que hacer en el cambio de material, y esta vez, más que nunca,
agradecí no tener que hacer trabajar a mi cerebro. Como si hubieran pasado a
cámara rápida todos esos instantes desde la salida del agua, me vi montado en
mi Orbea tratando de calzarme en marcha. Pero la suerte no estuvo de mi parte
esta vez. Se me cayeron las gomas y pasé las de "Caín" para poner las
zapatillas. Impotente, iba viendo cómo se me escapaban los triatletas con los
que había hecho la natación y otros que habían nadado más despacio, como Sergio
Bolado, me pasaban, mientras yo me peleaba con las malditas zapatillas.
Yo y mi T1, mi T1 y yo ¡Qué poco nos queremos! |
Cuando
por fin me las puse y analicé la situación, fui consciente de lo importante que
iba a ser cometer una pequeña locura. Mi amigo, Sergio Bolado, una de las
mejores referencias de bici posibles, me sacaba 200 metros y, al igual que
sucedió en Valencia, me tuve que pegar el calentón del día para limar esos
segundos y ponerme a vista de pájaro suya. Me sorprendió lo poco que tardé en
pillarle y las buenas sensaciones que me dieron las piernas ante este calentón
inicial. Nada que ver con Valencia, donde me quedé tirado, solo, agonizando y
en tierra de nadie. Sabía que ese "piquito" inicial de watios, por
encima de 400, podía ser una condena, pero preferí olvidarme del potenciómetro
y dejarme llevar por las sensaciones.
Enredado entre gomas y zapatillas. Un calvario de T1 |
Cogí la referencia de Sergio y pensé... "hasta donde
llegue". Tener la manchita blanca en el horizonte siempre es un plus de
motivación, ayuda a mantener el ritmo y no bajar el pistón. Siguiendo a la bala
del equipo ilicitano, fuimos "comiéndonos" literalmente, a varios
triatletas que nos habían ganado nadando. Aunque habiendo salido el 14 del agua
poco margen de remontada teníamos. Pasado Corconte, en el giro de derechas para
coger la Nacional de Burgos, avisté a un triatleta de rayas azules que me llamó
la atención. ¡Qué traje tan curioso! Salí de dudas enseguida, cuando al pasarle
vi que era Toñete, de la Marea Azul ¡Iba fino el tío!. Aunque la mala suerte se
cebó con él y en esa curva de la que hablo, al pasar por un bache, salió
volando su bidón y yo, que venía adelantando justo en ese momento, lo libré por
los pelos. Los huevos de corbata se me pusieron, pero tampoco había tiempo para
pensar, con seguir a Sergio a más de 40 km/h tenía suficiente. Al poco
alcanzamos a Miguel, que venía de hacer una T1 estratosférica y unos primeros
kilómetros de bici rápidos. Nos habíamos juntado los tres "compis" de viajes de
esta temporada. Qué casualidad que entre más de 350 corredores y en una prueba
de más de 4 horas coincidamos en el mismo lugar y en el mismo instante Sergio,
Miguel y yo.
Calentón para coger la referencia del duende de casco verde de la foto (Foto de "Sportchip") |
La iniciativa del terceto la tomó Sergio, pero Miguel quiso
ser generoso y pasó un par de veces a marcar el ritmo. Yo me lo iba pensando
"¿paso o no paso? porque pasar delante supone pegarse un calentón, y si
Sergio descansa luego puede arrear y dejarme tirado". Decidí guardar y ver
desde la tribuna cómo iba yendo la cosa... aunque reconozco que me dio un poco
de apuro por ellos, porque estaban los dos con ganas de colaborar y ayudarse, y
yo, fui un poco injusto en ese momento. Pero viendo lo que sucedió poco
después, no puedo estar más seguro de que hice bien en no pasar a marcar el
ritmo. Tras uno de los tramos de subida que hizo Miguel delante, Sergio abrió
gas. "¡A tomar pol culo!" Era el kilómetro 25 y ahí podía terminarse
la compañía. Al ver que Miguel cedía ante el ataque, salí con todo a por
Sergio, para que la distancia no se fuera a mucho más de 20 o 30 metros ¡Santo
calentón que me pegué! Las piernas quemaban y el corazón me recordó lo que era
pasar de la zona umbral.
No soy yo mucho de tumbar en las curvas, la verdad (Foto de "Ruth Cruz") |
Con la tontería, el pobre Miguel se quedó por el camino y
Sergio y yo seguimos adelante, ya a ritmo más calmado, por suerte. Me llevaba
con el gancho y, aunque las piernas seguían respondiendo, no las tenía todas
conmigo de poder llegar bien a la carrera a pie. Recorrimos la zona Sur del
Pantano, por carreteras rompepiernas y constantes sube y baja. Ivan Cazorla fue
uno de los que adelantamos en ese tramo, más o menos al paso por Arija. Poco
después vimos cómo Ángel Salamanca, líder de la natación, se paraba ante un
posible pinchazo, que al final resultó ser otro problema mecánico en la bici
pero que no le impidió echarle narices y terminar la carrera. Todo un ejemplo
el que dio en Buelna. Cuando uno está para ganar y se ve fuera de carrera a los
30 km de bici, hay que tener mucha cabeza para seguir hasta meta, como hizo él.
