lunes, 25 de marzo de 2019

10 KM CABO VÍDIO: ¡Centollazo!


Correr en Asturias siempre es especial, pero si además te encuentras con carreras como esta, los 10 km de Cabo Vidio, el listón se pone cada vez más alto. Y me refiero a la organización de la prueba. Es un lujo ser partícipe de la fiesta que se organiza en Oviñana cada año con motivo de la “carrera del centollo”, así conocida por repartir un centollo a cada uno de los 500 participantes, además de muchos varios lotes adicionales a los 5 primeros de cada categoría.

Foto: Carreras Asturias
Llegar a Oviñana y encontrarte a los paisanos del pueblo dirigiendo el tráfico y habilitando aparcamiento en fincas privadas ya deja ver el nivel de compromiso con el evento ¡Qué lujo!
Llegamos una hora y media antes de la carrera, con tiempo para saludar a la gente, disfrutar del ambiente de gaitas y animar a los más pequeños en las carreras que precedía a la nuestra. Hacía una semana del “exceso” de Laredo, y durante estos 7 días no hice nada de intensidad a pie, aunque sí en la piscina. Por tanto, las sensaciones eran bastante buenas y a expensas de ver cómo respondía el cuerpo a esfuerzos altos, la cosa pintaba bien.

Hice un calentamiento largo antes de ir para línea de salida, junto al resto de los 500 corredores. Tarde perfecta, soleada, unos 16 grados y algo de viento. El circuito era de dos vueltas, con subidas y bajadas tendidas y un tramo de caminos con bastantes curvas. En total 9,9 km poco propicios para hacer buenas marcas pero muy propicios para disfrutar de las vistas, camino del faro de Cabo Vídio.

Foto: Panella Fotografía
A las 17:40h dieron la salida y, al contrario que en Laredo, esta vez empezamos relativamente tranquilos. De inicio, el corredor del Ribadesella Juanjo García abrió un pequeño hueco con un numeroso grupo donde me encontraba. Al llevar cada uno un dorsal en la espalda con la categoría a la que pertenecíamos, podíamos controlar con quién estábamos realmente jugándonos la “centollada”. El primer kilómetro me entretuve “fichando” a la gente: Jordán, Pedrouso, Belver, Tejedor, Dioni, Villarmin… ¡Pufff! ¡sí que había gallos en Oviñana! Pasamos el kilómetro 2 agrupados, y con unos metros de desventaja respecto al escapado del Ribadesella, con quien contactamos después de dar la vuelta en el faro de Cabo Vídio.

Personalmente, aunque no iba con una percepción de esfuerzo demasiado grande, tampoco tenía la sensación de haber recuperado del todo las piernas, así que me mantuve un poco tapado, intentando controlar los ataques de Pedrouso. Entre  él y Juanjo, fueron seleccionando el grupo, que al paso por la primera vuelta se había quedado reducido a cinco unidades. No había nadie de mi categoría entre nosotros, por lo que el premio del centollo estaba asegurado, pero ya que estábamos, había que sufrir un poco para meterse en pódium. 

Foto: Panella Fotografía
Al inicio de la segunda vuelta las cosas se pusieron tensas, y en el kilómetro 7, Villarmin (2h:24’ en maratón ¡casi nada!) lanzó su ataque. Pedrouso salió detrás y yo me quedé con Jordán y Juanjo. Si este ataque hubiese sido a falta de uno o dos kilómetros, habría reaccionado, pero estábamos en el kilómetro 7 y no tenía las mejores sensaciones. Sin volverme loco fui cerrando el hueco con Pedrouso hasta pillarlo en el giro del faro. En ese cambio Juanjo cedió, y nos quedamos solo tres para luchar por el segundo y tercer puesto, porque Villarmin tenía dos marchas más y seguía aumentando la diferencia.

Foto: MV Foto
Camino de Oviñana empezó el juego de estrategia que tanto me gusta. Ataqué en una pequeña bajada y Jordán salió conmigo dándole continuidad al cambio. Esto permitió descolgar a Pedrouso y quedarnos los dos solos. Ahí ya me veía un poco justito y sufrí más de la cuenta para aguantarle. Apretando los dientes conseguí llegar con Jordán al último kilómetro. No me quedaba mucho gas en las patas, y agradecí el parón que hicimos a falta de esos 1000 agónicos metros. Nos empezamos a vigilar, quizás demasiado, pero creo que los dos necesitábamos ese respiro. Confiando en mi último cambio de 300 o 400 metros fui dejando pasar el tiempo y, a dicha distancia, ataqué, no a tope, sino progresivo, porque iba muy justo y no quería quedarme por el camino.

