Ayer gané el duatlón distancia
Olímpica (10-40-5) de Cerdanyola. Voy a empezar la crónica así para que a la
gente que le entra urticaria cuando lo llaman "Campeonato de España de
Grupos de Edad" se animen a seguir leyendo. Pues sí, da la casualidad de
que esa misma carrera que gané llevaba dicho apellido de “Campeonato de
España”, así que la victoria también vino acompañada de una medallita muy
chula. Cada uno se plantea los objetivos que le resulten motivadores y a mí me
hacía especial ilusión disputar una carrera a nivel nacional de esta distancia.
¿Que podía haber corrido en Élite? Probablemente, pero, primero, quería hacer
una carrera sobre distancia Olímpica y no Sprint (la carrera Élite era sobre
distancia Sprint) y segundo, no tuve la suerte de clasificarme en el Duatlón de
Morcín, así que tomé la salida en Grupos de Edad.
Con una buena base aeróbica
cimentada durante el invierno y la chispa demostrada en los dos últimos
duatlones de Santander y Gijón, llegaba en uno de mis mejores momentos de forma
al Campeonato de España de Cerdanyola. En las últimas crónicas expliqué la
planificación para esta carrera, basada en meter bastante volumen y tomarme las
competiciones de Morcin, Santander y Gijón como sesiones de calidad, que con un
dorsal de por medio siempre se exige uno más que en un entrenamiento normal.
Quizás me esperaba un peor rendimiento en estas pruebas así que los resultados
y, sobre todo, sensaciones me sorprendieron, aunque la Semana previa a
Cerdanyola estaba realmente cansado Eso sí, sabía que los deberes estaban
hechos, por lo que deposité mi confianza en la capacidad regenerativa y de
asimilación de mi cuerpo y me dediqué a descansar desde el Miércoles. El
resultado fue poder levantarme el sábado por la mañana como nuevo y con la
sensación de querer comerme el mundo.
A las 17:00, bajo un agradable
sol primaveral, formamos en línea de salida los más de 150 duatletas de Grupos
de Edad para enfrentarnos a la que considero una de las distancias más “jodidas”
de este deporte: 10 km de carrera a pie, 40 km de bici y 5 km finales matadores
de carrera a pie. La tensión que se respira en este tipo de eventos también le da
una vidilla especial. Yo lo tenía claro, a tope desde el principio, vigilando a
los rivales más fuertes de mi categoría, e intentar rematar la carrera en el
último sector.
Con un ligero retraso nos fuimos colocando en línea de salida.
Olía a duatleta, olía a Garmin, olía a tensión. Pero fuera de todo eso me quedo
con el saludo del gran Poo que, en ese momento de angustia pre salida, me toca
por detrás para desearme suerte. Le devuelvo el gesto con un discreto choque de
manos, aunque sé que se merece un abrazo. Me lo guardo para meta.
La música suena… “¡a sus
puestos....PEEEEEE!”
Con 10km
por delante salimos todos como corderos degollados... Primer giro de izquierdas
y meto cuerpo para coger posición. A cola del primer grupo completo los
primeros metros, duros, con cuestas, e incómodos por la cantidad de gente y la
falta de espacio. Al paso por el primer km el ritmo se estabiliza y empezamos a
correr sobre 3:20. Me siento bien, voy cómodo, y eso me permite leer la carrera
y localizar a los rivales de mi Grupo de Edad. El que en ese momento marcaba el
ritmo del pelotón era uno de ellos, quien para mí sería el rival a batir, el
gallego Brais Misa, se encontraba, igual que yo, agazapado a la expectativa.
Según van pasando los kilómetros el grupo se va estirando. A la estela de Brais
voy bastante cómodo hasta que Rosado, de una categoría menor, decide romper la
armonía con un cambio de ritmo que permite definir de manera definitiva el
devenir de la carrera. Nos quedamos tres solos en cabeza, con Rosado comandando
y Brais y yo detrás. Al paso por el ecuador de este primer segmento Brais y yo
comenzamos a ceder unos metros respecto a Rosado. Me pongo a tirar para que no
se nos vaya mucho pero con la mente fría para no derrochar fuerzas que luego
vaya a necesitar. Las calles rompe-piernas de Cerdanyola van haciendo daño y
los kilómetros pesan. Rosado ya nos lleva una ventaja considerable, aunque no
me preocupa pues, con 40 km de bici en el horizonte y en solitario hay que ser
muy muy superior para cubrirlos sin que te pillen por detrás.
Estamos en la tercera vuelta y
toca hacer el cambio a las dos ruedas. Miro el Garmin y me marca 8,5 km, por lo
que me pillo un mosqueo considerable... ¿Por dónde nos van a meter? Pasamos al
lado de los boxes pero no entramos, y en su lugar enfilamos una rampa de 500
metros al 8% que me remata. Realmente no sé qué fue peor, si la subida o la
bajada por el mismo sitio. Tratando de recuperar muscularmente entro en la T1
junto a Brais, a unos 35 segundos de rosado y 30 segundos delante del grupo que
nos persigue. Marco los tiempos en la transición, hago el cambio relajado pero fluido,
y cojo la bici a la vez que mi compañero de fuga.
Me subo a ella y, como se suele
decir, "a buen entendedor pocas palabras". Comenzamos a dar relevos de unos 10 segundos en un pacto silencioso. A veces sobran las palabras
cuando dos personas luchan por un interés común. Sin cruzar palabra Brais y yo comenzamos una
lucha contra todos, bien organizados y sin escaquearnos en el esfuerzo. Ambos
sabemos que de nosotros depende repartirnos las medallas y por esa idea
decidimos apostar.