Tapas de "LaminarCover" estrenadas con éxito ¡Qué descubrimiento! (Foto de "Ruth Cruz") |
Con la concentración de los primeros 35 kilómetros se me había
olvidado beber y comer. De repente me entró el agobio y empecé a
"picar" de los dos botellines y de la cantimplora de geles. Menos mal
que Sergio dio una tregua hasta Bolmir. En este pueblo giramos a la derecha. Ya
quedaba poco para echarse carretera abajo, y los primeros 45 kilómetros de
carrera habían caído en ¡poco más de 1 hora! Madre mía, más de 40 km/h de media
en la vuelta al Pantano, una auténtica locura.
Antes de despendolarnos hacia Los Corrales, por la rápida
carretera de Las Hoces, pasamos el primer avituallamiento... por llamarlo de
alguna manera, porque la idea de descansar unos segundos aprovechando para
beber se fue al traste cuando vi que Sergio no cogía nada. "¡Ale! Pues yo
tampoco". ¡De locos! 45 kilómetros y cuatro sorbos de Triforza había
podido dar. "Si no me da un chungo por deshidratación en esta carrera, soy
inmortal" iba pensando.
¡Qué fotones nos haces, Anita! Intentando mirar de reojo a la cámara (Foto de "Parando el Crono") |
Último repechito antes de la bajada, punto de encuentro con
el público, que estaba esperando a que pasáramos y luego bajar en coche a Los
Corrales a ver la carrera a pie. Empezamos la bajada y aquí empezó la cruda
realidad. Primera curva de izquierdas, Sergio la coge acoplado, a 80 km/h, y yo
me desacoplo y freno... perdiendo un porrón de metros y diciendo adiós a mi
referencia. Me quedé solo, solo solo; más solo que la una. Empezaba una nueva carrera
para mí, ahora tocaba lidiar conmigo mismo y encontrar mi ritmo. Concentrado en
tomar bien las curvas y frenar lo menos posible, los kilómetros fueron cayendo
a toda velocidad. Y, aunque el viento Norte que soplaba de cara nos frenaba
bastante, la media se iba por encima de 40 km/h sin problema. No me vino tan
mal como pensaba la soledad. Al menos pude comer y beber tranquilo, y recuperar
un poco las piernas. De vez en cuando, entre bajada y bajada aparecía una
"tachuelilla" donde se agradecía el tener que ponerse de pie en la
bici para lanzarla de nuevo cuesta abajo.
Volando bajo por las rectas de Arenas de Iguña (Foto de Gonzalo "Zero Grados") |
Entretenido con el paisaje y con el esfuerzo, llegué a
Arenas de Iguña, donde Gonzalo, mi amigo del alma y biomecánico de la empresa
"Zero Grados", estaba haciendo unas fotos para cazar las posiciones
de los triatletas en la cabra. ¡Qué fotones se marcó! Y aprovecho para hacer
una reflexión sobre mi nueva posición en la bici de crono. Cuando me puse en
manos de Gonzalo iba en plan "globero", ahora por lo menos aparento
algo en las fotos (jejeje). En serio, colocarte bien no solo es sinónimo de
aerodinámica, sino también de comodidad, y creo que hemos encontrado el
equilibrio entre ambas partes: posición agresiva, codos cerrados y muy cómodo.
Pasando revista a la nueva posición sobre la cabra ¿me das el aprobado no, Gonzalo? (Foto de Gonzalo "Zero Grados") |
Justo después de esto,
el bidón de sales que llevaba se fue a tomar vientos con un bache, y me quedé
sin bebida en el kilómetro 65. De ese bidón solo había tomado un traguito y era
mi apuesta para la parte final del segmento ciclista. Pero como soy experto en
perder bidones (Half de Madrid) o geles y sales (Ironman 70.3 de Santa Cruz)
tampoco me importó mucho... "¡qué más da una más!"
Los últimos 25
kilómetros ya no son tan favorables y las largas y llanas rectas predominan.
Fue entonces cuando el triatleta Ele Aguado me alcanzó y volvió a meterme en
carrera, o al menos, a hacerme ver que no estaba dándolo todo. Sufrí como un
condenado para no perderle de vista. La mancha blanca de Sergio cambió a
naranja, color de la vestimenta de este buen hombre, que venía desde atrás
haciendo un segmento ciclista de escándalo.