Foto: MV Foto
A medida que iba acelerando, veía como Jordán se cedía, pudiendo relajar un poco y entrar segundo en meta, con un tiempo de 32’:40”, casi la misma marca que en Laredo. Aunque el recorrido era 100 metros más corto, también era mucho más duro. Buen ritmo para haber sido una carrera táctica. Creo que no estaba para mucho más y lo de Laredo lo noté bastante. Además, tener compañeros como Juanjo y Pedrouso, que llevaron siempre la iniciativa de la carrera, y Jordán, que apostó fuerte en los últimos dos kilómetros, da más mérito al resultado.


El fin de fiesta se puso con el reparto de más bolsas de centollos y otros premios para los primeros de cada categoría. Tengo claro que hace mucho más el que quiere que el que puede, y la organización de Oviñana lo demostró ¡Chapeau y gracias por todo!



Nos vemos en la siguiente….

martes, 19 de marzo de 2019

10 KM DE LAREDO 2019: ¡Santa petada!


Cuando te hubiera gustado que los 10 km de Laredo hubiesen sido 5, y no 10, significa que algo ha ido mal.

Laredo amaneció, la mañana del sábado 16 de Marzo, regalándonos el mejor día posible para correr. Tiempo soleado, temperatura de unos 14 grados y nada de viento. Todo apuntaba a que, durante ese día, la villa pejina se convertiría en el lugar más rápido del mundo. ¡Qué os voy a decir que no sepáis de los 10 km de Laredo! Atletas de toda España vienen cada año con el objetivo de batirse a sí mismos y luchar contra el crono. 



Yo llegué a Laredo con más ganas que dudas, aunque estas últimas estuvieron presentes. Si bien es cierto que hace un mes veía factible rebajar la barrera de los 32 minutos y mejorar mi anterior marca (32:30 en 2014), el día "d" la perspectiva había cambiado. Llevaba cuatro semanas bastante flojas de carrera a pie. En la Media de Siero me encontré bien, pero fue un espejismo de lo que luego era el día a día de entrenamiento. Además, ver cómo eres incapaz de seguir a tus compis de entreno, aunque en cierto modo invita a esforzarse más, llega un punto que también se hace duro. Pero yo soy cabezón, y optimista por naturaleza. Me convencí de que el 16 de Marzo estaría en la salida de Laredo al 100%. Y así fue.

Las sensaciones en el calentamiento eran espectaculares, tan buenas e irreconocibles que me asustaba lo que pudiera salir de ellas. Calenté con los compis del grupo de Ricardo, los dos Adrianes y Nacho, y tras calzarme las voladoras nos pusimos todos juntos en el segundo cajón de salida. Estaba todo listo para que 2300 corredores lucháramos por ganarnos a nosotros mismos. La intención inicial era intentar ir los dos "Adris" y yo juntos. Sé que por lo visto en los entrenos estoy un paso y medio por detrás de ellos, pero ese día, a esa hora me creía capaz de todo. ¡Me la jugué!


Se dio el pistoletazo de salida y esos 5 segundos que tardamos en ponernos en marcha se me hicieron eternos. Cuando la marea humana de mi alrededor empezó a moverse, comenzaron las hostilidades. En 10 metros, justo delante de mí, me encuentro dos caídas. Salto por encima y evito, de milagro, irme también la suelo, mientras noto como otros corredores no pueden salvar a los accidentados y tocan el asfalto. Llevamos 20 metros de carrera y siento que hemos pasado lo más difícil. Ahora solo toca mover las piernas.



