El verano va pasando y una semana después de haber
comprobado que la forma no se pierde tan rápidamente, puse rumbo a Dublín para
acompañar a mi amigo Pablo Ibarguren en una parte de su reto de completar 12
medias maratones en 12 países distintos en 12 meses. La delegación
astur-cántabra-madrileña (Pablo, Javi, Marta, Haritz y yo) desembarcó en la
capital Irlandesa con el objetivo de combinar deporte y turismo en un mismo fin
de semana. La Media Maratón de Clontarf (barrio al Noreste de Dublín) fue la
prueba elegida por el bueno de Pablo para cumplir con la prueba correspondiente
al mes de Julio. Por mi parte, ninguna pretensión más allá de disfrutar de un
fin de semana de vacaciones, pero siempre con la idea de salir a darlo todo en carrera.
El sábado por la mañana amanecimos los 5 valientes bien
tempranito, y devoramos unos copos de avena en el "Cottage" antes de
poner rumbo a la zona de la salida. Las nubes negras y la amenaza constante de
lluvia nos acompañaron mientras nos íbamos acercando al costero barrio de
Clontarf.
El ambiente que vi al llegar no tiene nada que ver con el de las carreras
en España. En Irlanda los populares son populares de verdad, y eso se notó
desde el primer momento. La gente súper tranquila, nada de tensión en el
ambiente y la sensación de que íbamos a dar un paseo en vez de a correr una
Media Maratón. Aún así, entre los más de 2000 participantes, por estadística,
alguno habría que quisiera salir a competir, digo yo. Por si acaso me puse las
voladoras y el pantaloncito corto del Selaya (desentonando un poco con la mayor
parte de la gente). Hice bien, porque cuando me fui a colocar en primera fila
ya se veía otro panorama. Entre esos miles de corredores sí que había unos
cuantos con pinta de correr.
A las 10 de la mañana y con una fina lluvia se dio la salida
por el estrecho paseo marítimo de Clontarf. Me coloco con los primeros nada más
salir, pero sin dar la cara porque prefiero ir conociendo al personal. El ritmo
al comienzo es bastante tranquilo y para mi sorpresa, nada más pasar el primer
kilómetro nos habíamos quedado 4 corredores, nada más, en cabeza. ¿Qué es esto?
Estaba claro que el nivel no era muy alto, así que con 20 kilómetros por
delante hice lo que nunca suelo hacer: irme solo. ¿Locura? pues no lo sé, pero
cuando pasé por la pancarta del kilómetro dos y empecé a pensar que me iba a
tener que meter los 19 kilómetros restantes yo solo, se me quitaron las ganas.
Afortunadamente, mi acelerón provocó la ruptura del grupo en el que iba y la
reacción de un atleta que pronto se convertiría en mi mejor aliado. El ídolo
local Gary O´Hanlon, ganador de las últimas ediciones de esta carrera y atleta
veterano con muy buenas marcas (2:21 en la maratón de Londres de este año, por
ejemplo) era quien me iba recortando terreno, hasta que en el kilómetro 3.5, y
coincidiendo con el inicio del segmento sobre la arena de algo más de tres
kilómetros, se unió a mí. "Hi, I´m Gary, nice to meet you" me espetó
en un perfecto inglés irlandés a la vez que me estrechaba la mano. Fue el
inicio de una conversación cuanto menos curiosa. Durante todo el tramo de arena
nos presentamos y nos contamos nuestra vida en prosa, en verso y de todos las
maneras posibles; no sin dificultad, pues mi oído no está muy acostumbrado al
acento irlandés y a veces me costaba un poco entenderle. ¡Qué majete el Gary!
Fue sin duda lo mejor de la carrera, poder ir conversando con él, y escuchando batallitas
de este veterano corredor.
Cuando salimos del arenal aún nos quedaban 4
kilómetros hasta el giro de 180 grados para después volver a meta por el mismo
camino. La conversación seguía, pero no tan viva como antes. He de reconocer
que corriendo a algo menos de 3:30 cuesta mantener la palabra. Pero gracias a
esto la primera parte de la carrera se me pasó volando y sin darme cuenta
llegamos al giro para emprender la vuelta. Mismo recorrido y nuevo paso por la
playa. El viento lateral era bastante molesto y hacía que mis piernas se
chocaran una con otra, dándome la sensación de ir descoordinado. Los primero
kilómetros tras el giro, aunque ya hablásemos, también se hicieron amenos
porque nos íbamos cruzando con todos los participantes. Yo iba fijándome para
saludar a mis compis de viaje. El primero en cruzarse conmigo fue Pablo, con su
eterna sonrisa en la boca. Poco después Javi y a unos metros Marta. Todos
llevaban buen aspecto, por lo que me alegré bastante y me dio ánimos para
seguir apretando. Poco a poco Gary fue cediendo metros. No me lo esperaba,
porque un tío de 2:21 en maratón debería ser capaz de correr a ritmos de 3:15
sin problema, que es cómo íbamos en ese momento, pero tendría un mal día o no
sé que le pasaría.
Ya en solitario afronté el duro tramo por la arena, esta vez
mucho más duro que en la ida, y no solo por la falta de compañía, sino por el
viento, que en ese segmento soplaba de cara. Aun así, cada vez que giraba la
cabeza veía a Gary más lejos... Fue entonces cuando se produjo la anécdota
graciosa del día. El señor que habría la carrera en bicicleta y que en la ida
había ido cómodamente pedaleando con el viento a favor, a la vuelta debió de
entrarle la pájara y el pobre iba con una cara de desencajado y sufriendo más
que nosotros. Le adelanté y le pregunté que si estaba bien, y me dijo que se le
estaba haciendo larga la prueba. El problema de pasar a la bici que abría
carrera es que ya no me podían marcar el circuito, pero más o menos me acordaba
de la ida. Fui completando los últimos kilómetros con muy buenas sensaciones y
disfrutando, hasta que a falta de unos metros para meta, y ya en el último
tramo con viento a favor, el hombre de la bici pudo pasarme y llegar antes que
yo, aunque sin tiempo para avisar por megafonía de que llegaba el primero, por
lo que de mi victoria no se enteró ni el tato jejejeje.
Como dije al principio,
ambiente popular, y me encanta. Entré con un tiempo de 1 hora 13 min y 55
segundos, que para haber hecho 7 kilómetros de arena y habiendo pasado parte de
la carrera conversando con Gary, no está mal. Gary entró un minuto después, y
el tercero creo que 3 o 4 minutos más tarde.
Con Gary |
Me reencontré con Haritz nada más terminar, quien tampoco se
había enterado de mi llegada, y un rato después con Pablo y Javi, que entraron
entre los 200 primeros. Marta decidió volver despacito y no completar la
carrera, lo cual nos supuso un gran susto, porque no la veíamos aparecer y
empezamos a comernos la cabeza con que pudiera haberle pasado algo.
En definitiva, una carrera chula, popular, con un ambiente increíble,
y nuevos amigos irlandeses hechos ¿se puede pedir más? pues sí, y fue lo que
hicimos después, turismo, gastronomía y buena fiesta.
¡Gracias por este gran fin de semana!