Será por fotos... ¡Otro fotón más de un crack! (Foto de Alfredo Poomusaieva) |
Antes de llegar a la T2 nos pasamos de largo de Los
Corrales, para hacer un bucle y llegar a los 90 kilómetros. Casi 91km a 41 km/h
de media me marcó el Garmin Fénix cuando dejé la bici en mano de los
voluntarios que nos la recogían en la entrada al Complejo Deportivo. Allí se iba
a librar la batalla final, la que más me gusta y en la que mejor me
desenvuelvo.
91 km a 41 km/h de media... no está mal para un globero |
Llegué a la segunda transición el 9º, pegadito a Aguado (8º),
y pude sentir por primera vez el calor del público que gritaba ¡Pelayo! de
todos los lados. Ya no estoy acostumbrado a que me animen tanto. Llevo toda la
temporada corriendo fuera de Cantabria y nadie me conoce. En Buelna corría en
casa y eso se notaba. Animado por el "speaker" hice la mejor segunda
transición que recuerdo. Solo 35 segundos tardé, exactamente, en encontrar mi
cesta, quitarme el casco, ponerme la gorra, las gafas, los calcetines, las
zapatillas de correr, coger los geles, dar la vuelta al dorsal y salir de
boxes. Me ha llevado más tiempo escribirlo que en hacerlo.
Lo que perdí en la T1, lo recuperé en la T2. No me ponía tan rápido los calcetines hacía tiempo |
Tal fue la motivada de llegar a Los Corrales y oír mi nombre
que salí a afrontar los 21 kilómetros un poco pasado de vueltas. Ya en la
transición adelanté a Aguado y empecé a correr el 8º. El Top 10 no se me iba a
escapar, salvo catástrofe, pero ya que estábamos, íbamos a por más.
Esto de sonreír lo aprendí del maestro Pablo Ibarguren, pero todavía no estoy a su nivel jejeje |
La carrera a pie de Buelna, aunque es llana, es muy propensa
a que ocurran grandes petadas. Esto pasa porque la bici se hace sin descanso,
sin dejar de dar pedales ni un instante e, inconscientemente, desgasta la
musculatura, pagándose en los últimos kilómetros de la carrera a pie. Aunque
era conocedor del historial de grandes petadas de Buelna, no lo pensé demasiado
y pasé el primer kilómetro a 3:20'/km, momento en el que adelanté a Sergio
Bolado. Me puse séptimo y a tiro de los dos siguientes, por lo que no bajé el
ritmo. Antes de que el reloj me ticara 3:22'/km en el segundo kilómetro, ya
había pasado a Kristian Quintans y a Julen Díez. Me había puesto ¡QUINTO! Un
puesto que daba acceso a premio en metálico. Y eso acabábamos de empezar la carrera a pie.
Family supporting me. Foto muy simbólica, gracias Marcos (Foto de Marcos Bardón) |
El giro al final del camino de grijo me permitió ver cómo
iba la carrera por delante. Gustavo Rodríguez lideraba sólidamente seguido de
Aguayo y Ruvireta. Los dos primeros muy destacados y el tercero más cerca, pero
no a tiro. Un pódium digno de un campeonato de España Elite. El cuarto era Manu
del Real, otro de los grandes de la distancia y que llevaba el dorsal 1 tras
ser segundo el año pasado. ¡Qué nivel! No me podía creer que yo fuera el
siguiente, detrás de estos súper clase. La motivada duraba todavía y el parcial
del kilómetro 3 fue de 3:24'/km. Estaba corriendo por encima de mi ritmo y
probablemente lo pagaría al final, pero había que abrir hueco con los de detrás
y no dar opción a que se plantearan pasarme.
Si es que tengo la mejor afición. Aquí animado por la "BENDER" con más pódiums y victorias de todo el equipo (Foto de Gonzalo "Zero Grados") |
Aunque antes de seguir sufriendo tocó pasar por lo que yo
llamo "el césped de la gloria". Y es que en cada una de las cuatro
vueltas de carrera a pie, al pasar por la zona de meta, por un tramo de hierba,
encintado, todos los triatletas experimentábamos el subidón que da ver a tus
amigos animándote. Allí estaban todos, mis padres, Pablo, Almu, Gonzalo, Oscar,
Carla, Pepín... y un sin fin de amigos que anestesiaron mis dolores y me
hicieron salir del "césped de la gloria" flotando en una nube. ¡JODER
QUÉ PASADA! Pero con tanto ánimo y motivación se me olvidó coger agua en el
avituallamiento, y no estaba la cosa como para dejar pasar ni una.