Con el lío de las caídas pierdo de vista a mis dos compañeros de viaje. Corro de cara al sol, cegado por el precioso atardecer en el paseo marítimo de Laredo, aunque esa ceguera no me impide localizar a Adrián Rodríguez. Veo que está justo delante y le voy cogiendo. Ha salido a su ritmo, al que sabe que puede aguantar 10 km. Yo voy sin conocimiento y le paso por la derecha. No sé si se da cuenta, pese al intento hacerme ver. Tiro para adelante, superando corredores en el primer kilómetro. Aunque llevo reloj, no pienso mirarlo, no pienso comerme la cabeza con los tiempos, voy a hacer caso de mi cuerpo, que siempre ha sido mi mejor cronómetro. Pero en ese intento de aislarme del mundo, me doy de bruces contra la cruda realidad, "¡Primer kilómetro 3:01'/km!", oigo gritar a más de uno cuando pasamos por la primera pancarta. "¡Mierda! ¿Pa qué lo cantáis?" Realmente yo paso un poco más lento de lo que decían, pero aún así, voy rápido. 



Sigo corriendo y adelantando gente sin conocimiento ¿pero a qué ritmo salen estos? Paso el km 2 a 3:05'/km y voy súper atrás. Lo mismo el km 3, 3:05'/km, y no veo el final del largo pelotón que me precede. ¡Esto es Laredo señores! Decido bajar el pistón del 3 al 4, y es ahí cuando mi compi Adrián Rodríguez me adelanta. No hay mejor incentivo que este para volver a ritmos locos, así que aprieto el culo en la recta abarrotada de gente para encarar la segunda vuelta y pasar por el ecuador de la prueba ¡Otro kilómetro a 3:05'/km! (os recuerdo que yo no iba mirando el reloj, esto lo supe a posteriori). Las sensaciones era espectaculares, nunca me había visto así de suelto muscularmente, y llevando el cuerpo al límite. Pero... ¡ay amigos! llevar el cuerpo al límite tiene un precio, y lo iba a pagar muy caro.



Sin previo aviso, sin notar ningún síntoma, al poco de pasar el punto kilométrico 5 exploto. Exploto como nunca antes. En 1 minuto empiezo a bajar el ritmo y a notar que voy muy agitado de respiración y cardiovascularmente "¿Qué está pasando?" ¡Y todavía queda la mitad!. "Si sigo así me muero", pienso, pero por otro lado mi cabeza me dice que mejor morir matando. Voy al límite y empiezan a pasarme corredores, entre ellos Adrián Briz. Le animo, pero no puedo seguirle, aunque voy sufriendo como un perro. 



El kilómetro 6 no llega y pienso en retirarme. Pero ¿Cómo voy a retirarme? ¡Va contra mis principios! Y para un día que había salido valiente y arriesgando había que morir matando. En el 6 el ritmo se me va muchísimo, y no digamos en el 7 "¿¡Quedan 3!? ¡No llego!" Sigo viendo como me pasan por los dos lados. Tengo la sensación de ser el Minardi de Laredo. Los 10 km se han convertido en "5 de bonanza + 5 de tortura". Cuando paso por la pancarta del kilómetro 8 creo que mi cuerpo ya se ha acostumbrado a la agonía y sigue por inercia. Encaro la recta llena de gente antes de hacer el último bucle hacia meta. Si en la salida nos cegaba el sol, ahora me ciega el "pelotazo" que llevo. Pienso en qué pensarán los conocidos que me están viendo pasar con esa cara de muerto y ese ritmo de Minardi. Oigo a Ricardo y los niños animarme ¡Qué vergüenza de final de carrera!

Llego al último kilómetro suplicando no desvanecerme, la cabeza ya no funciona, las piernas se mueven, no sé cómo ni quién las hace moverse, pero se mueven. Encaro la recta de meta y cruzo el arco. ¡Se acabó! ¡Qué salvajada de sufrimiento! Sin duda los 32:30 que marco en meta (exactamente la misma marca que tenía) no hacen justicia al grado de agonía alcanzado. 



Sé que hice mal, salí a ritmo de bajar de 31:30 y acabé pidiendo la hora. Si hubiese sido más conservador, quizás habría rozado los 32' sin tanto esfuerzo, pero bueno ¿Hemos venido a jugar, verdad? Aposté fuerte y salió rana, pero saco muchas conclusiones de esta carrera. Por la parte positiva, me quedo con el hecho de haber sabido llegar al 100% muscularmente, tan al 100% que no supe identificar mis límites y me pasé. También me quedo con la capacidad de sufrir 5 kilómetros a unos niveles de agonía que jamás había experimentado. De la parte negativa, de la que también se aprende, saco como conclusión que no supe rendir al máximo para, como yo siempre digo, llegar lo más rápido posible del punto A, al punto B, y no al punto A', como sucedió. Experimenté sensaciones nuevas y de mucho contraste que me van a sumar mucho en mi curva de aprendizaje deportivo.