Los 40 km de bici con drafting constan de un
enlace de dos kilómetros y tres vueltas a un circuito duro, por el entorno de
la Universidad Autónoma de Barcelona y Bellaterra, y con repechos de hasta el
14% que “mancan” las piernas. Al inicio de la primera vuelta y tras sortear por
primera vez el repecho que sube a la facultad de medicina, damos caza al primer
clasificado y formamos un trío de cabeza. No somos ninguno de los tres grandes
portentos sobre la bici, pero nos organizamos bien y vamos a intentar sacar
adelante la carrera entre nosotros. A sabiendas de que por detrás viene gente
peligrosa sobre las dos ruedas, aun mantengo la esperanza de que no sean
capaces de organizarse y pillarnos.
Mis pronósticos se confirman
cuando, al cruzarnos con nuestros perseguidores, me percató de que estamos
abriendo hueco. Trato se animar a mis compañeros de fuga y creo que el darnos
cuenta de la situación nos motiva. Ya llevamos una vuelta y casi un minuto se
ventaja. Todavía quedan dos más.
Vamos pasando al relevo y todos somos
generosos en el esfuerzo. No hay hostilidades, ni siquiera en el paso por el
repecho, pues sabemos que una fuga de uno solo no va a ningún sitio. Muestra de
ello fue cuando tras conseguir 100 metros de ventaja en la salida de una
glorieta, decido esperarles y evitar calentones innecesarios. Y así van pasando
los kilómetros de forma mucho más amena y en compañía.
A falta de una vuelta el hueco es
de casi minuto y medio. Tras los intentos fallidos de Santander y Gijón, hoy
por fin la fuga va a llegar al final. Es entonces momento de pensar un poco más
en uno mismo. Seguimos pasando el relevo pero se nota que ninguno quiere
desgastarse y los relevos son más suaves. Cuando me toca a mí, intento no
saturar las piernas e ir con mucha cadencia. Nos la vamos a jugar los tres en
el último 5000 y con las cuestas que nos esperan más nos vale llegar
muscularmente bien.
Las sensaciones son muy buenas,
no tengo amagos de calambres, por lo que espero poder correr bien al final. A
veces peco de exceso de confianza y dejo los deberes para última hora, pero me
siento tan cómodo corriendo después de la bici que puedo permitirme apostar
todo a dicha “carta”.
Enfilamos la bajada hacia la
glorieta de entrada a boxes mientras nos descalzamos. Brais se baja el primero,
yo inmediatamente después, y cuando ya he puesto pie a tierra Rosado, que venía
justo detrás, se me cae encima. ¡Mierda (o “recórcholis” para los más finos!
Tengo que esperar a que se levante mientras miro, impotente, como Brais entra
solo en la transición. Y no sólo eso, sino que además con la caída se suelta
del pedal una de las zapatillas y tengo que recogerla con la mano. Entro en
boxes el último se los tres, esta vez por un motivo ajeno a mi voluntad, y
encima con la zapatilla que aún queda colgando del pedal dando tumbos. Tengo
que llevar la bici a pulso hasta mi sitio de boxes. Me quito el casco y lo
dejo, junto a la zapatilla que se me había caído, dentro de la cesta.
Me calzo
precipitadamente y salgo a correr como si en vez de 5 km quedasen 2,5. Empiezo
el sector a 20 metros de Rosado y 100 metros por detrás de Brais. El inicio de
esta parte se carrera a pie es por la misma rampa que terminamos el último
tramo del primer sector. Duros 500 metros de subida, luego otros 300 de bajada,
giro en un cono y vuelta hacia la zona de boxes. Empezamos a bajar por la “pindia”
cuesta tras haber adelantado a Rosado. Voy segundo de la carrera y de mi Grupo
de Edad, pero noto que Brais baja algo atascado. Además, oír los comentarios
del estilo "uff, lo pilla fijo" provenientes del público,me animan
bastante. Tanto que, nada más llegar al kilómetro 1 le doy caza. No me lo pienso y sigo a mi ritmo, aun
camicace, en busca de darme una alegría por las calles de Cerdanyola.
Queda todavía mucho, dos vueltas
por el centro del pueblo así que me centro en seguir a la bici que abre carrera
sin mirar atrás. Paso por meta y tan sólo queda una vuelta. Es entonces cuando
me percato de que quien me sigue, a unos 100 metros, es Rosado, y no Brais.
Aunque las sensaciones son espectaculares no me fio y, controlando sin
dormirme, sigo cubriendo metros. No queda nada, lo voy a conseguir. Oigo el ya
mítico “¡APRIETA!” de mi madre. Entro en la última y larguísima recta, 800
metros por la calle peatonal que va a dar al ayuntamiento y donde está el arco
de meta
Lo siento cerca, lo huelo, lo
saboreo; disfruto del ambiente, me recreo en mí mismo, pienso en mucha gente
que no está pero que seguro se alegra, y entro en meta primero absoluto de la
carrera.
¡Que pasada!, ¡Qué sensación
cruzar primero la meta de este duatlón! Pronto veo a mis padres felices detrás
de la valla y eso me pone más contento aún. Me abrazo a ellos y simplemente,
disfruto.
Y con la resaca de este viaje a
Cerdanyola empieza una nueva fase la temporada, una fase en la que voy a seguir
corriendo los duatlones de Cantabria que me apetezcan e intentar llegar fino al
mundial de Avilés.
¡A seguir dándole caña!
Y recordad, no dejéis de
disfrutar del camino ni dejéis sueños por cumplir! Yo prometo seguir soñando…