Se pierden unos segundos pero se ganan vidas de felicidad ¡GRACIAS AMIGOS! (Foto de Gonzalo "Zero Grados") |
Camino del segundo punto de bebida, justo al final del
camino de piedras, donde se giraba para volver en cada vuelta, me encontré con
la grata sorpresa de ver a Manu del Real justo delante de mí. Me pilló un poco
despistado, porque no me esperaba darle caza, y menos tan rápido, pero ya
puestos, ¿por qué renunciar al cuarto puesto? Animé a Toñete antes de lanzarme
a por ese puestito más. Era el kilómetro 6 y ese parcial lo hice a 3:28'/km.
Aunque antes había bajado un poco el ritmo, al adelantar a Manu, inconscientemente
las piernas corren un poco más.
Otra más por el "césped de la gloria" (Foto de Gonzalo "Zero Grados") |
"¿Y ahora qué?" pues a seguir remando. Ruvireta
era el siguiente. El vigente medallista de bronce en el Campeonato de España
estaba a tres minutos, pero al cruzármelo antes del giro la sensación que me
dio es de que iba controlando la carrera y regulando. Intenté mantener el ritmo,
pero a partir del kilómetro 10 la gasolina empezó a agotarse. Por detrás había
conseguido una ventaja de más de tres minutos y por delante Ruvireta mantenía
la misma diferencia conmigo. Las piernas empezaron a quedarse sin fuelle y
todavía quedaba un mundo para terminar.
La suerte de correr en casa hizo que lo que podía haber sido
un calvario de 11 kilómetros se convirtiera en un rodaje más entretenido que
los que hago sorteando turistas en verano por el Sardinero. Los constantes
saludos y ánimos de compañeros triatletas que iban en otra vuelta me ayudaron a
tener la mente entretenida. ¡Menos mal!
Descripción gráfica de lo que es ir "recogiendo cadáveres", o de ver como intentan recoger el tuyo jeje (Foto de Fabián Roncero) |
Y así sobreviví a la "crítica" tercera vuelta. Ya
solo quedaba la última. El tercer puesto estaba a años luz y había que guardar
todas las balas posibles para el Mundial. Al fin y al cabo, terminar cuarto en
este Half era mucho más de lo que me podía imaginar a priori, viendo el cartel
de salida que había.
Disfruté del último
giro, animé, entre otros, a Juanillo y a Manolo Ramos y poco a poco fui
cerrando ese círculo del que hablé al principio de la crónica. Hoy más que
nunca sentí una alegría infinita por ser finisher en Buelna. ¡Cuarto!, que está
muy bien, pero me quedo con lo de "finisher". Una promesa interna que
me hice en 2010 cuando vi a mi amigo Pablo terminar esta carrera y que siete
años después estaba reviviendo yo también ¡Qué sensación!
Últimos metros de disfrute, cerrando el círculo (Foto de Gonzalo "Zero Grados") |
Y ya no os cuento lo que fue llegar a meta, recibir el
abrazo de Bardy, levantar la cabeza y encontrarme allí a un tal Gustavo, un tal
Aguayo y un tal Ruvireta... Manos a la cabeza y mi más sincera admiración hacia
ellos, que para mí son ídolos de este deporte.
Círculo cerrado y promesa cumplida. Prometo volver |
4 horas, 3 minutos y 59 segundos marcó el reloj de meta,
suficiente tiempo para dar de qué escribir en siete páginas de crónica y, sobre
todo, tiempo suficiente para darme cuenta de que estoy bien. ¡Sí! de vez en
cuando tiene uno que darse palmaditas en la espalda. Pasé semanas muy jodidas
entrenando, pero ver que realmente el estado de forma está conseguido de cara
al Mundial, da una motivación extra.
Y antes de cerrar este capítulo, dos cosas más. La primera,
que el señor Luis Cue, aunque me vaya a odiar por unos días, fue "FINISHER"
en Buelna también, y eso tiene el mismo mérito que todos, te llames Don Gustavo
o te llames Perico de los Palotes. Así que Luisito, disfrútalo, valóralo y
desde aquí vuelvo a mandarte mi más sincera enhorabuena.
Un nuevo integrante de la familia de los Medios Ironman, el gran Luis Cue |
La segunda... ¡EL BENDER TRIATLÓN AL PÓDIUM! Y esto sí que
es noticia. Gracias a la genial carrera de Ivan Polo y Rami, conseguimos
puntuar tres del equipo(los justos) y encima ser ¡TERCEROS! por delante incluso
del equipo de casa, el Triatlón Buelna, y siendo el primer equipo cántabro.
Llevábamos sin subir a un pódium por equipos desde Comillas 2015, por lo que
volver al cajón para este grupito de amigos es un sueño.
Éramos pocos pero hicimos diana. BENDER TRIATLÓN TERCEROS POR EQUIPOS |
Felicidades a todos, y que lo que ha unido el triatlón, no
lo separe nadie.
Próxima parada: Chattanooga!!