Y antes de cerrar la crónica de "lo que pudo ser y no fue", quiero dar la enhorabuena al dúo sacapuntas, a Adrián Rodríguez, por el CARRERÓN que se marcó, haciendo 31:30 y siendo 3er cántabro en meta (tiene mucho mérito un pódium en Laredo, Adri), y a Adrián Briz, que, aunque creo que vale un poquito menos de la marca que hizo, 32:06, también se cascó un carrerón. A veces uno busca la forma de verse delante en la clasificación y puede quedarte el consuelo de haber sido el primer "Pelayo" en meta... ¡A no! que hay otro Pelayo que es un cohete y ha hecho saltar todos los radares de Laredo. Pela, ¡ENHORABUENA, por ese 31:17! Sencillamente espectacular. Me quito el sombrero.

Y para celebrar la petada de algunos y las marcas de otros nos fuimos de cena por Laredo. El post carrera con Pablo, Pela, Capi y el resto de la expedición asturiana hizo que mereciera muy mucho la pena quedarse por allí.

Enhorabuena por leer este tostón y ¡nos vemos en la próxima!

martes, 5 de marzo de 2019

MEDIA MARATÓN DE POLA DE SIERO 2019: ¡Ni un "putu" metro llano!


“Pa cuatro días que me quedan en el convento…”

Correr la Media Maratón de Pola de Siero a tan solo 2 semanas de los 10 km de Laredo, puede que no sea la mejor forma de gestionar las fuerzas ni optimizar el rendimiento para dicha fecha. Pero yo necesito competir, necesito ese incentivo que dan las carreras, donde el dorsal camufla el cansancio, los dolores y el sufrimiento, y te hace rozar tus límites. En definitiva, si me lo paso bien compitiendo, si soy feliz de esa forma ¿Por qué no hacerlo? Y con esas me inscribí a la, posiblemente, Media Maratón más dura de Asturias (de asfalto). Los 300 metros de desnivel positivo acumulado a lo largo de los 21 km de recorrido entre la Pola y Sariego lo confirman.

Después de los 10 km de Oviedo- Las Caldas me puse malo, y durante tres semanas he arrastrado un catarro que no acababa de irse. El catarro vino y con él se fueron las buenas sensaciones entrenando. Durante tres semanas no conseguí acabar ni un solo entreno de los duros, y precisamente por eso me apunté a Siero, para olvidarme de las penurias semanales y disfrutar de la carrera.

Sin ninguna expectativa de resultado o tiempo, más allá que darle caña, nos plantamos en línea de salida junto a más de 400 atletas. Varias caras conocidas y con opciones de triunfo o de dar guerra en puestos de cabeza: Moha, Raúl, Javi Mier, Fran, Jorge, Manu, Maxi… Estas son las típicas carreras en las que la diferencia entre quedar tercero o décimo lo deciden pequeños detalles. Mucha igualdad a priori (salvo los dos primeros), lo cual motiva mucho más. De antemano sé que aún no estoy en mi peso y meterme en una Media en la que son todo cuestas significaba enfrentarme a un escenario más hostil. Pero lo difícil motiva, así que ¡a por ello!



A las 10:30 se dio la salida. Acostumbrado a inicios lácticos de carreras de menos de 10 km, la salida de la Media de Siero me pareció muy muy tranquila. Dimos la primera vuelta por el pueblo todos juntos, al ritmo de Raúl y Jorge, antes de enfilar la subida que nos sacaría de la Pola en dirección a Sariego. No fue hasta el km 2 cuando cada uno fue tomando posición. Raúl, Moha y Jorge se fueron con facilidad. Detrás de ellos salió Maxi, y yo me quedé descolgado en la primera cuesta, tratando de no hipotecar la carrera en los primeros kilómetros. Enseguida me pude hacer una idea del grupo que me tocaba. Javi Mier, Fran, David Belver, Iván Martínez y yo formábamos el quinteto perseguidor de los cuatro de cabeza.

Foto de "El Fielato"
Como el recorrido no tenía ni un solo metro llano, eran todo repechos cortos de subida y bajada, el ritmo era muy dispar. En las bajadas me iba unos metros por delante del grupo, y en las subidas me pillaban y me soltaban unos metros, yo siempre con la mente fría, sabiendo que al llegar arriba les podía volver a pillar. Al paso por el kilómetro 5 vemos como Jorge, que iba en cabeza, vuelve caminando. Se acaba de retirar uno de los favoritos, y eso aumenta las opciones de todos de optar al pódium (hasta el 5º en esta prueba).

Foto de "El Fielato"
El primero en quedarse del grupo es Iván, así que ya solo somos 4 los que a priori nos vamos a disputar las 4ª y 5ª plaza. Los kilómetros van pasando con la misma dinámica, me quedo en las subidas y engancho en las bajadas. Pero en el kilómetro 7 abro un poco más de hueco bajando y luego ya no me pillan subiendo. Esto me permite comenzar a distanciarme del grupo, pero sin la sensación de haber acelerado ni de haber metido una marcha más. Las sensaciones son buenas y preveo una carrera en solitario, que, con todo lo que queda, puede hacérseme larga. Pero mis temores de quedarme solo desaparecen cuando en el km 9 Fran llega desde atrás como un tiro y me engancha. Viene mucho más fuerte pero me da la sensación de que baja el ritmo al alcanzarme, porque soy capaz de seguirlo, forzando un poco, pero lo sigo. Llegamos juntos a la Vega de Sariego, punto de giro en el kilómetro 11. Lo peor está superado, de ahí al final, aunque no deja de haber repechos, la tendencia es descendente.

Foto de Tano González
Fran y yo afrontamos el regreso juntos, pero soy consciente de que él tiene una marcha más que yo no tengo. Y esa marcha la aprovecha en el kilómetro 13, precisamente en un repecho, y se empieza a ir. No puedo seguirlo, y me limito a ver como la mancha amarilla del Saporo se hace cada vez más pequeña.

Me quedo en quinto lugar en tierra de nadie. No las tengo todas conmigo. Javi y David son muy constantes y como me despiste me pillan. Al poco de soltarme Fran, noto que muscularmente empiezo a ir justo. Es el km 14, y decido tomar el gel que llevaba, pero al intentar abrirlo con la boca se me escurre de las manos y lo pierdo ¡Mierda! Esta vez sí que preveo que la he cagado. Faltan 7 kilómetros que pueden hacerse eternos si muscularmente empieza uno a flojear.



Trato de concentrarme en cada zancada y pensar en todos los entrenos en ayunas que llevo hechos. Noto que mi cuerpo empieza a cambiar el tipo de “combustible” y reduce el consumo de glucógeno para tirar más de grasas (tranquilos que aquí hay “diesel” para largo). Sensación muy entrenada y conocida, que, pese a no ser agradable, no me supone ningún agobio. Sé que si me mantengo en zona sub-umbral de pulso voy a llegar sin mermar el rendimiento. Solo tengo que evitar calentarme en los repechos y ser constante.

Los últimos kilómetros no son fáciles de gestionar, entre la sensación de ir vacío, el tener que regular y la presión de los que vienen por detrás. No quiero girar la cabeza hasta falta de 1 km. Cuando lo hago, ya entrando en La Pola y tras coronar el último repecho, me percato de que nadie me sigue de cerca, así que los últimos metros por las calles de la Pola los disfruto mucho para entrar 5º en meta y 3º Sénior, con un tiempo de 1h 14’ 17”, creo que bastante decente para los 300 metros positivos que tenía la prueba.



Moha y Raúl comparten victoria con algo más de 1h 12’ 30”, tercero es Maxi y cuarto Fran. Yo me voy contento con las sensaciones, el puesto y el ambiente tan genial que hay en estas carreras.



¿Habré hipotecado la preparación de los 10 km de Laredo? Es posible, pero…

¡QUE ME QUITEN LO BAILAO!

Buenos entrenos a todos y, recordad, lo más importante del deporte es DISFRUTARLO